miércoles, 8 de diciembre de 2021

 

El Paraná en una zamba



por Alberto Carbone

 

Nada más paradójico en nuestro país que observar los pormenores  respecto del tratamiento que se suscita y que estamos padeciendo con relación a la continuidad del negociado que se ventila por el Río Paraná.

Parece ser que los puertos que rodean a ese caudaloso río y los empresarios desarrolladores de las actividades comerciales se están quedando con la parte del león. Los dividendos obtenidos a partir de la actividad de exportación de los recursos de la producción nacional que salen del país por esa ruta pluvial, son contabilizados exclusivamente por quienes patrocinan las embarcaciones que van y vienen.

Sí. Leyó bien. Los gerenteadores de la operación de exportación son quienes computan y registran la totalidad de los embarques y posteriormente se autodenuncian, estableciendo ellos mismos el tenor del valor final de la carga que se envía por esa vía hacia Europa, resultando que los pingues beneficios recabados por aquel operativo orientado al mercado externo se traduzcan en una formidable ganancia para los operadores, quienes utilizan el Paraná como un corredor propio y se obligan a revelar el abultado envío de su producción a través de un registro elaborado por ellos mismos, impidiendo que el Estado pueda acceder a los números reales exportados. De manera tal que abonan impuestos por el monto total que les parece apropiado.

Es dable saber que en poco tiempo vence la concesión. Pero es complejo tratar de comprender el motivo por el cual el gobierno estaría dispuesto a extenderla.

¿Cuál sería el beneficio para el país prorrogar una concesión que no beneficia al Estado económicamente?.

Si el gobierno ha estudiado concienzudamente el tema. ¿Por qué no concluye con un esquema de negocios que lo perjudica?.

Existen fuertes sospechas referidas a barcos cerealeros que realizando una triangulación con los puertos de Rosario y Asunción, logran sustraer producción sin abonar impuesto alguno.

¿El gobierno no va a intentar que Ariel Sujarchuk lo investigue y en el peor de los casos lo impida y en el mejor re estatice la operación?.

Por otro lado conocemos la imperiosa necesidad de Dólares que requiere el país. Sabemos que la falta de divisas posterga e impide el normal crecimiento de nuestra economía.

La Argentina está necesitando dólares para fomento de la producción y ampliación del mercado interno y para cumplir con los pagos de la fabulosa deuda externa que heredamos del lastimoso gobierno Macriano.

El Estado se debe fortalecer y recuperar de los cuatro años de la primera pandemia macriana y de los últimos dos del Covid.

Uno de los pasos a seguir es acordar con el organismo internacional. Si se resuelve esa circunstancia demoraríamos el desembolso de dinero hacia el FMI, un monto que de todas maneras no poseemos. El gobierno de Macri dejó las arcas vacías y sin embargo existen quienes, me refiero a argentinos como usted y como yo, que por desconocimiento o por ignorancia, no lo admiten.

 La oposición simula dureza al respecto, pero en realidad le conviene el acuerdo en el Parlamento. La aprobación de ese convenio de pagos con el Fondo es a la vez una legitimación de la deuda por parte de todos los Partidos Políticos que voten la aprobación.

Tengamos en cuenta que se trata de una deuda que Macri tomó intempestivamente y por la cual debería dar explicaciones ante un Poder Judicial limpio y saneado, que recupere el concepto de Justicia.

Después de la aprobación parlamentaria, Cambiemos no tendría que dar ninguna explicación respecto de la gestión deudora y confiscatoria que impuso al país sin acuerdo del Palacio Legislativo, porque sería ese mismo Cuerpo quien justificaría el proceder macriano, votando el nuevo pliego pactado entre el organismo crediticio y el Frente de Todos.

Tiempos difíciles le esperan al país. Por un lado, los sectores de mayor poder económico ligados a los resortes de control del comercio internacional, decidiendo qué hacer y qué no, atendiendo su conveniencia por sobre los intereses nacionales.

Por el otro, oficialismo y oposición estableciendo de común acuerdo abonar una deuda que un inmenso caudal de población no aprobó adquirir y que a partir de una resolución legal deberá afrontar el pago con el sudor de su frente.

Para concluir, un porcentaje considerable de argentinos que revueltos en una supina ignorancia política, son capaces de votar una y otra vez a su propio verdugo con tal de que no ganen las elecciones aquellos que se referencien con el sello peronista. Concepto homologado con el mote de populismo, mala palabra para la gente auto percibida como la más sana de la sociedad.

El país se ha consolidado dentro de una grieta de características definitivas y profundas que navega entre peronismo y antiperonismo. No parece existir ninguna otra ideología significativa. Blanco o negro es la premisa, es la definición y para colmo, aquellos que votan como “anti” no lo admiten. Como auténticos ignorantes reniegan de la realidad y desconocen su propia ignorancia.

Suele suceder que aquel que nada sabe generalmente cree saberlo todo. En cambio, el que es consciente de sus propias limitaciones tiende a superarse.

Peor aún, el concepto ignorante se referencia con un insulto. Por lo cual, los  ignorantes no lo admiten y además se ofenden por ese apelativo.

En realidad cualquiera de nosotros es ignorante en algún tema. Deberíamos reconocerlo e intentar capacitarnos al respecto. Si no lo admitimos seguiremos viviendo envueltos en esa necedad.

Esta particular situación se evidencia comúnmente entre la clase media politizada cuya participación y compromiso por el país se patentiza únicamente a través de su controvertida decisión de voto, influenciado por la propaganda mediática.

Pero el verdadero país no está sufriendo por los padecimientos que describe su clase media. Núcleo social que utiliza el voto para referenciarse con los sectores que admira y a los cuales desea parecerse.

 El país de verdad es el que pasa hambre en serio, es el que se angustia por la falta de trabajo, el que no puede evitar ver a sus hijos en la calle, el que no posee una casa digna, el que no posee, el que sobrevive a contramano con sus necesidades básicas insatisfechas, que no tiene ni seguro social ni trabajo estable, que hace bastante dejó de ser feliz, si es que alguna vez pudo serlo.

 Es por otra parte el que no vota pero al que hay que asistir, porque si le aplicáramos el método Milei o Espert, lo dejaríamos morir en la vereda y la situación se convertiría en una auténtica calamidad, debido a que esa porción del país aún representa un porcentaje significativo de la población.

Se trata de un grupo humano desangelado, que si hubiera sido por los ancestros de quienes hoy se definen como libertarios lo hubieran exterminado definitivamente y ya no sería una carga social.

Esa gente no sabe que el Paraná es una zamba que está cambiando de melodía. Tampoco le interesa saber quién es el responsable de haber contraído semejante deuda externa que nos condena a todos pero que paradójicamente acciona sobre el futuro de aquellos que no votan, los más humildes.

Por eso la Argentina que anhelamos no puede estar edificada a través de un sufragio definido como democrático pero digitado por las corporaciones y a través del cual la clase media vota por indicios sugeridos por los medios de comunicación.

La democracia real y participativa deberá imponerse más temprano que tarde,  construyendo escuelas para fortalecer la conciencia madura y decisoria de los sectores bajos excluidos de la realidad por el hambre y la desocupación.

Es la misma política educativa que deberá proyectarse para los sectores medios, relajados, extraviados y confundidos, envueltos en su ignorancia y por eso mismo, creyéndolo todo. Especialmente aceptando y compartiendo sin meditarlo lo que divulgan y proponen los medios de comunicación masiva, grandes organizadores del sentido común y del pensamiento único para beneficio de los verdaderos dueños de la Argentina.

 

lunes, 6 de diciembre de 2021

 

El Peronismo en su laberinto



por Alberto Carbone

 

 

El Peronismo es un Movimiento Popular de Masas originado a mediados del Siglo XX en la Argentina. Su aparición no fue fortuita y su origen y procreación no surgió a partir de generación espontánea.

El surgimiento de un movimiento político que acumularía con el correr del tiempo tamaña envergadura fue fruto siempre, como acontece y ha sucedido en cada momento y lugar, de un proceso histórico a través del cual se van comprometiendo distintos sectores sociales, variadas fuerzas económicas y algunos grupos políticos, todos ellos resultantes de conglomerados diversos que van encontrando canales comunes de expresividad y confluyendo en un espacio común y representativo.

Además, en todos los casos, siempre existe un antagonista. Un núcleo o sector de interés que con apreciaciones disímiles a las promovidas, tergiversa, corroe, dispone acciones o distorsiona los hechos y las actividades, introduciendo una instancia de interpretación dispar de la realidad política, que proporcione, concite e instale un  espacio de confusión en la opinión pública.

Tres fueron las variables que facilitaron la aparición del Peronismo en la realidad argentina.

 

La situación política.

 

Argentina aparecía como consolidada después del Centenario de 1910. La elite oligárquica manejaba el gobierno y el poder y los campos destinaban su producción a Europa. Con el correr del tiempo, diez años consecutivos de la denominada Década Infame (1932.1942) habían estructurado aquel control decisorio. La oligarquía construyó su sucesión en el gobierno con la nominación del salteño  Robustiano Patrón Costas, oligarca tabacalero que había incautado territorio aborigen para sus plantaciones.

El fraude electoral, instrumentado durante aquella década, era la garantía de su triunfo personal y del logro victorioso de su clase social.

Un golpe de estado nacionalista en el mes de junio de 1943, recreó la esperanza de vastos sectores humildes, a partir de la creación de la Secretaría de Trabajo y Previsión de la Nación.

La situación económica.

 

La Nación nacida en medio del Siglo XIX al calor de la Constitución Nacional, se forjó sobre la base de los intereses económicos de la elite propietaria de tierras.

Un pequeño grupo de alrededor de doscientas familias se repartió el territorio ancestral del indio a fuerza de muerte y desolación y volcó esa inmensa vastedad a la producción cerealera y de la carne, instrumentando la política que se denominó expansión de la frontera agrícola.

El país se había configurado como proveedor de materias primas al mercado externo después de la Campaña al Desierto de 1879 que asesinó alrededor de diez mil aborígenes e introdujo en Buenos Aires cerca de cinco mil capturados que oficiaron como esclavos modernos.

Una Nación para el desierto argentino, diría un historiador, reflejando cómo y de qué manera un reducido grupo de familias se fueron apoderando de toda la riqueza nacional para ponerla al servicio de su sector.

 

La situación social.

 

Miles de argentinos sumidos en la pobreza. Los habitantes de las provincias y de las ciudades condenados a trabajar más de dieciséis horas por día. Los obreros fabriles eran conchabados por migajas en las incipientes industrias del suburbio de Buenos Aires. Desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, se desarrolló una política de distribución de bienes muebles  y de reparación de las necesidades más acuciantes del sector humilde. Extensas filas durante largas horas del día se sucedieron con gente que reclamaba diversos enseres o solicitaba todo tipo de asistencia. Además, la institución generaría Decretos Leyes destinados a fortalecer la dignidad de los desposeídos.

Vacaciones pagas, régimen de ocho horas de trabajo, aguinaldo, jubilación, francos laborales, leyes para la mujer, la minoridad y la vejez.

Aquel proceso colapsó en dos años. En 1945 el gobierno de facto sustituyó al Secretario de Trabajo y lo consignó en prisión.

Los sectores humildes emergieron de las profundidades de la historia. Se hicieron ver en Plaza de Mayo el 17 de octubre de 1945. Reclamaron el retorno del responsable de la Secretaría, quien se había transformado en su líder, el coronel Juan Domingo Perón.

Parecía que abruptamente comenzaba a escribirse la historia nacional con otros protagonistas e intereses. Pero en realidad eran años de dolor que estallaban en la historia.

Durante diez años el primer Peronismo consolidó las Leyes sociales y expandió el Proceso de Sustitución de Importaciones.

Pero aquel cambio político que hizo eclosión un 17 de octubre, llevó consigo y consumó los objetivos de varias generaciones que compartieron lucha y dolor de las comunidades condenadas a la pobreza.

La aparición del Peronismo le dio sentido y permanencia a aquella lucha por las reivindicaciones sociales y ese sentimiento perduraría en las generaciones subsiguientes.

martes, 29 de junio de 2021

 

Perón Vive




por Alberto Carbone.

 

Una legendaria consigna entre tantas que se hallaban estampadas en los muros de las ciudades argentinas durante el período conocido como de la Resistencia Peronista entre los años 1956-1972, fue “Perón o Muerte”.

Para mí, que quiere que le diga, esa expresión estaba influenciada por la vieja antinomia entre la vida y muerte. De ser esa su explicación entonces, me parece que deberíamos establecer una significativa relación entre el apellido del viejo caudillo político con la palabra vida.

En ese sentido las expresiones de mayor raigambre popular que rápidamente se identificaron en todas las épocas con la búsqueda de la felicidad y del bienestar en el trabajo y en todas las actividades cotidianas, relacionaron justamente el apellido del viejo conductor de masas, con la síntesis de los anhelos generacionales y con la concreción de sus realizaciones.

Perón como sinónimo de Vida. Perón como elemento indispensable y necesario para que la vida sea concretada.

Pero de qué vida estamos hablando.

¿Una vida abandonada al azar de los padecimientos, causados por aquellos que sólo pretenden imponer sus beneficios y que creen que sus merecimientos son superiores a los reclamos básicos de justicia que puede realizar el hombre común?.

¿Una vida destinada a la entrega del sacrificio propio y de toda una familia, para justificar la mejor situación económico-social de unos pocos que articulan y controlan el poder con su voluntad y para sí mismos?.

El hombre común, el trabajador, sabía bien qué tipo de vida estaba expresando cuando escribía Perón O Muerte.





Era paradójico y a la vez admirable. El escritor de murallas, como gran hacedor, hacía referencia a la Vida, cuando en el muro escribía la palabra Muerte.

Aquella expresión de carácter dicotómico, se plasmó en forma sabia y concienzudamente bien expuesta a través de otras consignas, que también mascullaron respecto de aquella antítesis. Por dar más ejemplos, otra muy renombrada fue aquella que decía “La Vida por Perón”.

Así como la primera reflejaba la necesidad de aclarar el auténtico valor de la clase de vida de la que estábamos hablando, representando manifiestamente que se trataba de hacer valer la vida que ofrecía Perón, dejaba en claro que lo opuesto significaba vivir sin dignidad y entonces prefería la muerte. La segunda propugnaba la defensa del derecho a vivir con justicia social, demostrando valentía y arrojo para sostener lo conquistado y luchando por ello, para incluir dentro del centro del debate a todos aquellos sectores sociales que aún hayan quedado sin reconocimiento. Dar la vida por aquellos que todavía no disfrutan de aquello que gozamos otros sectores.

 Si la primera consigna nos remite a la Valentía, la segunda nos interroga respecto de la Solidaridad.

Porque la defensa de la vida con justicia e igualdad de posibilidades para cada uno es prueba de una pasión infinita, significa la lucha por la defensa de aquel derecho a la igualdad, a través de nuestra propia vida si fuera necesario.

Valentía, Solidaridad y Justicia Social, los excelsos pilares que justificaron con creces y han consolidado en el tiempo esta Doctrina Social, que se ha mantenido de pie a lo largo de setenta y seis años, que ha sobrevivido a los más disímiles avatares, que se ha multiplicado en generaciones sucesivas, que ha aprendido a superarse aún en medio de difamadores, necios e ignorantes.

Cuando escucho en la calle o en algún acto multitudinario, la frase “Perón Vive”, recuerdo invariablemente a Roberto, dirigente histórico del peronismo ballesterense que se ha mantenido estoico y vigente a lo largo del tiempo con su labor constante, ejemplo de sacrificio y de construcción permanente. Porque esas dos palabras que hace muchos años se decidieron como denominación de su agrupación, definen aún hoy la sencillez declamatoria del hombre común, y son la síntesis más elocuente del sentimiento popular. Estas agrupaciones son el testimonio de que la vigencia de la ideología perdura en el tiempo y robustece el camino que nos guía hacia el futuro de todos.

En la época que nos toca vivir, el coronel del pueblo, el general de los humildes, se ha transformado en un símbolo de los grandes cambios que contribuyó a gestar con su actitud y su impronta y en una marca de fuego, que como un sello fenomenal, nos infunde la fuerza y el valor para conferir a los tiempos el destino maravilloso que nos merecemos como pueblo.

Tal vez por eso Perón siga viviendo.

 

martes, 15 de junio de 2021

 

Martin Miguel de Güemes

El guerrillero gaucho





Alberto Carbone




 

 

Don Martín Miguel de Güemes, muy probablemente a quien la historia lo recordará siempre como el precursor de la denominada “Guerra Gaucha”. Nació en el mes de febrero como el Gral. San Martín y de muy pequeño vivió en Buenos Aires. Estudió en el Real Colegio de San Carlos como la gran mayoría de nuestros patriotas y participó en la Defensa de Buenos Aires siendo muy joven aún, como edecán de Santiago de Liniers. Inmediatamente después, fue destinado al Alto Perú y de regreso a Buenos Aires participó del Sitio a Montevideo. Esta secuencia abarrotada de datos, alcanzaría para encumbrarlo al podio del recuerdo y del reconocimiento. Pero en verdad debemos consignar que su mayor trayectoria personal la cursó en su Salta natal, cuando de regreso en 1815 a los 30 años de edad, se puso al frente de la resistencia popular contra el invasor realista, que atacaba desde Perú y desde la actual Bolivia. Ese año se constituyó en gobernador de su provincia, apoyado por Salta, Tarija y posteriormente Jujuy.

Las diferencias políticas con Buenos Aires lo mezclaron en un desafortunado desencuentro con Rondeau, quien a través de su cargo como general del ejército del Norte intentó desarmar a los gauchos militarizados de Güemes.

El general porteño seguía designios de su Buenos Aires y lamentablemente para el país, estaba más preocupado en vencer a Artigas que a los españoles.

En 1816 sin embargo, el general gaucho efectivizó un encuentro amistoso con la ciudad puerto y con el apoyo del nuevo Director Supremo, Juan Martin de Pueyrredón, selló un acuerdo a partir del cual Salta continuaría con sus escaramuzas contra los realistas, a su costo y sangre, o sea con ningún aporte económico o de hombres desde Buenos Aires. Tal vez por ello, Don Martín Miguel de Güemes ideó una demostración fenomenal de “guerra de guerrillas”, una estrategia foquista que ahorraba hombres y armas para la defensa. Esa admirable muestra de heroísmo y acción que a la postre evitaría el avance invasor por el Norte de nuestro país.

El magno General de los Andes, nuestro Padre Patrio, lo nombraría con el grado de coronel mayor a partir de aquella vibrante defensa y le confiaría la frontera Norte al caudillo salteño.

Pero además, nuestro otro gran héroe nacional, el general Manuel Belgrano, quien había sido nombrado general en jefe del ejército del Norte en reemplazo de Rondeau, también le brindó su confianza y su amistad.

Los gauchos salteños impidieron durante más de cinco años consecutivos que los españoles ingresaran a las provincias del Norte argentino.

El método salteño era atacar sin dar batalla, a través de un empellón sorpresivo, un foco repentino que dejaba helados a los enemigos y con escasas posibilidades de reacción.

Para sostener los costos de su empresa, el designado gobernador Güemes, estableció tributos onerosos a los miembros de la Clase alta salteña, la que se convirtió en su enemiga y en la aliada más directa de los españoles.

Al fin, en 1819, se produciría otro intento realista por penetrar en la frontera Norte que duraría con intervalos hasta 1821. Güemes ya no tenía de aliados a los porteños, porque el nuevo director Supremo José Rondeau, su enemigo acérrimo, le negaba apoyo. Por otro lado, las hostilidades con los sectores pudientes de la sociedad salteña eran insuperables.

Salta estaba en crisis económica. Los campos arrasados y el comercio con el Alto Perú interrumpido. Para peor de males,  en 1820 la lucha entre porteños y caudillos del interior concluiría en la batalla de Cepeda, a través de la cual caería el poder político porteño y se iniciaría la Anarquía del Año 20. En esas circunstancias, un nuevo avance español llegó a Salta con el auspicio de los ricos provincianos.

El ataque contra los gauchos de Güemes logró su cometido. El gobernador salteño fue perseguido hasta la casa de su hermana Magdalena “Macacha” y asaltado por la noche logró huir a caballo. Durante el tumulto fue herido por la espalda y así llegó muy descompensado a su campamento del “Chamical” donde moriría pocos días después, profundamente afectado por una herida que no cerraba, en virtud de su carácter hemofílico.

El 17 de junio de 1821, a los 38 años se cegaba la vida de un valiente luchador de características fuertemente populares, cuyo cuerpo fue acompañado por miles de seguidores que no se resignaban a la infausta pérdida.

Dos días después de su deceso, el coronel José Antonio Fernández Cornejo, quien lo reemplazara como jefe de su valiente gauchaje, expulsaría definitivamente a los españoles de la provincia de Salta.

miércoles, 5 de mayo de 2021

 

La Niña de Fuego

Alberto Carbone

 

 

 

 

 

La luna te besa tus lágrimas puras, 

como una promesa de buena ventura.
La Niña de Fuego te llama la gente

y te están dejando que mueras de sed

 

 

 

La Mujer en la Historia.

En plena conmemoración de un nuevo año del nacimiento de una figura histórica relevante, todavía en nuestra época aparece como significativo que estemos reseñando la vida de una mujer.

Sucede que rara vez la historia de la humanidad, con sus blancos y negros, con sus avances y retrocesos, se encarga de ubicarlas en los primeros planos del acontecer, de las decisiones, de las resoluciones más importantes.

Está instalado en el sentido común para la generalidad de los mortales, que la historia, constituida por los acontecimientos cimentados a partir del sufrimiento y la lucha, a través del dolor y la sangre, a partir de los pensamientos y la praxis, la hacen sólo los hombres.

Las mujeres, en el mejor de los casos, son convidadas al disfrute de un mísero coprotagónico, acompañando, acomodándose al lado de quien se yergue como la figura estelar, el centro iluminado de los sucesos, el mágico hacedor que todo lo transforma a partir de su esfuerzo viril.

El hombre tampoco dejaba que la mujer se acomodase al devenir, en general se caracterizaba por no permitir su participación, en el mayor de los casos aún, impidiéndola.

 

Evita de Los Toldos

Esta niña que nació en los Toldos un 7 de mayo de 1919, aunque nadie lo aventurara, parecía predestinada a otras prácticas, a otras vivencias articuladoras de inesperadas epopeyas.

Resultó más bien, que la joven Evita, no era una niña común. A su propio y lógico deseo de progreso intelectual y material, de la mano de su vocación artística, le apareció como de un rayo, una incipiente pero pertinaz intuición relacionada con la actividad social.

Los seres humanos somos hijos de nuestros propios avatares. El caso de Evita es paradigmático. Había padecido toda su vida y seguía padeciendo, aquel incontenible despropósito, ese injusto axioma que consigna desde tiempos inmemoriales, que el mundo femenino no es otro que el íntimo, simple y pequeño claustro hogareño, que reduce el hábitat de una mujer a un universo infinitamente minúsculo.

En virtud de este axioma y paulatinamente, Evita presintió que la mujer debería esforzarse por ocupar un rol preponderante en la historia nacional y necesitó de su acción, para que sirviese como motor generador de cambios sociales que progresivamente eliminasen injusticias congénitas.

 

Evita “Esa Mujer”

Con el correr del tiempo y habiéndose establecido como una figura pública, fue a través de su convicción, decidida e implacable, que en las elecciones del 11 de noviembre de 1951, el 63 % de las mujeres participantes, votaron por el partido peronista. A su vez fue el peronismo, el único partido político que llevó mujeres en sus listas.

 En 1953, por medio de la voluntariosa entrega personal que desplegaba  la Primera Dama argentina, 23 diputadas y 6 senadoras ocuparon sus bancas.

Esa mujer, despiadada y vengativa para sus opositores, dulce, comprensiva y luchadora amorosa, en pos de la dignidad social, para sus seguidores, mantendrá viva la constante contradicción de intereses entre pueblo y oligarquía, tensión real y permanente, que hoy denominamos “grieta” y que se evidencia dentro de la realidad que viven los países periféricos, desde que el sistema capitalista mundial, se hubo consolidado definitivamente, después del triunfo de las sucesivas Revoluciones Industriales europeas.

 

Evita. “Perfil de Patria”.

Qué difícil es hablar de la Patria figurativamente, insertando ese concepto en la esencia de un ser humano de tal forma, que el individuo lo sintetice a partir de su presencia. Pero, si usted me permite sinceramente, me animo a decirle que no parece tan descabellado que sea el caso puntual de Eva Duarte, porque toda su vida, sus sinsabores, sus esfuerzos y sus alegrías, fueron y son definitivamente identificados a través de los avatares políticos, los que sucesivamente fuera experimentando en el transcurso de seis años consecutivos de su vida personal.

Evita irradió con su imagen y su acción un perfil de la Patria que nacía diversa, que comprendía aún a regañadientes que existía un amplio sector social negado a través de los tiempos, que surgía a fuerza de salvaje intemperie “un subsuelo de Patria profunda” que reclamaba por hacerse reconocer vivo y además que se negaba a morir.

Esa mujer, tierna e indómita a la vez, ya se asomaba en Los Toldos cuando apenas era la pequeña Evita.

Sus hermanas, a partir de sendas elucubraciones volcadas en trabajos bibliográficos, lo hicieron saber a quienes quisieron enterarse.

También los hombres y las mujeres que la conocieron, aquellos con quienes trabajó, de a poco y cotidianamente fueron aprendiendo con ella que la diversidad cultural era un paisaje natural en nuestra Argentina.

Que la injusticia social era una herencia centenaria que postergaba a las grandes mayorías.

Que el corazón sangrante de millones de seres era un calvario infinito y congénito, causal de dolores mayores para las generaciones sucesivas.

 

Evita. Tenacidad de Fuego.

Todos aprendieron con Evita, la joven niña de la tenacidad de fuego, que cuando mujer, como una estrella fugaz, marcó para siempre el cielo de la Argentina. Aprendieron que la Patria existe en los rostros de quienes cotidianamente entregan su esfuerzo por ponerla de pie y sostenerla en andas.

En estos tiempos que corren, tumultuosos, arbitrarios, salvajemente inexplicables, la Nación se yergue siempre a pesar de los vaivenes, aún a costa de quienes son capaces de las peores injurias o de los más salvajes atropellos, la Patria existe muy a pesar de aquellos que la definen minúscula, representativa de las minorías, de intereses personales o de sector.

La Patria, la Nación de Evita, no nació en Los Toldos hace poco más de cien años, mejor digamos que allí nació una estrella fugaz, perseverante, que le advirtió al mundo que la Argentina era mucho más que el país de los dueños de las vacas, era la Patria cultural multifacética, variopinta, inmigrante y aborigen, construida con el esfuerzo de una multitud, que se negaba y aún se niega a ser humillada.