jueves, 27 de septiembre de 2018


 

Carlos Duarte en el centro de la tormenta.

Por Alberto Carbone

 

Carlos Duarte. Lavacopas, mozo, albañil. Un pibe argentino de veintiún años sin trabajo y más de cuatro meses buscándolo. Una buena noticia por el hallazgo laboral, a partir de la magia que trasunta dentro del devenir informático.

Este es el protagonista del “cambio”, tan sólo uno de los Carlos Duarte que deambulan sin pan y sin trabajo por esta Argentina reciente de este “cambio” con tufo a frustración.

Este pibe cordobés, es el reflejo inaudito de miles de jóvenes que transitan las calles asfaltadas de pesadumbre, veredas sin camino, sin sentido u orientación.

La historia de tantos chicos jóvenes a los cuales se les escurre la vida  entre los dedos de un lavacopas.

La tómbola que ha pergeñado este gobierno para concebir la desventura, lo ha beneficiado esta vez a Carlos. Eugenia, la mujer que lo atendió aquel día y a quien le pidiera trabajo, le solicitó su currículum, Carlos, sin dinero para imprimirlo, tuvo que confeccionarlo a mano. La mujer percibió en el muchacho su necesidad y se comprometió con su requerimiento. No hizo otra cosa que colgar esa anécdota en su Facebook. La nota se viralizó y como resultado, Carlos logró el reingreso a la sociedad y comenzará a trabajar durante esta semana.



La tómbola de “Cambiemos” sigue girando.

No se trata de un Milagro.

Es el resultado caprichoso del azar.

Las bolillas que circulan dentro de una ruleta dolorosa que contiene los nombres numerados de todos los jóvenes de nuestro país.

 

A ver señores atención.

No va más!.

La rueda se detiene y una bolilla determina el futuro del beneficiario.

Como dije. No se trata de un Milagro.

Me atrevo a decir que probablemente se trate de un castigo.

El dolor por el sufrimiento de haber optado democráticamente por la elección de un gobierno, que ha señalado desde el comienzo un rumbo preciso, claro y contundente. Un rumbo diametralmente opuesto a los intereses de las grandes mayorías y orientado a facilitar los negocios de los intereses concentrados del capital nacional e internacional.

Este joven de hoy, famoso y viralizado, es reconocido aún en el exterior. El diario El País de Madrid ha levantado su historia. Pero me pregunto: Qué sucederá con los miles de Carlos que todavía esperan y deambulan por nuestro territorio?.

Usted pensó en el futuro de sus hijos?.

La juventud debe construir su futuro, prepararse, crecer y sentirse útil.

Encontrar sentido a su vida y a partir de ello, contribuir a elaborar el futuro de todos, para que juntos desplieguen el futuro del país.

Mencioné la palabra futuro demasiadas veces. Es el derecho intrínseco que posee todo ser humano. Es la fortaleza que merece nuestra juventud. Ningún gobierno debe coartarlo. La comunidad del presente, debe sostenerse en el anhelo irrevocable de su propia construcción.

Lo primero que la sociedad debe hacer, es deconstruir este presente inaudito, para afianzar un proyecto unánime.

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