martes, 15 de marzo de 2016

Hijos Putativos

Por Alberto Carbone
La palabra putativo proviene en su etimología del latín “putativus”, y a su vez del verbo “putare”, que significa considerar, suponer, creer. Conforman la misma familia de palabras, imputación o reputación. Podemos definir putativo como atribuir a algo (cosa o situación) o a alguien, por error excusable, una calidad que no tiene.



En abril de 2015 el economista Miguel Angel Broda expresó en una conferencia organizada por Consejo Interamericano de Comercio y Producción:…”El programa del ministro Axel Kicillof ha tenido éxito. El nivel de actividad dejó de caer, probablemente de positivo el crecimiento del PBI verdadero de este año, se desaceleró la inflación, bajó la brecha, subieron los bonos, tenemos las mismas reservas libres y paramos de perder reservas”.
Sin embargo, el economista atribuyó esos avances a meros logros coyunturales y auguró un fracaso estrepitoso al nuevo gobierno, que no dudó sería del Frente para la Victoria.
Para Broda, la opinión pública optaría por la continuidad, atada a una política económica basada en un programa que definió como astuto y perverso, que resolvía los dilemas de la microeconomía pero nos dejaría expuestos a lo que denominó la “venganza de la macroeconomía”.
Sujeto a la necesidad de que le cierren los números, el economista Broda que más bien parecería un contador, solo reparó en la enorme inversión que significó recuperar el problema social en estos últimos doce años, tildándolo como gasto público y atribuyó la generación de inflación derivándola de la emisión monetaria.
En realidad, para Broda como para todos estos economistas colonizados, lo único que garantiza a un país solvencia y modernidad es el grado de relación estrecha que demuestre con los Organismos Internacionales de Crédito. Sostiene que no existe otra ubicación de la Argentina en el mundo que no sea la instalación en el lugar que el Capitalismo internacional le designe.
Esto no es un hecho novedoso. Siempre que estuvimos gobernados por representantes de la clase social de más alto nivel socioeconómico sucedió lo mismo.
Recordemos que en época del gobierno del general Agustín Pedro Justo (1932-1938), el ministro de Economía de entonces, el Dr. Federico Pinedo, pariente del actual diputado del PRO, promocionó para el país el Programa de Sustitución de Importaciones, pero solamente hasta que “la gran rueda del Capitalismo mundial volviese a ponerse en marcha”. A partir de ese momento, la Argentina volvería a ser un engranaje de esa gran rueda, cumpliendo con el cometido que se le asigne.
Pero también deberíamos recordar nuestro ingreso al FMI después de la caída de Perón en el año 1955, o la deuda externa quintuplicada por la última dictadura militar del año 1976, o la destrucción de la industria nacional propiciada por el gobierno de Carlos Menem a partir del año 1989. Solo para hablar del Siglo XX, aunque durante el XIX también tenemos duros ejemplos.
El gobierno de Macri continúa esta ideología. Aunque él, como una importante proporción de gente que lo ha votado, no lo entienda o no pueda explicarlo, el razonamiento es heredero de esta estrategia.
Siempre nacen hijos y estos en general  terminan pareciéndose a sus padres.
Históricamente, la oligarquía argentina puede denominarse hija putativa del imperio. Durante el Siglo XIX fue Gran Bretaña y en el Siglo XX los EE.UU de América. Pero la disgregación de la oligarquía tal y como se entendía en el Siglo XIX y el crecimiento significativo de la clase media nacional produjo un giro o viraje en los valores de los sectores sociales que ascendían, acercándolos al ideario de los sectores sociales más altos, reducidos en número pero multiplicados en apoyo de quienes empezaban a estar en mejor situación económica. Así fue que se produjo una fuerte corriente antiperonista en el año 1955 y en la actualidad una férrea oposición al Kirchnerismo, ambas situaciones arraigadas en los sectores medios, que habiendo emergido en esas épocas y consolidado con mayor poder adquisitivo, le mordieron la mano a quienes habían influido con sus políticas para favorecerlos y apoyaron la ideología conservadora.
En la Argentina ostentamos dos clases de hijos putativos. Los herederos directos de la oligarquía terrateniente, que gobernó el país durante el Siglo XIX y parte del XX y aquellos que asumen roles defendiendo a los primeros pero que devienen de otra extracción social.
Estos últimos son los peores. Porque en el caso de los diputados por ejemplo, no defienden los intereses de quienes deberían representar, vendiéndose al mejor postor, entierran las convicciones que alguna vez dijeron poseer y al mejor ejemplo de Groucho Marx comienzan a blandir otras.
El hijo putativo quiere parecerse al padre, porque siente que le debe algo aunque nada le debe. Siente que adoptar los valores del padre es parecerse, es ser uno más de ellos, de los iguales, “primus inter pares” , los mejores.
Ser hijo putativo también es una elección. Por eso, si los diputados eligieron ser hijos putativos, para igualarse a los tremendos hijos putativos que forman parte del actual oficialismo, deberíamos obligarlos a que presenten la renuncia a sus bancas, porque no fueron elegidos para ello, para que se acomoden.

La modificación de las Leyes de soberanía de la Deuda Pública, va a acarrear desocupación, hambre y retraso al país y los mayores culpables de este estropicio serán los nuevos hijos putativos quienes junto con los tradicionales, sellarán la claudicación definitiva de la Argentina ante los Organismos Internacionales de Crédito y las Corporaciones. 

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