sábado, 8 de septiembre de 2018


La Ardiente Paciencia

Por Alberto Carbone

 

La palabra “trabajo” deriva de la acción de trabajar que en latín “tripalliare” significa atormentar, torturar con el “tripallium”.

El tripallium era una herramienta usada para sujetar a los animales de las patas con el objetivo de proceder a la yerra y también se utilizó en la antigüedad como implemento de tortura para castigar a los esclavos.

 

En Italia el trabajo se denomina “laboro”. Su origen es la labranza. Por ejemplo: “los agricultores salieron a laborar el campo”.

De una u otra manera, esas viejas acepciones nos remiten claramente a la significación definitiva de este antiquísimo proceder humano.

La modernidad, es cierto, ha introducido sus condimentos. Variados filósofos, por no mencionar a ninguno, y que alguien utilice estas palabras como actitud de menoscabo o satisfacción por algunos u otros, han generado un ambiente de continua reelaboración del concepto, con aditamentos variados y formulaciones que han complejizado su definición.

El trabajo como mercancía. El Ser del hombre resumido en esa tarea. La importancia del trabajo en una sociedad que se desarrolla, etc, etc.

Porque si bien es cierto que el resultado del esfuerzo debe conllevar el fruto de una realización personal, también lo es como corolario del crecimiento social dentro de una comunidad que crece y se desarrolla.

El esfuerzo personal no debe escindirse de la natural promoción de la sociedad toda, engendrada como fruto del esfuerzo mancomunado.

En una sociedad democrática, el auténtico valor de sus líderes, es el trabajo por el fomento de esa naturalidad de progresismo. Hablamos de una comunidad que cree en sí misma y se desarrolla naturalmente a través del esfuerzo compartido.

La Nación no está conformada por una comunidad de obreros. Son múltiples y variados los sectores económicos que confluyen en la intencionalidad de progreso.

El empresario y el obrero trabajan en un mismo sentido y si bien sus intereses particulares son disímiles, ambos confluyen en un mismo interés cuando se trata la conveniencia de contribuir a ver progresar la empresa de la que forman parte.

La Nación es eso mismo. El país es un conglomerado de proyectos sociales comunes con intereses particulares diversos.

Los líderes políticos coyunturales, deben en consecuencia, ejecutar los movimientos exactos para que las notas comunes no desafinen y para que los intereses individuales fluyan concomitantes, generosos, inteligentes y armónicos.

La Argentina actual es una sociedad esperpéntica. No se trata de que haya disminuido el liderazgo político. El problema es que ese liderazgo no existe desde hace tres años.

Esto no significa que el mejor equipo de los últimos cincuenta años haya fracasado. En realidad sucede que la administración “macriana” ha determinado que este país debe retroceder a principios del Siglo XX y reconvertirse en lo que fue en esa época, un territorio destinado a la oferta de materia prima al mercado exterior sin valor agregado.

Pero cuál es el verdadero problema?.

Nos han advertido reiteradamente que el verdadero problema argentino era el peligro de parecerse a Venezuela. Lo recuerda?.

América Latina está conformada por veinte países. Todos, al igual que Venezuela, son mono productivos. Esto significa que si el mercado mundial decide por cuestiones políticas o de estacionalidad económica, disminuir el precio internacional del producto de alguno de estos países, la nación afectada padecería un serio problema en su balanza de pagos, en sus términos de intercambio,  en el equilibrio de su comercio exterior y en el déficit profundo resultado del bajo ingreso de capital para subsistir a sus erogaciones.

Un caso puntual es justamente Venezuela. La caída del precio internacional del crudo redunda en un fuerte rojo para hacer frente al costo de su economía interna.

Solo tres países de América Latina podrían hacer frente a los vaivenes de la economía internacional. Solo tres países NO pueden parecerse a los demás. NO pueden transformarse en Venezuela. Estoy hablando de México, del Brasil y de la Argentina.

Los tres países mencionados, entre los cuales está el nuestro, poseen una economía diversificada.

Qué significa?. Que los tres poseen inversión en producción de materia prima y en producción de industrias fabriles.

La economía diversificada, il laboro en la citta e il laboro en la campaña, como la posee también EE.UU de América, nos otorga liderazgo en la región, permitiendo que las decisiones políticas sean autónomas y no variables a los condicionamientos externos.

Lamentablemente, cuando nos encontramos con gobiernos que declinan esta posibilidad de autogestión, como está aconteciendo actualmente en el Brasil y la Argentina, el calvario no es solamente para los moradores sino también para toda América. Si tratamos de realizar una lectura geopolítica, seguramente hallaremos no sólo el objetivo final, sino también a los posibles beneficiados con esta orientación.

Pero hoy me preocupa que nos detengamos más en los perjudicados de esta política. Porque es indiscutible que la necedad de algunos ha puesto en grado de intolerancia la vida en nuestra comunidad. En solo tres años, lo que comenzó por ser la derrota de los sectores del trabajo, hoy está diluyendo el futuro de las pequeñas y medianas empresas y el tsunami amenaza con arrasar la totalidad de la clase media.

La ardiente paciencia del hombre común está por estallar.

Una marea humana trabaja en emprendimientos fabriles, para el mercado interno. Es imposible hacer desaparecer por arte de magia esta realidad. Ni en la Argentina ni en el Brasil. Además, el crecimiento social depende del mercado interno, porque los dividendos producto de la exportación cerealera y cárnica se quedan en los bolsillos de los productores, no se reconvierten en Pesos que circulan internamente, se quedan en cuentas bancarias del exterior. No me diga que no lo sabía!.

El dolor por el presente y la desesperanza por el futuro son materias cotidianas.

Deseo fervientemente que sea la paz la que ilumine la transformación. Un verdadero cambio, una recuperación impostergable que este país, merecedor de esclarecidos mandatarios y mejores votantes, se merece.

 

 

 

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