San Martín y el 9 de Julio
alberto carbone |
Por Alberto Carbone
A la luz de los acontecimientos que se estaban sucediendo en aquel
entonces, que nuestro joven país tomara la decisión de declararse independiente
podría considerarse como una estrategia político militar indiscutible, que
sobrepasa la simple interpretación coyuntural.
Podemos decir sin temor a equivocarnos, que el genio del Gral. San
Martín estaba detrás de aquella impronta.
Es que el año de 1815 fue difícil para el ideal emancipador. En Europa, Napoleón Bonaparte había sido
depuesto definitivamente y con la decisión del Congreso sustanciado con los
países europeos libres del “Gran Corso” se gestó la Santa Alianza, que devolvió
el poder político a las monarquías destronadas por el avance napoleónico.
El rey Fernando VII, quien nos interesa a nosotros específicamente, se
reinstaló en su Sitial de Honor en España y reclamó a sus generales la
formación de un ejército que pusiera pie firme en la recuperación de América
para España. Todos los gobiernos criollos jóvenes sustanciados en el Nuevo
Mundo comenzaron a tambalear.
En el Norte del Continente, el Gral. Simón Bolívar retrocedía. Chile
palidecía ante el avance godo. Las provincias de Salta y Jujuy sufrían los
ataques realistas desde el Alto Perú, hoy Bolivia, y don Martín Miguel de
Güemes, se tornaba heroico en la lucha por esa frontera. La Banda Oriental,
actual Uruguay, seguía ocupada por los portugueses.
Ante tal expectación, las Provincias Unidas se decidieron. Fue sin duda
una pretensión corajuda, fue un impulso del que apuesta doble contra sencillo,
decidiendo el todo por el todo, pero también fue la jugada brillante propuesta
por el Gran General de los Andes, que atisbó la posibilidad de gestar un ejército
libertador para pasearlo victorioso por la América del Sur.
San Martín, desde su cargo de gobernador de Cuyo insistió a través de
sendas cartas a los miembros del Congreso para que votaran por la Independencia
Nacional. Esta decisión era su requisito indispensable para que se lanzara
luego con su ejército libertador atravesando las fronteras con sus caballos y los
cuerpos con sus bayonetas.
San Martín insistió a partir del mes de marzo de 1816, las cartas están
y permiten comprobarlo, fueron enviadas al representante en el Congreso por la provincia de Mendoza,
Tomás Godoy Cruz. En ellas le decía…”Cuando van a reunirse”…”apúrense…se lo suplico
por lo más sagrado, Todas las provincias esperan las resoluciones de este
Congreso. El solo puede cortar las desavenencias que existen en Buenos Aires”….
Durante el mes de enero de aquel año continuó San Martín:…”Yo estoy con
mayor cuidado sobre el resultado del Congreso y mucho más si no hay una unión
íntima de opinión…pues esto me interesa más que todo, porque está ligado al
bienestar general”.
Durante el mes de febrero de 1816
continuó escribiendo a Godoy Cruz; “Si un país poblado, ilustrado, agricultor,
comerciante y artista, como los americanos del Norte han tenido tantos
problemas para constituir una federación, ¿Qué será de nosotros, que carecemos
de aquellas ventajas?,,,,” ”¿Si las provincias son tan débiles, qué nos pasará
aún aisladas?.
Para el mes de marzo le advierte a su
interlocutor, que el objetivo principal deberá ser emanciparse del sometimiento
español. “…Sin artes, ciencia y
agricultura, las Provincias Unidas no podrán constituirse en República”. “Acaso
en el fermento horrendo de pasiones existentes, de pueblo contra pueblo,,, ¿Podremos
constituirnos en Nación?....”Seis años contamos desde la Revolución y los
enemigos por todas partes nos oprimen… ¡y nuestra desunión es la causa!.
Para San Martín, el remedio de todos los males
era la Soberanía y exigía que la Declaración de Independencia no pasara de ese
año. …”¿Hasta cuando esperaremos para declarar la Independencia?...¿No le
parece a usted una cosa bien ridícula acuñar moneda, tener pabellón y cucarda
nacional y por último hacer la guerra al soberano de quien en el día se cree
que dependemos?
…¡Ánimo amigo, que para los hombres de coraje
se han hecho las empresas!.
La presión
ejercida por el General San Martín sobre algunos de los representantes al
Congreso y posteriormente y en especial sobre su gran amigo Narciso de Laprida,
quien a la sazón se había constituido en Presidente de la Asamblea, contribuyó
a la decisión final y con el Acta de la Independencia en la mano, el Gran
Capital de los Andes pudo comenzar su periplo emancipador por América.