La conjura de los necios
Necio
es quien insiste en los propios errores o se aferra a ideas o posturas
equivocadas, demostrando con ello poca inteligencia.
Por Alberto Carbone
Hace pocos años, durante un viaje a la ciudad
de Cusco, fui invitado a presenciar un recital de música andina dentro de la
imponente catedral. Resultó ser un grupo de origen chileno, muy bien formado y
de excelente calidad artística. Concluido el evento, me acerqué a uno de sus
integrantes para felicitar al conjunto, y le referí respecto del buen nivel
ejecutado, haciéndole referencia a que una vez más los chilenos demostraban la
eximia calidad interpretativa de los instrumentos del altiplano, como lo hacían
varios de los conjuntos transandinos que conocí durante todos estos años. También
destaqué la amabilidad y la fraternidad que denota por lo menos la mitad de su
pueblo, lamentando que la otra, necia e ignorante, se mantuviera aferrada en la
defensa de la dictadura pinochetista, a pesar de las heridas, demostraciones
palpables de dolor y sometimiento que padeció la sociedad y de las pruebas de
entrega y vaciamiento económico soportado por ese país. El joven músico se
sonrió y como toda respuesta dijo: “tenías que ser argentino”.
Hoy, algunos años después de estos
acontecimientos, descubro con dolor que lo expresado en aquel momento por el
músico chileno es cierto en la actualidad. Porque en aquel entonces, como argentino,
me expresé con sorna hacia el pueblo hermano transandino y desde una postura de
falsa superioridad, error que cometemos demasiadas veces los porteños en el
exterior, dictaminé que el cincuenta por ciento de los chilenos no habían
comprendido el cambio de época y consecuentemente, no habían advertido los
cambios políticos que empezaban a efervescer en América Latina. Tal vez por
ello, después de tantos años de finalizada la dictadura, persistían en su
defensa.
Pero el tiempo se encarga de todo. Así dice un
viejo proverbio. Porque con el transcurso de los años, los argentinos también
bebieron de esta pócima.
Después de la violenta depresión que significó
en nuestro país el año 2001, que provocó hambre y desolación para toda la
sociedad, pero sobre todo la destrucción de valores y costumbres en la enorme
Clase Media que nos representa, el país vivió doce largos años de estabilidad y
recurrente prosperidad, impulsada a través de medidas políticas que se tomaron
con decisión y valentía, a pesar de profundas críticas que desembozadamente
proferían los sectores sociales de mayor poder económico.
Por sobre todos esos factores que se oponían a
la nueva empresa y contra viento y marea, la política económica y social del
Kirchnerismo se afianzó, recuperando el bienestar que creían perdido, de vastos
sectores de la sociedad.
Sin embargo, mucha gente perteneciente a la
voluminosa Clase Media nacional, que experimentó mejoras sustanciosas durante
aquellos doce años, no dudaron en escuchar los cantos de sirena de periódicos
como La Nación, que jamás representó a otro Sector que el agrícola-ganadero, o
los fragorosos toques de Clarín, llegados desde el autotitulado “gran Diario
Argentino”. ¡Sabe hasta lo que he escuchado en este país Sr. Lector?. ¡Que el
Kirchnerismo se había robado todo!. ¡Que si cada uno de nosotros estaba mejor
era por esfuerzo propio y no por la política del Kirchnerismo!. ¡¡¡Que lo mejor
era un cambio político para que los malos no se perpetuaran en el Poder!!!.
¿Sabe Sr. Lector cuál fue el remedio que
encontró esa gente que hablaba así, para terminar con el Kirchnerismo?.
“Votarlo a Macriano”!!!!!.
¡Si!. ¡¡Se lo juro!!. ¡¡¡Hubo gente en este
país que prefirió votar a semejante pánfilo con tal de terminar con el
Kirchnerismo!!!!. Con ese Kirchnerismo que le permitió viajar al exterior,
cambiar casa y auto, comprarse ropa, tener un hijo y poder mantenerlo, y para
los menos pretensiosos, cambiar el celular!!.
Situaciones todas que para el desvergonzado de
González Fraga, no deberían haber estado jamás accesibles para la inmensa
mayoría de la Clase Media.
¡¡Una aseveración que demuestra una vez más que
los logros sociales se deben a las políticas implementadas por el gobierno y no
solo al esfuerzo individual!!. ¡¡Si no dígame porque ahora no puede acceder a
todos los bienes que antes sí accedía con el Kirchnerismo!!!!!.
Pero ahora quienes votaron a Macriano o lo
niegan, se esconden, o sueltos de cuerpo, lo justifican.
Es como si hubiera una especie de acuerdo
tácito e irracional. Pareciera que algunos enceguecidos y caprichosos no
quieren reconocer su error, aun advirtiendo que están cada vez peor en relación
con los años anteriores.
A veces daría la impresión de que se tratara de
una especie de confabulación a través de la cual evitar reconocer un error
flagrante y de esa forma sentirse menos desvalido intelectualmente.
A mal de muchos consuelo de tontos, decía mi
abuela. Para ser necio y pasar inadvertido, no hay nada mejor que juntarse
entre varios, un grupo lo más numeroso posible. En medio de la igualación de
pareceres, parecer así un poco más parecido a la normalidad. Esa normalidad que
otorga la “norma”. La que impera como modelo desde las páginas de Clarín o
desde la Nación. El individuo normal que vota a Macriano por recomendación de
Canal 13 o de TN.
Esa
normalidad asociativa que conspira contra ellos mismos y los hace vivir con la
alegría de estar un poco peor cada día. “Vivir en la incertidumbre del futuro
incierto”. No lo digo yo, lo dijo el ministro de Educación de la Nación,
Esteban Bullrich, ese, que puso Macriano. Una conspiración que es propia de los
necios y que yo, inocentemente, creí que en la Argentina no se cosechaba.
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