La vida con
él
Por Alberto
Carbone
Hace más de dos años
escribí una nota titulada “la vida sin Ella”. Allí, hice referencia a los
cambios que podrían producirse con la llegada en el mes de diciembre de un
presidente y una organización partidaria totalmente distinta a la que había
dirigido el país hasta entonces.
Identifiqué las
diferencias entre ambas propuestas, recordé que se trataba de la primera vez en
nuestro país, que un primer magistrado se retiraba del cargo con tan alta
ponderación por parte de la sociedad y aventuré toda suerte de vicisitudes
analizando la sonora discrepancia que convive y lucha en el seno social, lo que
casi inmediatamente muchos divulgadores definieron como “grieta”.
Y al final pasaron
muchas cosas. Suficientes como para juzgar que la propuesta de país evidenciado
por los triunfadores de entonces, ha modificado de raíz al proyecto de la
anterior administración.
Hoy, la Argentina no
es la misma que había en 2015. Lo que supo identificarse como un territorio que
erguido y de pie ocupaba escaños en las organizaciones internacionales para
defender su autonomía, llevando la voz de la unidad latinoamericana como
instrumento de cohesión contra los intereses de las Corporaciones ha sido derrumbado.
Hoy, el gobierno “Macriano”
conspira contra el crecimiento de la industria local, amparado en la precaria
convicción del elevado costo real del salario de los trabajadores y a manera de
remedio, provoca la apertura de las importaciones, con la escaza racionalidad
de quienes no conocen o no entienden la economía global, de que esos bienes
importados más baratos, abaraten la economía local y mágicamente caiga la
inflación.
No hace falta ser un
erudito en materia de números para saber que esa aseveración es una falacia.
Yo, sin embargo, no me voy a detener en vilipendiarla, por dos razones: la
primera es que ya he escrito alguna vez sobre el tema y la segunda, que en esta
oportunidad, estos renglones son motivo de otro tema.
Como dijera más arriba,
el motor del “cambio” se veía venir con el triunfo “Macriano”. Tengo para mí,
como demasiado evidente que un presidente representante de intereses económicos
propios y acompañado por un séquito de pares, sólo iba a ejecutar acciones
tendientes a robustecer y a consolidar su situación de dominio. Ese es su
beneficio. Esa su convicción. Con el aporte invaluable de un elenco de
funcionarios menores, entre quienes se cuentan los honorables diputados y
honorables senadores que le han votado todos los desmanes, y que están allí
aunque no pertenezcan a su misma calidad social, pero haciendo bien los deberes
para granjearse la confianza de quien manda.
Por eso cuando ahora
muchos comunicadores advierten respecto de que “la economía no arranca”, o que “el
gobierno no acierta con la política”, yo les contesto, modestamente, que
también ahora están equivocados.
Estimado lector, el
gobierno Macriano es un éxito.
Esta administración ha
logrado situaciones que van a quedar en la historia de nuestro país.
La primera: Haber incorporado
al país dentro del circuito económico capitalista en posición de perdedor,
lastimosa tercera línea en el grupo de países que esperan el favor de los
grandes y se encolumnan en silencio, congraciándose con el superior, sin
discutir decisiones.
La segunda: Haber logrado
convencer a todo un público, que a la sazón resultó mayoritario en el conteo de
votos, de que la primera situación era la única salida posible para resolver
las denominadas atrocidades del gobierno anterior.
Por lo antedicho, por
lo menos, a esta administración podemos catalogarla como exitosa. Sólo los
gobiernos militares avanzaron tanto en el desmantelamiento del país. Pero ellos
tenían la justificación de la fuerza. Cambiemos lo ha logrado con la ley del
voto democrático y con la complacencia de quienes lo han votado, y hoy están
peor que hace dos años, pero la tozudez, la ignorancia o simplemente la
ideología, no les permite reconocerlo.
Por ello, “la vida con
él” es la vida que se ha ganado la mayoría de los votantes. Era claro para
quien quería interpretar la realidad, que con el advenimiento de Macri se
configuraba un cambio de época. De allí “cambiemos”. Este es el cambio anhelado
por ellos y para ellos. Era el único camino posible para quienes necesitaban
recuperar su lugar privilegiado en la escena nacional.
El problema es que
ahora este negocio del cambio para beneficiar sólo a ellos, lo estamos pagando todos.
Aún aquellos que habían advertido de que se trataba la estafa.