martes, 28 de marzo de 2017

P.R.O
Provocador: fanfarrón, pendenciero, agresivo.
Resentido: molesto, disgustado, quejoso.
Obtuso: lerdo, torpe, necio.

                                                               ALBERTO CARBONE

No hay palabras elocuentes que narren la realidad que estamos viviendo. No existe manera de entender lo que pasa, si tratamos de encauzarlo a través de una comprensión hilvanada por el sentido común.
Los adultos con un mínimo de criterio recordarán características propias de cada gobierno que ha transcurrido hasta hoy. Esas notas esenciales, particularidades que indicaban la orientación, el sentido de tal o cual gobierno.
Recuerdo la etapa de la dictadura cívico-militar, por ejemplo, que aprovechó una política internacional proverbial para la circulación y expansión del sistema financiero internacional, y permitió el ingreso de cuantiosa cantidad de circulante en Dólares a cambio de pagar una tasa de interés más alta que el común denominador de los países de la región, pero garantizándose para sí, la seguridad de liquidez monetarista en una plaza que se secaba cada vez más, fruto del quiebre de la Pequeñas y Medianas Empresas, debido a su incapacidad de competir contra la importación de esos mismos productos que fabricaban en nuestro país, y que habiendo sido de mejor calidad o no, por lo menos prometían un precio final más bajo para el consumidor.
Recuerde cómo terminó ese proceso.
El Dólar estaba a veinticinco Pesos y la deuda externa ascendía en el año 1976 y por todo concepto, a siete mil quinientos millones de Dólares. En ese entonces, el financista norteamericano David Rockefeller, incorporó a las arcas del Banco Central de la República Argentina veinticinco mil millones de Dólares, a una tasa anual mucho más elevada que la calculada por la tasa LIBOR (London Inter-bank Offered Rate), generalmente utilizada en el mercadeo mundial.
Cuando el general Videla dejó el cargo de Presidente de la Nación, renunció su ministro de Economía, el Dr. José Alfredo Martínez de Hoz. Rockefeller retiró su dinero del Banco Central y lo llevó a los EE.UU de América, sumados sus intereses. El país se quedaba sin liquidez y el Dólar trepó a cincuenta y cuatro Pesos la primera semana y la segunda a setenta y ocho. El Dr. Lorenzo Sigaut, reemplazante de Martínez de Hoz en el gobierno del general Viola, quien sustituyó a Videla, había exclamado como un vaticinio; “el que apuesta al Dólar pierde”.
El derrumbe se precipitó. Viola terminó mal, sustituido por el general Galtieri, a quien le aseguraron que si recuperaba Malvinas, el Proceso Militar reiniciaría, restaurando la imagen de las Fuerzas Armadas. Creo que el final lo conoce. La democracia inaugurada por el Dr. Alfonsín se convirtió en un mínimo baño de esperanza durante unos años.
Menem reinstauró el proyecto conservador de la elite económica nacional. Como era un gobierno democrático, no de facto, tuvo que demostrar una prueba de amor a los grandes capitales financieros para que aceptaran volver al país.
El reingreso de dinero fluido vendría sólo si el Presidente achicaba los gastos del Estado, Significaba vender el patrimonio nacional, deshacerse de la empresas del Estado Nacional. Así lo hizo. Adjuró de sus antiguos Principios Peronistas, y al mejor estilo del genial Groucho Marx, incorporó una de sus frases célebres: “Estos son mis Principios, y si no le gustan, tengo otros”.
La deuda del país ascendió desde los sesenta mil que había dejado Don Raúl hasta ciento veinte mil millones de Dólares. Argentina se endeudaba, no crecía, se liquidaba. Gobiernos de facto y democráticos lo habían hecho posible. Pero ambos tenían algo indispensable para lograr aquel cometido: la financiación.
No voy a mencionar el cambio a favor que obtuvo el manejo de la deuda externa durante doce años de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. La menor deuda eterna del Siglo XX, en relación con el Producto Interno Bruto. La Argentina podía volver a los Organismos Internacionales sin temor, porque su deuda era perfectamente amortizable. Pero no lo hacía porque ello significaba aceptar los condicionamientos de aquellos Organismos. Pero no voy a profundizar en ello. Quien quiera verlo lo verá. Quien no lo vea será por ignorancia, mala fe, o capricho. Pero la verdad es esa. Está perfectamente demostrado.
Estamos hoy en la tercera intentona conservadora desde el año 1976. El gobierno de “Macriano” nos ha enroscado en otra descomposición sin precedentes. En quince meses de gobierno endeudó el país en cien mil millones de Dólares. No sólo es la deuda más grande de todo el mundo en ese lapso, sino que además es para cubrir gastos corrientes. Esto significa que se utiliza para tapar agujeros. Los ingresos del país han menguado y el dinero que soluciona los temas cotidianos no está más. Los que lo tienen, ya no pagan impuestos por decisión de “Macriano”. ¿De dónde va a salir ese monto indispensable para sostener los gastos corrientes?: de la deuda externa. Como esta época no se caracteriza por la fluidez del movimiento de dinero alrededor del mundo, sino que más bien, las economías nacionales se retraen y se cierran en sus propios mercados internos, los Organismos Internacionales de Crédito no lo dan o lo otorgan muy caro. Es el caso de Argentina, que tiene que salir al mundo a solicitar préstamos a una tasa anual inconcebible. O sea que “Macriano” “no tiene financiamiento, para vivir de prestado”.
La conclusión: Este gobierno de resentidos y bravucones, que se cree dueño de la verdad, no tiene rapidez para “cambiar”. Es terco y con agresión quiere imponer su legitimidad para justificar su necedad. Su ignorancia e incapacidad para entender que son los tiempos los que han “cambiado”.
¿Qué sucederá si tengo razón y los mercados de capital se cierran para la Argentina definitivamente?.
¿Qué pasará en el país, si este modelo de crecimiento económico basado en el endeudamiento externo aniquila la base social y corrompe los valores indispensables para la supervivencia?.
¿Cómo van a justificar su proceder los funcionarios que hoy defienden el desmantelamiento nacional, ante un nuevo gobierno que intente reconstruir el cuerpo social y productivo?.
¿Qué sucedería si un nuevo gobierno se pronuncia por enjuiciar a quienes destruyeron el andamiaje básico y constitutivo de la soberanía nacional?.
¡Qué pasará cuando dejemos de “cambiar” para regresar a la construcción de un país que integre a los argentinos de bien!.




sábado, 18 de marzo de 2017

Hacer su Agosto



Por Alberto Carbone

El país de no me acuerdo

La verdad, creí haberlo visto todo en la vida.
Pasé por guerras y revoluciones. Como dice la canción de María Elena Walsh. Me tocó vivir los duros años setenta, con su prólogo democrático y la devastación de su epílogo. Padecí el dolor y la incertidumbre de una guerra sin sentido, sin cálculo, sin previsión, dirigida por cobardes y colmada de héroes en el Teatro de Operaciones.
Olí la primavera democrática que pintaron los alfonsinistas. Lamenté el derrumbe ético del Dr. Alfonsín cuando condonó las deudas de tantos degenerados que se sintieron dueños de hombres y hacienda amparados por la dictadura genocida.
Después vino el caudillo riojano émulo de Quiroga. Nunca creí en él, servidor de los Organismos Internacionales de Crédito. Por eso sus largos e interminables diez años me han dolido. Porque desde el principio sabía a lo que se exponía el país entregado a las manos de semejante personaje
Todavía hoy existen quienes afirman que con Menem estábamos mejor. Es así. “A de haber gente pa’ todo”, dice un cantor popular. Yo agrego. Sobre todo si la ignorancia no les permite reconocer sus errores y generar autocritica de su voto.
En esa época, la destrucción de la producción nacional y el avance indiscriminado de la importación, al igual que en el período de la dictadura, provocó en el país la multiplicación de la deuda externa.
Entre 1976-1982, creció cinco veces. De siete mil a treinta y cinco mil millones de Dólares.
La década menemista llevó ese monto a más de cien mil millones.
Los recursos económicos que el país ya no producía, la caída de los puestos de trabajo, la transformación del Estado a su mínima expresión, el hambre, la desprotección sanitaria, el abandono a su desgracia a miles de personas. Todo, se cubrió con dinero que el capital financiero introdujo desde el exterior a tasas descomunales, que la Argentina se comprometía a pagar sin tener recursos genuinos y por ello, recurriendo a la generación de más y más deuda externa. Cuando ese capital especulativo se retiró, la Argentina quedó como debía quedar: fundida.
 Todo gobierno que asume la responsabilidad de administrar un país, debe tener un programa abarcativo, totalizador, destinado a desarrollarse durante el lapso de su responsabilidad. Ese proyecto, debe ser fruto de la forma en que el grupo en cuestión define el estado de situación de todas las variables que hacen funcionar el país. Identificadas las fortalezas y debilidades de índole política, social y económica, el gobierno toma su decisión de gestión. Eso tiene que ver con la ideología.
Cuando hablamos de ideología tenemos que tratar de ser específicos.

El Desarrollo como hipótesis transformadora

La Argentina está configurada como uno de los países en desarrollo. Esto significa que está en camino hacia su crecimiento económico y social, imitando los pasos de los pocos países desarrollados y en carrera junto a cientos de regiones del planeta que persiguen el mismo objetivo.
Técnicamente, para el gobierno actual, los doce años de Kirchnerismo configuraron un atraso en la consecución de esa meta.
La única solución de la presente gestión política es que nuestro país habrá su economía, permitiendo el ingreso irrestricto de productos elaborados del exterior e invite a los capitales internacionales a la inversión productiva y financiera, para inyectar liquidez monetaria y propender a la instalación industrial que fomente el trabajo y la producción.
¿Pero qué sucedería si nuestro país junto al resto de naciones en vía de desarrollo lograran aquel flujo formidable de capital que fomente el crecimiento?.
 Indudablemente no alcanzarían los recursos naturales del mundo para abastecer la demanda de millones de personas.
Actualmente, los pocos países desarrollados que persisten aún en la geografía planetaria, han agotado sus propios recursos naturales y abastecen sus demandas de las precarias economías subdesarrolladas.
Es así que el consumo de un norteamericano quintuplica el de un consumidor argentino de clase media. Por ello, es tan necesario para el gran país del Norte el abastecimiento permanente de parte de los países pobres, que justamente obtienen escasa retribución por sus recursos primarios, para que la marcha de la economía desarrollada se sostenga en el tiempo.
No sería viable el planeta si los países pobres se recuperaran y aumentaran su producción industrial utilizando sus propios recursos primarios. Dejarían de abastecer al mundo desarrollado y por ende, la ecuación no cerraría para ellos, que se quedarían sin materia prima para su propio bienestar.
Por ello, creernos que la teoría que dice que el mundo desarrollado ingresa su capital para contribuir a mejorar nuestras pobres economías es un mito. Y el sostenimiento de ese mito por parte del gobierno es una estafa.
Para que un Modelo de Desarrollo se sostenga en el tiempo, debe haber si o si un Modelo de Subdesarrollo que posibilite que el esquema funcione.
Eros y Tanatos, dijo Freud. El Yin y el Yang de los chinos. El aporte sobre las Contradicciones de Mao. Si me permite, hasta la Tercera Posición de Perón.
Varias teorías lo explican.

Sin el subdesarrollo, el mundo desarrollado no tendría condiciones de viabilidad. Medítelo por favor. El argumento del gobierno actual tiene un horizonte pobre y pequeño para el país, pero elevado y generoso para un sector social que no parará de enriquecerse. Para eso ocuparon el gobierno, acompañados por el voto de miles que sólo tenían que detenerse a pensar en todo esto y sin embargo tomaron el camino del Cambio, propuesto por los grandes Medios de Difusión, que también, como dijera Miguel de Cervantes Saavedra, están haciendo su agosto.

martes, 7 de marzo de 2017

Cachetazo Macriano
La Historia. “el pasado pisado"

 Alberto Carbone


Si la Historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra Historia. La verdadera Historia. Quien quiera oír que oiga”.
Eduardo Mignona


Frederick Nietzsche solía decir que “…a veces la gente no quiere escuchar la verdad porque no quiere que sus ilusiones se vean destruidas” También dijo: “la Historia no es los pasado, sino lo que recordamos del pasado”.
Este comentario lo divulgaba también el gran escritor colombiano Gabriel García Márquez.
Evidentemente, en Latinoamérica toda y en el país de los argentinos tenemos un problema con ese tema en particular.
Otro gran exponente latinoamericano del premio Nobel de literatura, el guatemalteco Don Miguel Ángel Asturias, supo escribir en uno de sus libros que: “la memoria es una viejecita ciega que de noche y a los tumbos se aprende el camino”.
En fin. Experiencias, recuerdos, tropiezos y ceguera. Ese parece ser el camino del Calvario elegido por el electorado argentino.
Un año antes de que el actual gobierno comenzara su periplo direccionando nuestro país a su autodestrucción, lo advertimos desde estas páginas. No por adivinos y falsos profetas. No por eximios conocedores de la realidad política nacional e internacional, ni por ser grandes pensadores. La verdad es que cualquier argentino con memoria lo advertía en ese momento.
No se puede destruir la economía nacional, desarticular el mercado interno de consumo y pretender a la vez progreso y bienestar. O son ignorantes o nos están mintiendo. Creo que hay un poco de todo en este elenco gubernamental.
A esta altura usted sabe quién se perjudica y quién se beneficia dentro de este Modelo de país.
Los únicos sectores de la economía nacional que han crecido y prevén un futuro venturoso son los grupos exportadores de materia prima.
¿Usted advirtió por ejemplo, cual es el vehículo más vendido en la Argentina?. Pregunte si no lo sabe y de paso averigüe cuál fue el de mayor venta durante la década posterior, la década que los discípulos del Clarinete denominan “perdida”. Nosotros desde estas páginas libres e independientes pudimos hablar, pudimos anticipar lo que se aproximaba, pudimos sembrar  nuestra palabra con la autenticidad que emana de este Medio de Comunicación ecuánime.
Resulta que los fanáticos detractores a sueldo de los grandes Medios nacionales, nos juraron y perjuraron que la administración del país estaba mal, que era necesario un cambio de timón, que con el cambio de gobierno no íbamos a perder nada de lo conseguido durante los últimos doce años y paralelamente íbamos a crecer más a través de la apertura de la economía.
Aquí lo tiene usted. Esto es lo conseguido a través de su voto. No alcanza que diga que no lo votó, como hacen muchos, porque no podemos negar la realidad. Este hombre ganó y ahora es dueño y señor de un impresionante barco, sin timonel. Tampoco sirve que acepte que lo hizo porque creyó indispensable un “cambio”. Sabe una cosa, esta última excusa es la peor. Porque cuando uno se propone cambiar, primero debe pensar el movimiento, evaluarlo, percatarse respecto de las condiciones de posibilidad del cambio y proceder en consecuencia.
Si usted se justifica por la segunda opción, diremos que cambió por lo que había. Se decidió por la oferta, diríamos. Bueno, ahora se está enterando que la oferta no valía nada. Que ni siquiera aquellos que tienen responsabilidad parlamentaria saben expresar la dirección y el sentido de esta administración. Cuando el cinismo que niega realidades y la petulancia de quienes creen que saben lo que desconocen, se enseñorea entre los dirigentes políticos con responsabilidad de gobernar, estamos perdidos.
Ya que estamos con frases célebres le recuerdo otra, una de China, seguro tiene más de mil años y dice así: “Dime de que te jactas y te diré de que adoleces”
 Aunque jamás lo reconozca, aunque no se anime a decirlo en voz alta, con un poco de racionabilidad lo debería admitir para sus adentros.

No alcanza justificarse con el estúpido estigma que se escucha bastante: “Son todos iguales”. Porque no es así. No son todos iguales o usted sigue sin entender nada y este “cachetazo macriano” no le ha alcanzado para valorar el tremendo fracaso de su decisión electoral.