viernes, 21 de abril de 2017

Un pacto para vivir



Por Alberto Carbone

Un pacto para vivir, odiándonos sol a sol revolviendo más en los restos de un amor, 
con un camino recto, a la desesperación
¿desenlace? en un cuento de terror.

 Bersuit Vergarabat 


Podemos reflexionar respecto de los procedimientos que lleva a cabo el actual gobierno. Algunos lo definen Neoliberal, otros prefieren el mote de conservador, hay quienes se derrumban frente a las expectativas caídas, porque le habían otorgado una cuota de esperanza.
Pensemos como pensemos, es cierto que nos encontramos definitivamente en un grave problema.
Es que una de las consideraciones más falaces que hemos oído de parte de esta administración, es la de haber supuesto que con su advenimiento evitaban que nuestro país siguiera los pasos de Venezuela.
Algo de ello es cierto. Allí también existe una grieta. La actualidad nos lo demuestra palmariamente. Existen dos orientaciones políticas bien definidas, dos caminos disimiles que se chocan y ante los cuales es difícil transitar.
Aquí también. En Argentina la “grieta” traduce dos modelos de administración, dos rumbos que no pueden cohabitar.
Pero si la grieta existe en ambos países, qué evitó el advenimiento de la administración “Macriana”?.
Piense. Recuerde. Las Organizaciones Obreras le reclamaban al gobierno anterior dos temas específicos: el primero relacionado con la inmensa cantidad de beneficios que obtenían los sectores más bajos de la sociedad, traducidos en planes sociales, salubridad hospitalaria, educación, etc. Proferían que se trataba de beneficios que conseguían una gran cantidad de extranjeros, “hermanos latinoamericanos”, decían y “gente” del interior del país, radicados en CABA y en el Gran Buenos Aires. El otro tema, específicamente relacionado al “impuesto a las ganancias”, exhortaba al gobierno a que deponga su actitud de incluir a la famosa “cuarta categoría” dentro del pago de ese impuesto, en virtud de que incluía injustamente a gran cantidad de asalariados, y resumían su exigencia con la famosa frase: “el salario no es ganancia”.
Usted lo recuerda, claro.
Bueno, ¿Qué hizo este gobierno con referencia a estos temas?.
Los mantuvo. ¡Siguen vigentes!. Con el agregado de que está desfinanciando los hospitales públicos.
Usted se preguntará entonces: ¿Qué hacen los Medios de Comunicación masiva, que hostigaron al gobierno anterior durante meses por estos reclamos?.
¡Nada!. Si, usted lo sabe, nada. Se trató de una campaña de convencimiento a las capas medias de la sociedad, en contra de la actitud de un gobierno al que había que cuestionar y “cambiar”.
¿Se imagina lo que hubiera pasado con esos mismos Medios si el gobierno anterior hubiera quebrado a la industria nacional, generado miles de despedidos, incrementado la deuda externa y agudizado la grieta sociopolítica?.
Además, la imputación de corrupción, que han proferido y continúan haciéndolo desde los Medios concentrados, contra los últimos doce años, va desgajándose poco a poco en virtud de la sangría que ejecutan desde el gobierno actual contra los bienes de la Nación y de la demostración elocuente de la pretensión de vaciamiento del Estado a expensas de acordar negociados entre los miembros del actual elenco gubernamental.
Pero yo ya he vivido semejante debacle. Fue para la época del deceso del general Perón. El país había perdido a su conductor y quienes quedaban con la responsabilidad de continuar el gobierno, resultaron a todas luces incompetentes.
Es lo que está pasando en la actualidad. El economista Miguel Ángel Broda, insospechado ideológicamente de pertenecer a cualquier extracción peronista dijo esta semana: "El anterior gobierno dejó una herencia positiva que es baja deuda sobre el PBI. El problema es que estamos aumentando rápidamente esa baja deuda. Hemos regresado a ese deporte nacional, que es el endeudamiento masivo". “Quienes creímos en Macri tenemos una cierta desazón”.
Pero volvamos al tema Venezuela. Estimado lector. ¡No podemos parecernos a Venezuela!.
De la veintena de países miembros de América Latina, solo tres poseen su economía diversificada. Estos son: México, Brasil y la Argentina.
Podríamos esperar que nos sucedan situaciones similares a estos dos países, pero jamás al resto, en virtud de que su economía es extractiva y monoproductiva.
¡Es el caso de Venezuela!. Vivió un período de esplendor en virtud del alto precio internacional del petróleo. Único bien que genera. Si EE.UU. pretendiera poner de rodillas a ese país, le alcanzaría solamente con bajar ese precio internacional y generar que los ingresos no le alcancen para cubrir sus gastos corrientes.
¡No advirtió cuanto bajo el precio internacional del petróleo!.
La economía diversificada es más compleja. En Argentina, un verdadero ejército de mano de obra se expande por el conurbano bonaerense desde 1932, época del inicio del Programa de Sustitución de Importaciones, promovido por el Dr. Federico Pinedo, ministro de Economía del gobierno de Agustín P. Justo. Si. “La Década Infame”, famosa y oligárquica. Pero aquellos adinerados, eran inteligentes y advirtieron que si no generaban industria local, la crisis internacional del año 1929 podía producir en el país un estallido social. Crearon fuentes de trabajo y campearon el temporal.
¡Compare con la incompetencia de los actuales!.
Diez años después, el general Perón extendió el Programa y lo redondeó otorgándole beneficios sociales a esos pobres, que en palabras del historiador Juan Carlos Portantiero, se transformaron en los “obreros nuevos”.
No quiero extenderme. No alcanza una nota para explicar el problema argentino y su famosa “grieta”. Lo cierto es que de una u otra manera, los líderes de la ciudadanía deberán convenir un “pacto”. Un “Pacto para Vivir”. Para seguir adelante teniendo en cuenta la fabulosa policromía de nuestra sociedad. Pensemos que de lo contrario, todo emprendimiento llevará implícito el sello del fracaso.  Como dijo el querido poeta Pedro B. Palacios “Almafuerte”: ¡Todos los incurables tienen cura cinco segundos antes de la muerte!.


No hay comentarios:

Publicar un comentario