P.R.O
Provocador: fanfarrón, pendenciero, agresivo.
Resentido: molesto, disgustado, quejoso.
Obtuso: lerdo, torpe, necio.
ALBERTO CARBONE
No hay palabras elocuentes que narren la realidad que estamos viviendo.
No existe manera de entender lo que pasa, si tratamos de encauzarlo a través de
una comprensión hilvanada por el sentido común.
Los adultos con un mínimo de criterio recordarán características propias
de cada gobierno que ha transcurrido hasta hoy. Esas notas esenciales,
particularidades que indicaban la orientación, el sentido de tal o cual gobierno.
Recuerdo la etapa de la dictadura cívico-militar, por ejemplo, que
aprovechó una política internacional proverbial para la circulación y expansión
del sistema financiero internacional, y permitió el ingreso de cuantiosa
cantidad de circulante en Dólares a cambio de pagar una tasa de interés más
alta que el común denominador de los países de la región, pero garantizándose
para sí, la seguridad de liquidez monetarista en una plaza que se secaba cada
vez más, fruto del quiebre de la Pequeñas y Medianas Empresas, debido a su
incapacidad de competir contra la importación de esos mismos productos que
fabricaban en nuestro país, y que habiendo sido de mejor calidad o no, por lo
menos prometían un precio final más bajo para el consumidor.
Recuerde cómo terminó ese proceso.
El Dólar estaba a veinticinco Pesos y la deuda externa ascendía en el
año 1976 y por todo concepto, a siete mil quinientos millones de Dólares. En
ese entonces, el financista norteamericano David Rockefeller, incorporó a las
arcas del Banco Central de la República Argentina veinticinco mil millones de
Dólares, a una tasa anual mucho más elevada que la calculada por la tasa LIBOR (London Inter-bank Offered Rate),
generalmente utilizada en el mercadeo mundial.
Cuando el general Videla dejó el
cargo de Presidente de la Nación, renunció su ministro de Economía, el Dr. José
Alfredo Martínez de Hoz. Rockefeller retiró su dinero del Banco Central y lo
llevó a los EE.UU de América, sumados sus intereses. El país se quedaba sin
liquidez y el Dólar trepó a cincuenta y cuatro Pesos la primera semana y la
segunda a setenta y ocho. El Dr. Lorenzo Sigaut, reemplazante de Martínez de
Hoz en el gobierno del general Viola, quien sustituyó a Videla, había exclamado
como un vaticinio; “el que apuesta al Dólar pierde”.
El derrumbe se precipitó. Viola
terminó mal, sustituido por el general Galtieri, a quien le aseguraron que si
recuperaba Malvinas, el Proceso Militar reiniciaría, restaurando la imagen de
las Fuerzas Armadas. Creo que el final lo conoce. La democracia inaugurada por
el Dr. Alfonsín se convirtió en un mínimo baño de esperanza durante unos años.
Menem reinstauró el proyecto
conservador de la elite económica nacional. Como era un gobierno democrático,
no de facto, tuvo que demostrar una prueba de amor a los grandes capitales
financieros para que aceptaran volver al país.
El reingreso de dinero fluido
vendría sólo si el Presidente achicaba los gastos del Estado, Significaba
vender el patrimonio nacional, deshacerse de la empresas del Estado Nacional.
Así lo hizo. Adjuró de sus antiguos Principios Peronistas, y al mejor estilo
del genial Groucho Marx, incorporó una de sus frases célebres: “Estos son mis
Principios, y si no le gustan, tengo otros”.
La deuda del país ascendió desde
los sesenta mil que había dejado Don Raúl hasta ciento veinte mil millones de
Dólares. Argentina se endeudaba, no crecía, se liquidaba. Gobiernos de facto y
democráticos lo habían hecho posible. Pero ambos tenían algo indispensable para
lograr aquel cometido: la financiación.
No voy a mencionar el cambio a
favor que obtuvo el manejo de la deuda externa durante doce años de Néstor
Kirchner y Cristina Fernández. La menor deuda eterna del Siglo XX, en relación
con el Producto Interno Bruto. La Argentina podía volver a los Organismos
Internacionales sin temor, porque su deuda era perfectamente amortizable. Pero
no lo hacía porque ello significaba aceptar los condicionamientos de aquellos
Organismos. Pero no voy a profundizar en ello. Quien quiera verlo lo verá.
Quien no lo vea será por ignorancia, mala fe, o capricho. Pero la verdad es
esa. Está perfectamente demostrado.
Estamos hoy en la tercera
intentona conservadora desde el año 1976. El gobierno de “Macriano” nos ha
enroscado en otra descomposición sin precedentes. En quince meses de gobierno
endeudó el país en cien mil millones de Dólares. No sólo es la deuda más grande
de todo el mundo en ese lapso, sino que además es para cubrir gastos
corrientes. Esto significa que se utiliza para tapar agujeros. Los ingresos del
país han menguado y el dinero que soluciona los temas cotidianos no está más.
Los que lo tienen, ya no pagan impuestos por decisión de “Macriano”. ¿De dónde
va a salir ese monto indispensable para sostener los gastos corrientes?: de la
deuda externa. Como esta época no se caracteriza por la fluidez del movimiento
de dinero alrededor del mundo, sino que más bien, las economías nacionales se
retraen y se cierran en sus propios mercados internos, los Organismos
Internacionales de Crédito no lo dan o lo otorgan muy caro. Es el caso de
Argentina, que tiene que salir al mundo a solicitar préstamos a una tasa anual
inconcebible. O sea que “Macriano” “no tiene financiamiento, para vivir de
prestado”.
La conclusión: Este gobierno de
resentidos y bravucones, que se cree dueño de la verdad, no tiene rapidez para
“cambiar”. Es terco y con agresión quiere imponer su legitimidad para
justificar su necedad. Su ignorancia e incapacidad para entender que son los
tiempos los que han “cambiado”.
¿Qué sucederá si tengo razón y los
mercados de capital se cierran para la Argentina definitivamente?.
¿Qué pasará en el país, si este
modelo de crecimiento económico basado en el endeudamiento externo aniquila la
base social y corrompe los valores indispensables para la supervivencia?.
¿Cómo van a justificar su proceder
los funcionarios que hoy defienden el desmantelamiento nacional, ante un nuevo
gobierno que intente reconstruir el cuerpo social y productivo?.
¿Qué sucedería si un nuevo
gobierno se pronuncia por enjuiciar a quienes destruyeron el andamiaje básico y
constitutivo de la soberanía nacional?.
¡Qué pasará cuando dejemos de
“cambiar” para regresar a la construcción de un país que integre a los
argentinos de bien!.