Un Soneto me manda a hacer
Violante
por Alberto Carbone
Una pequeña complicación
para las aspiraciones de Horacito.
Un artilugio más que
facilitará Don Héctor.
Un Soneto
me manda a hacer Violante
que en mi
vida me he visto en tanto aprieto
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y parece que entré con pie derecho
pues fin con este verso le voy dando.
Lope de Vega
La impunidad termina siendo
un arma de doble filo para el agraciado que la ejercita.
Mucha disponibilidad de
dinero fácil, acaba por determinar al poseedor, quien supone confiadamente que
todo su poder deviene de su caudal económico.
Resulta fuertemente
significativo el resguardo, la protección, el constante privilegio que
dispensan los Medios Nacionales concentrados para con el Jefe de Gobierno de
CABA, el Sr. Horacio Rodríguez L.
En definitiva sucede lo
mismo con todos los facilitadores de Magneto y compañía.
Estas calladas, silenciosas
y conspirativas celebridades, son las que verdaderamente ejercen el poder,
disponen de él, lo controlan a través del Poder Judicial, supervisan todo lo
que disponen sus mandados, seres vacuos a quienes evalúan y rescatan de alguna
u otra equivocación, error u omisión, en caso de que por supuesto, les digan siendo útiles.
Esos viejos dignatarios que
permanecen encima de los figurines funcionarios funcionales, son los genuinos
amos de las decisiones políticas, son a la vez los amos del dinero, quienes
escriben la historia cotidianamente, con la tinta exacerbada que contiene el
papel moneda..
Por ello, usted comprenderá,
espero que sí, que quienes ejercen el mando, no toman las decisiones de puño y
letra, ordenan y ordeñan a sus monigotes bien pagos a que lo hagan por ellos.
Estos infames, infelices,
crédulos de sus propias virtudes que no poseen, que no manifiestan por
incapaces y mediocres, se tragan el personaje de ejecutor, se lo devoran.
Entonces salen a la calle a
manifestar su impunidad con la libertad que ejercitan por disposición de Don
Héctor.
Consecuentemente,
lógicamente, comienza a producirse un ansiado milagro.
De repente pareciera que estos verdaderos
hipócritas decidieran acciones por sí mismos, que elaboraran planificaciones.
Que fuesen capaces de
razonar sin esfuerzo.
Pero la realidad nos enseña
que no es así el procedimiento.
Porque en cuanto estos acólitos
comienzan a animarse a probar vuelo propio, caen atropelladamente al vacío como
caen los cóndores cuando en la alta montaña se enceguecen ante la luz solar
resplandeciente e incapaces de dirigir sus voluntades se precipitan sin
esfuerzo a lo más profundo del abismo.
Esto es lo que está
sucediendo con el pobre Horacio, desde su Jefatura de Gobierno cada vez más
problematizada. Tratando de ocultar lo evidente.
La sinrazón de la vergüenza.
El exabrupto del escarnio.
Horacio eligió a Marcelo
para el puesto en Seguridad.
Si Marcelo realizó y todavía
hace negocios provechosos que comprenden miles de Dólares, debe existir algo en
ese procedimiento que le debe convenir al locuaz Horacio.
Recordemos que todo se supo
por los telefonitos inteligentes que tanto nos condicionan la vida.
¡Pero los mensajitos que le
robaron a Marcelo son fruto de un accionar infame!.
¡Pensar que todavía no
sabemos si detrás del bochorno está la cada vez más deslucida Patricia!.
Lo concreto es que los
mensajitos se siguen reproduciendo vertiginosamente y el pobre Marce nos avisó a
todos desde los Medios amigos que puede haber otros.
Él sabrá.
Violante, por ejemplo, el
patrocinador de algunas de aquellas charlas de jugoso repertorio, debo decir
que quedó expuesto injustamente.
¡En realidad no debería haberse
sabido desde cuándo y cómo Violante lo manda a hacer Sonetos a Marcelo!.
Pero sin embargo y pareciera
que sin autorización de Don Héctor y motivados por propia iniciativa de
aquellos antagonistas de la misma fuerza política del Señor Horacio, los negocios
se van ventilando, van promoviendo desgaste, van a la vez fomentando la
licuación de varios contendores.
Violante quedó en el medio
de una disputa de la que él al final no recibirá nada, salvo que en esa
controversia el triunfador sea su facilitador de Sonetos.
¡Recuerden caballeros y
caballeras!.
Al decir de D’alessandro: todavía
faltan más mensajitos, aunque oportunamente Marce haya decidido ausentarse a descansar sus
fatigosos anhelos.
¡Todavía falta! y seguiremos
diciendo:
¡Cosas Veredes Sancho!