miércoles, 31 de mayo de 2023

 

Brillante sobre el Mic





por Alberto Carbone

 

Yo vi tu corazón brillante sobre el Mic en una mano

Fito Páez

 

La Historia, con mayúsculas, suele poner las cosas en su lugar.

Hoy, en nuestro país, algunos compatriotas todavía niegan la impronta decidida y definitivamente transformadora que produjo el denominado primer Peronismo de mitad del Siglo pasado.

Es cierto. Existe gente negadora. Resistente y desaprensiva que asimila al populismo como sinónimo de promiscuidad, banalizándolo, vilipendiándolo, caracterizándolo como el factótum decisivo y germinal de la destrucción social.

Pero si ahondamos en las explicaciones, las razones, y justificaciones de quienes así opinan, rápidamente concluiremos que definen aquellos conceptos a partir de premisas que no han sido capaces de elaborar por ellos mismos sino a través de opiniones o aseveraciones de los Medios periodísticos concentrados, quienes irradian y postulan verdades absolutas, para que la opinión pública solamente repita y proclame lo establecido por la opinión publicada.

En el mismo sentido, distinguimos representantes de la oposición política auto caracterizado como de ideología de “Centro Derecha” de escasísimo nivel cultural e ínfima capacidad intelectual. Eso es así definitivamente porque sus mentores los necesitan sin formación intelectual, básicos, limitados, para que repitan y defiendan los postulados del Poder real sin distorsiones, sin cuestionamientos. Fíjese si no es tal cual, Sr. Lector, Sra. Lectora. Mire a su alrededor, en nuestro propio Distrito, la inmensa cantidad de postulantes de Centro Derecha y observe que a ninguno se le cae una sola idea, un pensamiento inteligente respecto de nuestra Localidad, una mínima estimación de propuestas. Solamente expresan su devaneo por los cargos y su encumbramiento. A todo esto debemos sumarle el limitado alcance discursivo. Lastimoso, lánguido, oportunista, impresentable.

Por eso cuando aparece a la luz Cristina, brillando sobre el micrófono como una celebridad, como una luz inextinguible que propone futuro garantizándolo al iluminar la transformación del país en sus doce años de administración, la oposición calla, no puede emitir sonido, se disuelve por comparación entre personalidades, hasta se esconde.

Es lógico que quieran que desaparezca Cristina de la faz de la tierra. Porque con ella iluminándolo todo, no tienen razón de existir, ni justificaciones.

Si usted me pregunta qué cosa poseen a favor estos burdos, inconcebibles, mediocres e infames, que únicamente persisten en su incapacidad por preservar sus emolumentos, le contesto que es el voto de los inocentes y de los necios.

Los inocentes votan Cambiemos, porque los Medios concentrados los bombardean a favor del “cambio”. Una postulación genérica que los productores de aquella falacia no explicaron jamás. Pero con ese discurso ganaron las elecciones y por muy poco encumbraron a un abombado al sitial de honor presidencial.

Los necios también votan Cambiemos porque no se resignan a que el Peronismo continúe con vida. Nada más que por eso. Aunque personalmente les vaya bien con el gobierno popular, no resisten reconocerlo. Es la necedad patentizada en un pobre hombre ex Diputado Nacional por el ex Radicalismo dentro de Cambiemos y lánguido actor de cine y teatro, que vomitó descaradamente por T.V. su deseo de vivir únicamente para ver con sus ojos la desaparición del Kirchnerismo. Triste paradoja de un triste personaje acabado, quien fuera perseguido en la década del setenta por el terrorismo de Estado, exiliado para preservar su vida y que en la actualidad demuestra su tremenda orfandad de Valores y Principios.

La inocencia de los incautos y la necedad de los auto percibidos inteligentes, pueden acabar con la Nación y hacer sucumbir la Patria.

Ojo estimados lectores. Digo la Patria, la Nación. No el país.

Porque la Argentina seguirá existiendo, aún con abombados o beodos, con postulantes que se cruzan de un Distrito a otro, con quienes realizan operaciones inmobiliarias a favor de sus intereses económicos y se amparan en el silencio de los Medios hegemónicos a cambio de inversión en publicidad.

El país continuará. ¿Acaso el general Roca no era argentino?. Un extremo de la biblioteca nos informa que este militar edificó el país a partir de la incorporación de una vastedad de territorio destinado para la labranza. Tremenda inmensidad que de no haberse decidido por su incorporación nacional, la hubiese usurpado Chile.

La otra mitad de la biblioteca, enumera a miles de indígenas desarmados combatiendo a pie y asesinados por el ejército a caballo con fusiles Remington, adquiridos en EE.UU de América por medio del dinero que los sectores sociales encumbrados concedieron al Estado, con el objeto de pertrechar a los uniformados.

El coronel Julio Argentino Roca regresó de la Campaña al Desierto en 1880 y recibió dos reconocimientos: el grado de General del Ejército y el cargo de Presidente de la Nación.

El problema entonces no es la Historia, los hechos, sino su interpretación. Eso lo sabe muy bien Don Héctor, quien conoce perfectamente el grado de limitaciones de la opinión pública y manipula sabiamente la inoculación de los intereses de la Elite por medio de la opinión publicada.

Por eso Cristina deslumbra, vaticina, advierte, recomienda y como una maravillosa pitonisa revela el futuro próximo y trata en lo posible que nos prevengamos.

Brillante sobre el micrófono se explaya, se distiende, se difumina entre los miles de participantes que en la calle y de a pie escuchan su voz y se conmueven.

Esa es la Patria. No el país.

La Nación de los argentinos todavía permanece hibrida, desangelada.

El otro día un grupo de cordobeses desgañitaba sobre la Plaza central de la ciudad mediterránea exclamando que votan a Macri porque son “la Docta”. ¿ Usted lo puede creer?. ¡Hace doscientos años por lo menos que esa provincia perdió aquel sitial!. Pero esos abombados persisten repitiéndolo. ¿Por eso votarán abombados los abombados?.

Mientras tantos la vida continúa como podemos.

Viendo actitudes que nos satisfacen más o menos.

Por eso tal vez seguiremos repitiendo:

¡Cosas Vederes Sancho!

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