sábado, 29 de septiembre de 2018


El Inventor del Peronismo.

 

Por Alberto Carbone

 

Oficialmente nació el 08 de octubre de 1895 en Lobos provincia de Buenos Aires. Nuestra investigación ha proporcionado un dato revelador, el General nació el 07 de octubre de 1893 en Roque Pérez, Partido de Saladillo.

A esta altura de los acontecimientos, después de tanta agua que ha corrido por nuestra historia, esta revelación se ha transformado en un dato menor.

En las páginas del libro “Yo Perón”, cuya primera edición vio la luz en agosto de 1993, hemos consignado la mayoría de las vicisitudes por las que ha atravesado el líder popular a los largo de su vida. La proximidad a su persona, la confianza y cotidianeidad que durante largos años hubo obtenido como secretario personal en Madrid don Enrique Pavón Pereyra, nos brindó los datos y documentación precisos para consignarlos.

En esta oportunidad, sin embargo, me atrevo a decirle que considero más relevante su muerte que su nacimiento.

En un país como el nuestro, signado por esa especial inclinación a valorar la pérdida antes que el alumbramiento, donde recordamos a nuestros antepasados en la fecha de su deceso más que por su natalicio, hablar del General el día de su nacimiento es paradójico. Recordemos como ejemplo que solamente a Don José Hernández, padre del maravilloso poema gauchesco, lo rememoramos en la fecha que nació. Para todos los demás reivindicamos su legado el día de su partida definitiva.

Usted se preguntará entonces por qué razón un día como hoy, que rememora su natalicio, yo también me sumo al lamento de su pérdida. Es que el devenir histórico y político de nuestra sociedad, aún añora ese mensaje claro y decidido que el líder nos legara en vida, ese periplo transformador que gestó una nueva Argentina y que derramó sobre las generaciones sucesivas aquella impronta cierta y elocuente de erigir un país próspero y alentador que proclamara al mundo que aquí, en el cono sur olvidado, una Nación libre y soberana era capaz de crear su propia grandeza.

La verdad es que “todos recordamos a Perón”, entre paréntesis, así se podría haber titulado esta nota. Decía, nos acordamos de él propios y extraños, porque en definitiva su accionar ha dejado huella en cada uno de nosotros. Para bien o para mal.

Aquellos quienes solamente piensan en su crecimiento patrimonial, en su propio beneficio económico, en la felicidad traducida por las variables beneficiosas del Mercado, para ellos, seguramente Perón es recordado como una maldita experiencia. Algunos no saben explicitarlo, tal vez por ignorancia, quizá por necedad, el grave dilema de un sector importante de la clase media que se apropia de los beneficios que otorga una política populista pero a la vez formula una fuerte crítica, sin ambages, convencida de que debe oponerse a cualquier decisión que perjudique a los sectores de mayor ingreso económico nacional, porque es a ellos a los que aspira  parecerse.

La clase media argentina, hija directa de los inmigrantes pobres, explotados por el sector social que en la actualidad, los descendientes de los inmigrantes defienden, admiran y desean asemejarse. La clase media nacional, de los cuales muchos de sus profesionales no comentan siquiera que sus abuelos europeos llegaron muertos de hambre al país, analfabetos, desquiciados por la ausencia de futuro en su país natal y que sin embargo pudieron darle salud, calidad de vida y educación a sus hijos y nietos, gracias a políticas redistributivas fomentadas por gobiernos populistas y contrarios a los intereses de los sectores sociales explotadores de sus abuelos.

Esto que le cuento, en mi país y en Europa se denomina ignorancia y si usted se empeña en no reconocerlo, lo suyo es necedad.

Pero “volvamos a Perón”, así también podría haberse titulado esta columna. Porque la gente del común, usted y yo por ejemplo, ¿O quien se piensa que es?, no olvidan que existió un hombre con una gran virtud, vilipendiado por los factores de Poder, ultrajado hasta en su vida personal, injuriado por los medios de prensa adictos a los dueños de las finanzas. Ese hombre, acompañado por una gran mujer, ambos fueron y son los factores de odio más fuerte que crece en el corazón de los ignorantes, de los auténticos ignorantes, no porque adolezcan de instrucción, sino porque no conocen la verdadera matriz nacional y porque no les interesa conocerla.

Pero existe y seguirá existiendo mucha gente que llenó su corazón con otras consignas, con otros anhelos, con virtudes y valores de fuerte raigambre solidaria. Para esa gente, una gran mayoría pese a quien le pese, “Perón Vive”, como nos recuerda siempre Roberto, un histórico dirigente de Villa Ballester. Como lo acuña la Marcha Peronista, que se ha transformado en un himno nacional a capela del pueblo, como lo dijera el propio General en esta frase extractada del libro que hemos citado:

“…Si soy Perón y lo seguiré siendo a través de los años, como si la fuerza de mi nombre sintetizara una bandera, es así hoy y seguirá siéndolo por el pueblo, mi único heredero. Esa maravillosa masa anónima que nos sobrevivirá para que la verdadera historia se siga escribiendo…” “…Podrá terminar el Justicialismo que yo llevo en mi sangre y en el vigor de mi vida, pero no terminarán jamás con la doctrina peronista que yo he inculcado en el alma a todos los trabajadores de esta tierra y que como una siembra prodigiosa, prolifera entre los descamisados de América y el mundo”.

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