miércoles, 7 de junio de 2017

La conjura de los necios
 Necio es quien insiste en los propios errores o se aferra a ideas o posturas equivocadas, demostrando con ello poca inteligencia.




Por Alberto Carbone

Hace pocos años, durante un viaje a la ciudad de Cusco, fui invitado a presenciar un recital de música andina dentro de la imponente catedral. Resultó ser un grupo de origen chileno, muy bien formado y de excelente calidad artística. Concluido el evento, me acerqué a uno de sus integrantes para felicitar al conjunto, y le referí respecto del buen nivel ejecutado, haciéndole referencia a que una vez más los chilenos demostraban la eximia calidad interpretativa de los instrumentos del altiplano, como lo hacían varios de los conjuntos transandinos que conocí durante todos estos años. También destaqué la amabilidad y la fraternidad que denota por lo menos la mitad de su pueblo, lamentando que la otra, necia e ignorante, se mantuviera aferrada en la defensa de la dictadura pinochetista, a pesar de las heridas, demostraciones palpables de dolor y sometimiento que padeció la sociedad y de las pruebas de entrega y vaciamiento económico soportado por ese país. El joven músico se sonrió y como toda respuesta dijo: “tenías que ser argentino”.
Hoy, algunos años después de estos acontecimientos, descubro con dolor que lo expresado en aquel momento por el músico chileno es cierto en la actualidad. Porque en aquel entonces, como argentino, me expresé con sorna hacia el pueblo hermano transandino y desde una postura de falsa superioridad, error que cometemos demasiadas veces los porteños en el exterior, dictaminé que el cincuenta por ciento de los chilenos no habían comprendido el cambio de época y consecuentemente, no habían advertido los cambios políticos que empezaban a efervescer en América Latina. Tal vez por ello, después de tantos años de finalizada la dictadura, persistían en su defensa.
Pero el tiempo se encarga de todo. Así dice un viejo proverbio. Porque con el transcurso de los años, los argentinos también bebieron de esta pócima.
Después de la violenta depresión que significó en nuestro país el año 2001, que provocó hambre y desolación para toda la sociedad, pero sobre todo la destrucción de valores y costumbres en la enorme Clase Media que nos representa, el país vivió doce largos años de estabilidad y recurrente prosperidad, impulsada a través de medidas políticas que se tomaron con decisión y valentía, a pesar de profundas críticas que desembozadamente proferían los sectores sociales de mayor poder económico.
Por sobre todos esos factores que se oponían a la nueva empresa y contra viento y marea, la política económica y social del Kirchnerismo se afianzó, recuperando el bienestar que creían perdido, de vastos sectores de la sociedad.
Sin embargo, mucha gente perteneciente a la voluminosa Clase Media nacional, que experimentó mejoras sustanciosas durante aquellos doce años, no dudaron en escuchar los cantos de sirena de periódicos como La Nación, que jamás representó a otro Sector que el agrícola-ganadero, o los fragorosos toques de Clarín, llegados desde el autotitulado “gran Diario Argentino”. ¡Sabe hasta lo que he escuchado en este país Sr. Lector?. ¡Que el Kirchnerismo se había robado todo!. ¡Que si cada uno de nosotros estaba mejor era por esfuerzo propio y no por la política del Kirchnerismo!. ¡¡¡Que lo mejor era un cambio político para que los malos no se perpetuaran en el Poder!!!.
¿Sabe Sr. Lector cuál fue el remedio que encontró esa gente que hablaba así, para terminar con el Kirchnerismo?.
“Votarlo a Macriano”!!!!!.
¡Si!. ¡¡Se lo juro!!. ¡¡¡Hubo gente en este país que prefirió votar a semejante pánfilo con tal de terminar con el Kirchnerismo!!!!. Con ese Kirchnerismo que le permitió viajar al exterior, cambiar casa y auto, comprarse ropa, tener un hijo y poder mantenerlo, y para los menos pretensiosos, cambiar el celular!!. 
Situaciones todas que para el desvergonzado de González Fraga, no deberían haber estado jamás accesibles para la inmensa mayoría de la Clase Media.
¡¡Una aseveración que demuestra una vez más que los logros sociales se deben a las políticas implementadas por el gobierno y no solo al esfuerzo individual!!. ¡¡Si no dígame porque ahora no puede acceder a todos los bienes que antes sí accedía con el Kirchnerismo!!!!!.
Pero ahora quienes votaron a Macriano o lo niegan, se esconden, o sueltos de cuerpo, lo justifican.
Es como si hubiera una especie de acuerdo tácito e irracional. Pareciera que algunos enceguecidos y caprichosos no quieren reconocer su error, aun advirtiendo que están cada vez peor en relación con los años anteriores.
A veces daría la impresión de que se tratara de una especie de confabulación a través de la cual evitar reconocer un error flagrante y de esa forma sentirse menos desvalido intelectualmente.
A mal de muchos consuelo de tontos, decía mi abuela. Para ser necio y pasar inadvertido, no hay nada mejor que juntarse entre varios, un grupo lo más numeroso posible. En medio de la igualación de pareceres, parecer así un poco más parecido a la normalidad. Esa normalidad que otorga la “norma”. La que impera como modelo desde las páginas de Clarín o desde la Nación. El individuo normal que vota a Macriano por recomendación de Canal 13 o de TN.

 Esa normalidad asociativa que conspira contra ellos mismos y los hace vivir con la alegría de estar un poco peor cada día. “Vivir en la incertidumbre del futuro incierto”. No lo digo yo, lo dijo el ministro de Educación de la Nación, Esteban Bullrich, ese, que puso Macriano. Una conspiración que es propia de los necios y que yo, inocentemente, creí que en la Argentina no se cosechaba.

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