sábado, 3 de agosto de 2019


Una sombra ya pronto serás

 
 
 
 

POR ALBERTO CARBONE

 

Queda poco tiempo

Falta muy poco.

Las PASO configuran un adelanto de lo que sucederá finalmente.

Un anticipo. Una advertencia.

El tiempo se estiró sin tegua, ¡se hizo de goma!.

Cuatro años de gobierno imposible de aguantar…

¡Cuatro años de desgobierno!.

Lo cierto es que si bien hay que esperar a diciembre para que concluya, la experiencia de las elecciones Primarias ejercerá su impronta como anticipo, como antecedente, como cachetazo final.

De todo lo que hemos vivido como sociedad me queda un único interrogante. ¿Será capaz el pueblo argentino, ese gran elector, de aprender de sus errores?.

Necesitamos creer, tener la convicción de que finalmente la sociedad aprende y corrige. Muchos estafados podrán hacerse oír a través del sufragio.

Quiero creer.

Necesito creer.

Yo sé que existe gente que ignora. Sé que existen quienes viven más cómodamente en la ignorancia. También sé que los hay necios que jamás reconocerán estar equivocados, o haberlo estado.

Pero creo que quienes persisten en el error por necedad son los menos.

Quiero y necesito creerlo.

Sabe que pasa. Que a través de los años, uno advierte que la vida es una sola y que fluye, se evapora entre los dedos. Que al fin de cuentas, son muy pocos los años de satisfacción, de alivio, de salud generalizada que se pueden disfrutar.

Son muy pocos años para cubrirlos de necedad, de incomprensión, de ignorancias.

Quiero y necesito creer que estos últimos años de dolor, de incertidumbre, de destrozo moral y cívico, representados por la “Era Macriana”, le dolieron a la gran mayoría de los argentinos.

Quiero creer que el mejor equipo de los últimos cincuenta años va a pagar todo lo que rompió y que el principal aporte será responsabilidad del Director Técnico.

Uno a uno tendrá que responder por los desaguisados. Uno a uno tendrá que hacerse cargo y responder con su patrimonio, como lo haría cualquier hijo de vecino.

Y después que todos y cada uno se transformen en un mal recuerdo.

En testimonio de un pasado inaudito que le tocó vivir a una sociedad que en su mayoría eligió no saber, no pensar, no entender. Por ignorancia o por necedad, un camino de espinas de mal trago y sinsabor.

Pero que este recuerdo de dolor de cuatro años de letargo y destrucción quede como un ejercicio de memoria para que no vuelva a ocurrir. Para que ni se nos ocurra reincidir en la catástrofe.

Que quede en la memoria como una “sombra”. Una lejana y permanente oscuridad que nos convoque a repensarnos como sociedad y a advertir que toda vez que olvidemos el camino del trabajo, de la humildad, del esfuerzo por incrementar el mercado interno, el olor de las fábricas, el humo de las chimeneas, el espíritu del que trabaja para ver crecer a sus hijos en la alegría de la escuela. Cada vez que nos tentemos a vivir en la incertidumbre y a luchar todos contra todos en beneficio de unos pocos que jamás somos uno de nosotros, ese día que la sombra se haga luz y nos ayude a corregir el camino.

Muchos a quienes advertí en su momento que la opción Macriana era un fiasco hoy lo reconocen. Muchos le digo, se lo aseguro.

Creo que más del cuarenta y seis por ciento del Padrón electoral van a elegir a la opción de “Todos”, además, no creo que el oficialismo supere el treinta y seis por ciento.

Para mí las “cartas están echadas”. Las especulaciones de los encuestadores y las bravuconadas de los Medios Concentrados solo son grandes estertores.

La verdad caerá sobre la mesa de la cocina de cada hogar, el domingo 11 de agosto en horas de la noche.

Este año la gente va a votar a favor de los argentinos que trabajan.

 

martes, 21 de mayo de 2019


Mujeres en Mayo

Las Amadas Invisibles

 

Me estremecieron mujeres que la historia anotó entre laureles y otras desconocidas, gigantes que no hay libro que las aguante
SILVIO RODRIGUEZ


Por Alberto Carbone 

Dónde estaban las mujeres ese día?

Si no participaron del Cabildo Abierto del 22 de Mayo. Si no acompañaron armadas al Batallón de Patricios, o amontonadas resistieron las inclemencias del tiempo la noche del 24 hasta el amanecer del otro día. Acaso querían saber de qué se trataba?.

Para empezar deberemos reconocer que la historiografía liberal, la que nos han inculcado desde que Mitre decidió transformarse en escritor para preservar para la posteridad la justificación de sus actos, no menciona a las mujeres más que como acompañantes en sombras de sus respectivos maridos.

Nos queda de esa historiografía los apuntes cuidados y tenues sobre la historia de Mariquita Sánchez, mujer que desde los catorce años torció la orden paterna de casarse con un anciano, enamorada como estaba de su primo Martín Thompson, amor consumado como la Ley manda por autorización a regañadientes del entonces Virrey Sobremonte, cuatro años después de iniciada su lucha.

Sin embargo hubo otras muchas mujeres de corazón erguido y elevada convicción, que se aventuraron a los hechos de Mayo con decisión e impronta de valientes.

Cuentan que cuando todavía un extraviado Cornelio Saavedra dudaba respecto de apoyar la conjura contra el poder virreinal, fue la propia esposa de Nicolás Rodríguez Peña, Casilda Igarzábal quien se apersonó a la casa particular del futuro Presidente juntista para intimarlo a participar en las reuniones que Belgrano y su primo Castelli organizaban en la casa de ella, actual Plaza Rodríguez Peña en avenida Callao al 900.

El caso también digno de mención es el de la Sra de Juan José Viamonte, Bernardina Chavarría, quien reunió dinero entre las “damas de la sociedad” para la campaña de promoción de la Primera Junta hacia el interior del país.

Debemos destacar la dolorosa participación de la esposa del ilustre Mariano Moreno, recordemos a la joven mujer María Guadalupe Cuenca, la que embarazada ve zarpar a su esposo hacia el exilio obligado y no cesará de enviar amorosas cartas que le llegaban a su adorado abogado y periodista en pleno viaje incluyendo pormenorizadamente las actitudes políticas desopilantes que tomaban Saavedra y su esposa, “si también su esposa” vilipendiando la figura y obra del fundador de la Gazeta.

Pero la actitud valiente de aquellas mujeres de fuego podemos mencionarla desde 1806. Recordemos la heroica participación contra las Invasiones Inglesas que le cupo a Manuela Pedraza, combatiendo en las calles junto a su marido y capaz de darle muerte al soldado que lo asesina ante sus ojos y seguir luchando sin pausa.

La historia real nos menciona también la inteligencia de Martina Céspedes y sus tres hijas en época de la Segunda Invasión Inglesa de 1807, quien prometiendo aguardiente a los invasores, apresó uno a uno hasta doce de ellos, obteniendo posteriormente de parte de Santiago de Liniers el cargo sargento mayor.

Si de esa época anterior a la Revolución de Mayo tratamos, es importante destacar la actitud despojada y convencida de María Ana Perichon de Vandeuil de O'Gorman amante y seguidora del entonces Virrey Santiago de Liniers, primer caudillo del Río de la Plata, posteriormente, su nieta Camila dará abundantes razones que demuestren el carácter decidido y tenaz de aquellas mujeres.

Pero también existieron guerreras de armas tomar.

Mujeres que pelearon codo a codo con los hombres por la libertad de los pueblos. Entre ellas podemos citar a María Remedios del Valle, una negra muy pobre, soldado raso como su marido, que lo vio morir en acción junto con sus hijos.

O el caso de la dama salteña Juana Moro de López, que entregó su cuerpo para seducir a los realistas como estrategia de espionaje.

Pero sobre todo, el caso imborrable de Doña Juana Azurduy, ejemplo paradigmático del valor y la lucha.

Peleó por la libertad con su amor de toda la vida, Manuel Ascensio Padilla, y cuando este murió por las balas enemigas, jamás bajó las banderas de la Patria, levantadas en la sublevación de Chuquisaca el 25 de Mayo de 1809, un año antes de los sucesos porteños.

El general Manuel Belgrano, que la viera pelear le donó su espada. El gobierno de Buenos Aires la ascendió a Teniente Coronela, Cuarenta años después de sus aprontes guerrilleros, murió sola y olvidada, habiendo dado la vida de su esposo y de sus cuatro hijos a la causa.

Que este homenaje incompleto y humilde, lleve el recuerdo de una pasión incandescente y única. El reconocimiento auténtico y permanente a nuestras mujeres, verdaderas “Madres de la Patria de Mayo”

lunes, 29 de abril de 2019


Contar hasta Cien.
Evita de los Toldos
 
 
alberto carbone
 

 
LA NIÑA DE FUEGO

 
La luna te besa tus lágrimas puras, 
como una promesa de buena ventura.
La Niña de Fuego te llama la gente 
y te están dejando que mueras de sed.




 

 

Rara vez la historia de la humanidad, con sus blanco y negros, con sus avances y retrocesos, se encarga de ubicar en los primeros planos del acontecer, de las decisiones, de las resoluciones más importantes, a una mujer.

Está instalado en el sentido común de la generalidad de los mortales que la historia, constituida por los acontecimientos cimentados a partir del sufrimiento y la lucha, a través del dolor y la sangre, a partir de los pensamientos y la praxis, la hacen los hombres.

Las mujeres, en el mejor de los casos, son convidadas al disfrute de un mísero coprotagónico, acompañando, acomodándose, al lado de quien se yergue como la figura estelar, el centro iluminado de los sucesos, el mágico hacedor que todo lo transforma a partir de su esfuerzo viril.

El hombre tampoco deja que la mujer se acomode al devenir y en general no permite la participación, no la solicita e incluso en muchas ocasiones la impide.

Esta niña que nació en los Toldos un 7 de mayo de 1919, parecía predestinada a otras prácticas, a otras vivencias articuladoras de inesperadas epopeyas.

Porque resultó que la joven Evita no era una niña común. A su propio y lógico deseo de progreso intelectual y material, de la mano de su vocación artística, le apareció como de un rayo, una incipiente pero pertinaz intuición relacionada con la actividad social.

Evita había padecido toda su vida y lo seguía padeciendo, aquel incontenible despropósito, ese injusto axioma que consignaba que el mundo femenino no era otro que el íntimo, simple y pequeño claustro hogareño.

Evita quiso que la mujer ocupase un rol preponderante en la historia nacional y que su acción sirviese como motor generador de cambios sociales que eliminasen injusticias congénitas.

A través de su acción, decidida e implacable, en las elecciones del 11 de noviembre de 1951, el 63 % de las mujeres votaron por el partido peronista. A su vez, fue el peronismo el único partido político que llevó mujeres en sus listas.

 En 1953, por medio de la voluntariosa entrega personal desplegada por la Primera Dama argentina, 23 diputadas y 6 senadoras ocuparon sus bancas.

Esa mujer, despiadada y vengativa, para sus opositores, dulce, comprensiva y luchadora amorosa en pos de la dignidad social, para sus seguidores, mantendrá viva la constante contradicción de intereses entre pueblo y oligarquía, tensión real y permanente, que se evidencia dentro de la realidad que viven los países periféricos, desde que el sistema capitalista mundial, se consolidó definitivamente, después del triunfo de las sucesivas Revoluciones Industriales europeas.

Es difícil hablar de la Patria figurativamente, e insertar ese concepto en la esencia de un ser humano, de tal forma que el individuo lo sintetice a partir de su presencia. Pero en el caso puntual de Eva Duarte, en que toda su vida, sus sinsabores, sus esfuerzos y sus alegrías, son definitivamente identificados a través de los avatares políticos que experimenta esta joven mujer en el transcurso de seis años consecutivos de su vida personal, no parece tan descabellado.

Evita irradió con su imagen y su acción un perfil de la Patria que nacía diversa, que comprendía aún a regañadientes, que existía un amplio sector social negado a través de los tiempos, que surgía a fuerza de salvaje intemperie, “un subsuelo de Patria profunda” que reclamaba por hacerse reconocer vivo y además, que se negaba a morir.

Esa mujer, tierna e indómita a la vez, ya se asomaba en Los Toldos, cuando apenas era la pequeña Evita.

Sus hermanas, a partir de sendas elucubraciones volcadas en trabajos bibliográficos, lo hicieron saber a quienes quisieron enterarse.

También los hombres y las mujeres que la conocieron, que trabajaron junto a ella, que de a poco y cotidianamente fueron aprendiendo con ella que la diversidad cultural era un paisaje natural en nuestra Argentina.

Que la injusticia social era una herencia centenaria que postergaba a las grandes mayorías.

Que el corazón sangrante de millones de seres era un calvario infinito y congénito, causal de dolores mayores para las generaciones sucesivas.

Todos aprendieron con Evita, la joven niña de la tenacidad de fuego, que cuando mujer, como una estrella fugaz, marcó para siempre el cielo de la Argentina, que la Patria existe en los rostros de quienes cotidianamente entregan su esfuerzo por ponerla de pie y sostenerla en andas.

En estos tiempos que corren, tumultuosos, arbitrarios, salvajemente inexplicables, la Nación se yergue siempre a pesar de los vaivenes, aún a costa de quienes son capaces de las peores injurias o de los más salvajes atropellos, la Patria existe muy a pesar de aquellos que la definen minúscula, representativa de las minorías, de intereses personales o de sector.

La Patria, la Nación de Evita, no nació en Los Toldos hace cien ños, mejor digamos que allí nació una estrella fugaz, perseverante, que le advirtió al mundo que Argentina, era mucho más que el país de los dueños de las vacas, era la Patria cultural multifacética, variopinta, inmigrante y aborigen, construida con el esfuerzo de una multitud, que se negaba a seguir siendo humillada. 

 

lunes, 1 de abril de 2019







Cuando gime un bandoneón



por Alberto Carbone

 

…si tenés sentimiento lo tenés adormecido pues todo lo has conseguido pagando como un chabón.
…del Tango “Muchacho” de Celedonio Flores

 

La Argentina es un país habitado por el diez por ciento de la población que potencialmente podría alimentar. Donde casi el ochenta por ciento de su gente se define como miembro de la Clase Media. Cuando votan, eligen candidatos referenciados con el diez por ciento más adinerado, asumiendo como propia la ideología de quienes en el Poder atentan contra sus propios votantes. Esta controversia es más que una paradoja, es una tragedia alimentada en una convicción, hija de un deseo inmaduro y caprichoso, basado en apoyar a la “gente bien” contra el impulso avasallante de los sectores bajos que se creen con derecho a subsistir del esfuerzo de quienes viven del trabajo y sostienen la Patria. La Clase Media argentina vota a los vagos ricos, a los nenes de mamá que jamás han trabajado, para que los pobres, o no puedan trabajar o se resignen a no conseguir un trabajo digno. Esta ecuación, que limita la conciencia del electorado e impide que los sectores medios se identifiquen consigo mismos, enluta el presente y el futuro de un país siempre adolescente, que permanece lejos de definirse con el concepto de Nación.

 

Parece otra vez un Fin de Ciclo.

Hace mucho que lo veo venir. Somos varios quienes lo intuimos. Claro, hay algunos,  demasiados para mi insatisfacción, que viven toda esta situación política y social, como si estuvieran al margen de los acontecimientos. Como si se tratara de la historia de cualquier otro país. O como si las peripecias de su propio país les fueran ajenas.

Por ello quiero contarle esta vez la historia de la defraudación.

No, no. Quédese tranquilo. No me refiero al accionar del gobierno. A la caída de la industria, a la implosión del mercado interno, a la debacle sanitaria, a la hecatombe de los salarios, a la explosión de los precios, al escándalo de las tarifas.

 

No, no. Le comento que esta vez el tema es respecto de una defraudación, no de una estafa.

Porque a mí, como a tantos otros que piensan como yo, que razonan literalmente, nos ha defraudado el escaso nivel de conciencia política que posee la Clase Media argentina.

Usted estará pensando: ¿Pero que creía este hombre?.

Tiene razón. La Clase Media representa a ese sector social que continúa navegando a dos aguas. Surge de la matriz del sector más humilde del proletariado incipiente nacional, de las primeras fábricas de los primeros años del Siglo pasado.

Herederos de los europeos más pobres que tuvieron que emigrar a América para subsistir, que aquí obtuvieron descendencia. Hombres y mujeres recibidos por el país con escasa dignidad durante el primer tercio del Siglo XX, pero que con esfuerzo, muy lentamente y solo una minoría,  lograron que sus hijos avanzaran dentro de la escala social, hasta acceder a formalizar la novedosa Clase Media escalando desde un sector paupérrimo.

Gracias al denuedo del inmigrante, por imperio de su explotación, la Argentina del Centenario fue uno de los cinco o diez países más importantes del mundo de acuerdo con su PBI y contabilizando la distribución de su ingreso.

Cuantiosas ganancias ingresaron al país en la primera década del Siglo XX, pero la riqueza se concentró en muy pocas manos.

Los que trabajaban vivían pauperizados y los dueños de la tierra como magnates.

La tragedia nacional fue y sigue siendo la misma, pero los descendientes de aquellos europeos pobres, consolidados en la mentalidad de Clase Media, hoy votan a los herederos de los patrones que explotaron a sus antecesores.

¿Un trabalenguas le parece?.

Debe ser muy complicado de entender, porque de otra manera no se explicaría racionalmente el proceder de una importante porción del electorado.

Todo o casi todo es herencia de aquella masa informe de inmigrantes pobres de principios del Siglo pasado. Hasta el bandoneón que nombra el título de esta nota. La cultura que recibimos de nuestros mayores, las costumbres, la valiente filosofía de salir adelante a través del coraje personal.

¿Pero existe algún valor que a través del tiempo hayamos aportado nosotros, los hijos y nietos, para enriquecer lo aprendido?. Creo que sí. La estrategia del “sálvese quien pueda” es toda nuestra. ¿Sabe por qué se lo digo?. Porque hace cien años, el inmigrante llegaba a nuestras tierras tentado por las noticias de algún pariente o amigo que ya se había radicado, el que recién llegaba vivía al principio de la hospitalidad del que se había instalado primero, el concepto de solidaridad estaba vivo, acompañaba la subsistencia del otro, del nuevo.

En el primer Censo Nacional del año 1868, época de Sarmiento, se contabilizaron un millón ochocientos mil habitantes. Para el Censo de José E. Uriburu en 1895 había más de cuatro millones, la mitad eran europeos y de ellos, el setenta por ciento italianos.

La cultura del trabajo y la de la solidaridad estaban al orden del día, pero los descendientes de aquellos sufridos pioneros creímos en otra cosa. Aceptamos que vive mejor quien se lo merece, por haberse esforzado más que otro. La solidaridad se convirtió en un concepto vacío. Los descendientes de aquellos abnegados copiamos el modelo de los jefes de los pioneros. El que tiene más es porque tiene más. ¡Qué tanto!. El que tiene menos y quiere más tendrá que sacrificarse, sin red de contención, sin ambages. ¿Y si no tiene ayuda alguna?. ¡Dios proveerá!.

Hablo de la época en la cual la Argentina era un territorio dispensador de producción agrícola y ganadera para el mercado externo y los dueños del capital tierra, los únicos “hacedores”.

A través de una política de inclusión y a partir del esfuerzo de sus padres, los hijos de aquellos pobres de principio de Siglo XX que bajaron de los barcos, constituyeron la Clase Media y hoy, sus descendientes votan en contra de la política de inclusión.

¿Es paradójico verdad?. ¿Se puso a pensar acaso que al eliminar la inclusión se consolida la miseria de los pobres de hoy y que esa pobreza es madre de la marginalidad, de la inseguridad y de la violencia?. ¿A que no lo pensó?.

Mientras tanto, los otros descendientes, el grupo de herederos de la riqueza, se perpetúan y extienden su conducta discriminatoria hacia la Clase Media como si su postulado se anclara en una “tribuna de doctrina”.

Entre tanto sigue naciendo gente “bien” que justifica, por ejemplo, que hasta cambiar el celular todos los años es oprobioso para la Clase Media. ¡Porque no sé si lo advirtió pero; hoy vienen por usted!.

¡Hoy existen algunos miembros de ese sector social más encumbrado que se candidatean a Presidentes y ganan por los votos de la Clase Media!.

¿Y la excusa cuál es?, ¿que el país no es de los pobres?. ¿Y de quién es?. ¿De usted o de los que usted vota en contra de los pobres?. ¿Vota en contra de los pobres o de usted mismo?. ¿A favor de quién?. ¿De ese grupo social que todo lo tiene?. ¡Porque el voto de usted no parece suyo!. ¿O en realidad al votar usted así como vota, usted está hablando de usted?.

¡Otro trabalenguas!. ¿Será que intento confundirlo?.

No me crea entonces. Siga confiando en los Medios de Comunicación concentrados que eluden reconocer que los herederos del sector encumbrado de la sociedad, a esos que usted vota porque cree en parecerse, no han trabajado jamás, tienen “todo pago” y todo “justificado”. ¿Pensó quien los justifica?.

Nos inculcaron que este es un país edificado a través de la cultura del trabajo, del esfuerzo mancomunado, del afán de realización de la Clase Media, después de que sus ancestros fueran explotados en beneficio de los dueños de la riqueza. Si votamos a los mismos siempre seremos lo mismo.

Quienes trabajan merecen un estándar de vida mejor y quienes no trabajan merecen trabajo para incorporarse a un sistema prolífico, a un círculo virtuoso que los incluya dentro del espectro social. Si aislamos a los pobres a su miseria, obtendremos un país dividido en tres compartimentos estancos. El de arriba muy pequeño y muy rico, el de abajo mucho más amplio y paupérrimo, el del centro cuantioso, prolífico, individualista y único que mantiene a los otros dos. ¿Está seguro que continuará eligiendo este camino?

El “niño bien” reverendo hijo de la alta sociedad, cree en la cultura del trabajo para que sea realizado por quienes trabajan para su  comodidad, para que él no tenga que hacerlo.

¿Sabía usted que las Naciones Unidas establecen hoy cuatro estándares de países en todo el mundo?: Primero el grupo muy industrializado, segundo el medio industrializado, tercero el poco industrializado y cuarto el no industrializado. ¿Sabe en qué grupo estamos nosotros?. ¡En el primero!. Entre los cincuenta y ocho países de la primera camada la Argentina figura en la posición cuarenta y siete. Esto se basa en su promedio salarial, en su evolución del PBI, en el desarrollo de su educación y nivel sanitario. Sin embargo en la Argentina, la tercera parte de su población es pobre. ¿Sabe por qué?. Porque no existe un correcto sistema de redistribución de la riqueza y por consiguiente, muy pocos ricos conviven con una mayoría de pobres y en el medio, por supuesto estamos nosotros, padeciendo en el esfuerzo de que no decaiga nuestro nivel de vida, sobre todo cuando nos surge el terror de la cercanía de la pobreza. Sin embargo, paralelamente, a nivel ideológico aplaudimos las políticas impuestas por los gobiernos de elite que destrozan a los sectores bajos mientras fustigan al nuestro. Piense por favor en esta contradicción. No soportamos los “Planes” para la pobreza, porque decimos que es dinero para que los vagos no trabajen, pero toleramos que los ricos gobiernen y sigan engrosando sus arcas sin haber trabajado jamás.

Parece que el aroma del Fin de Ciclo viene asomando, se permite otear, se hace intuición. Esperemos que por el bien de todos, por la sana costumbre de vivir y dejar vivir, también se constituya en un aroma que nos deje respirar.
 
 
 

martes, 8 de enero de 2019


Entre Chetos y Pichettos
 
 
 

Por Alberto Carbone

 

¿Cuánta miseria puede aguantar la Argentina recibiendo inmigrantes pobres?
Miguel Angel Pichetto. Senador de la Nación. 2018

 

 
“Yo no dejé de sentir la sorpresa general –que observé después en los que desembarcaban– ante aquella ciudad enorme, ante aquella inmensa incógnita que desde hace veinte años crece en silencio sin que sus hermanas latinas tengan a bien notarlo. Aquel vasto puerto, con sus muelles amplios, y limpios como los de un puerto alemán, atestados de navíos en tres y cuatro filas; el orden del desembarco; la cortesía de los funcionarios; la amplitud y comodidad de los locales de la Aduana; los automóviles lujosos que os conducen a los hoteles a través de las grandes arterias centrales; el movimiento de las calles en que radica el alto comercio, el de aquella calle Florida, demasiado estrecha, con sus almacenes parisienses; el tránsito de las calles próximas, 25 de Mayo, Bartolomé Mitre y Reconquista; las grandes oficinas y los animados Bancos, que ostentan rótulos con letras de porcelana blanca y os hacen transportaros con la imaginación al centro de la cité de Londres o de Hamburgo; todo esto, visto rápidamente o en conjunto, constituye la gran ciudad europea, mezcla de las capitales y metrópolis comerciales de Europa”.
Huret, Jules, De Buenos Aires al Gran Chaco (Volumen I), Buenos Aires, Hyspamérica, 1988.

 

En oportunidad de la visita al país del periodista de Le Monde, Jules Huret, con ocasión de la celebración del Centenario de la Independencia nacional en el año 1910,  exteriorizó su sorpresa y predisposición respecto de la situación de bienestar que irradiaba la Ciudad del Plata. Un año después sería reflejado en un libro de homenaje, “En Argentina”,  a través del cual describiría desde París sus observaciones. En una de ellas refirió:

“La riqueza fundamental de la Argentina son las tierras de cultivo y las destinadas a la ganadería. La superficie del país es seis veces la de Francia y siendo su tierra virgen, en muchos sitios valen tanto como las de las provincias agrícolas francesas más ricas. ¿En qué consiste la prosperidad argentina? En la exportación a Europa de unos tres millones de toneladas de trigo vendidas el año pasado a 210 francos la tonelada, dos millones de maíz, a 126 francos, un millón de lino, a 269 francos y 300.000 toneladas de carne congelada, que suman en total unos dos mil millones de francos. A esto hay que agregar las 160.000 toneladas de azúcar de Tucumán, los 3 millones de hectolitros de vino de Men­doza y San Juan, las 300.000 toneladas de madera de quebracho y 55.000 toneladas de tanino, sin menospreciar lo producido por las minas de los Andes y los yacimientos de petróleo que empiezan a descubrirse por todas partes. Pero todo esto es la reserva del porvenir. En menos de 40 años se ha creado la agricultura actual. Ha cambiado el término medio de sangre española de la población argentina. Desde hace 40 años, una importante inmigración de italianos del norte, piamonteses y lombardos, de ingleses, franceses, alemanes y vascos, ha dotado a la Argentina de brazos laboriosos, de inteligencias activas y de caracteres emprendedores. Ac­tualmente domina la sangre de los italianos. Se trabaja como no se había trabajado nunca y los mismos andaluces y los árabes son arrastrados por la corriente general. Un país de seis millones y medio de habitantes, ha podido, en pocos años, vencer a los Estados Unidos en la exportación de cereales a Europa. Desde 1908 la Argentina ocupa el primer lugar entre los exportadores de trigo, maíz y lino. Mil millones de oro líquido entran por tales conceptos anualmente en la Argentina. Una minoría inteligente se agita en el Jockey Club y el Club del Progreso, atenta a los negocios a realizar y las empresas proyectadas. Numerosas familias argentinas ricas viajan a Europa y recorren Francia, Italia, Alemania, Suiza e Inglaterra con sus Panhard. Si os invitan a cenar en sus mansiones veréis que el cocinero es de Perugia, el chauffer, de París, el lacayo, alemán, el pinche de cocina, gallego, las camareras, inglesas o vascas. Por otra parte, vuestro anfitrión, alemán por su padre, argentino por su madre, y casado con una hija de vasco francés y de italiana, tiene en este momento a sus hijos estudiando en las universidades de Cambridge o Heidelberg. En el desfile militar observamos debajo de las gorras de granaderos del Imperio, quepis de Saint- Cyr y gorras aplastadas a lo teutónica, los rostros cetrinos de mestizos de indias y españoles…”.

 

Cuando se releen los acontecimientos argentinos de la época del Centenario, extraemos datos duros de la sociedad, de la producción, de la exportación, de la actividad económico social en general, y no podemos más que preguntarnos; ¿Qué le pasó a la Argentina?.

Nos referimos a un país que disputaba con los EE.UU de América el liderazgo continental, considerado como uno de los cinco o seis más importantes del Globo y cobijo de millones de inmigrantes con deseos de asentarse y progresar en mejores condiciones de vida para ellos y sus familias.

Cuando evaluamos la fenomenal progresión geométrica que significó el crecimiento poblacional del país de los argentinos entre el primer y tercer censo nacional, advertimos la impresionante mixtura cultural gestada entre los años 1895 y 1910.

 

Primer Censo de la República Argentina
15 al 17 de septiembre, presidencia de Domingo Faustino Sarmiento.
Fue realizado en los tiempos de la Guerra del Paraguay (1865-1870) y fue dirigido por Don Diego de la Fuente. Su objetivo era el empadronamiento de la población. Relevó casi la mitad de lo que hoy es nuestro territorio nacional, sin contar el ejército que operaba en el Paraguay ni la población indígena, cuyo cálculo aproximado fue de 93.000 personas.
Se basó en una concepción de registro referida a la "población de hecho", que implicaba incluir a las personas que durmieron en la vivienda la noche anterior al censo, como sucede actualmente.
1.737.214 habitantes

 

Segundo Censo de la República Argentina
10 de mayo, presidencia de José Evaristo Uriburu. Representó la unificación territorial del país tras la incorporación del desierto y del Chaco, por lo que su cobertura fue mayor a la del anterior.
Además de un censo de población, se llevó a cabo también un recuento agropecuario e industrial.
4.044.911 habitantes

 

Tercer Censo de la República Argentina
1 de junio, presidencia de Roque Sáenz Peña. El ejercicio del poder estaba a cargo del vicepresidente Victorino de la Plaza. Fue un censo poblacional, agropecuario e industrial. Se excluyó el conteo de las personas que integraban los pueblos originarios, las cuales se calcularon en 18.425.
Las omisiones totales se estimaron en 118.582 personas. Se redujo el radio de acción de cada empadronador, de esa forma se alcanzó mayor control en los guarismos definitivos.
7.885.237 habitantes

 

 

El significativo crecimiento de la población describe a las claras que Argentina se había transformado en una región de asentamiento de infinidad de seres humanos de origen europeo, que con extremas necesidades, encontraban del otro lado del mar la posibilidad de instalarse con su familia y construirse el futuro.

Quizá en esta última aseveración encontremos alguna respuesta a la propensión de los nietos de aquellos inmigrantes europeos que en la actualidad reaccionan con impronta “chauvinista” contra la inmigración actual llegada desde los países americanos.

Porque aquellos hombres y mujeres, familias enteras que abordaron los barcos con escaso dinero o ninguno, casi escapando de la pobreza y hostilidad de sus países de origen, alojados en el viejo Hotel de Inmigrantes primero y hacinados después en los famosos Conventillos del barrio de Balvanera y la Boca, conformaron la mano de obra barata que la elite porteña ansiaba para la realización de todas aquellas tareas desagradables que la “gente de bien” y de buen pasar jamás se hubiera dignado a realizar.

Es cierto que esos inmigrantes tuvieron hijos y nietos que los reemplazaron en sus quehaceres, pero es verdad también que muchos de ellos progresaron al influjo de sus cavilaciones y esfuerzos, permitiéndoles el progreso social y hasta económico, acompañados de algún título universitario que les facilitó primero superar el escollo terrible de la clase social inferior de la que eran originarios y posteriormente los habilitó a olvidar sus antiguos orígenes, mirándose en el espejo de aquel sector social que en el comienzo de la historia había sido amo de la vida y decisiones de sus ancestros.

Alguien dirá que es una extraña paradoja, otros en cambio, lo explicarán como un episodio natural que sucede dentro del sistema capitalista.

Hagamos un esfuerzo por favor. La elite se apoderó de vastas extensiones de territorio nacional, porque sobre él vivían los aborígenes. A todas luces, los máximos derrotados después del avance del ejército nacional durante la conocido Campaña al Desierto. Los herederos de los triunfadores, que a la vez eran los argentinos descendientes de las familias ilustres que fundaron las ciudades de cuño europeo, revalidaron sus títulos de propiedad de aquella tierra usurpada a los aborígenes, destinándola a la producción cerealera y cárnica. Pero faltaba algo muy importante para redondear el proyecto: la mano de obra. El aborigen no podía tenerse en cuenta en virtud de su oposición a trabajar para otro en su propia tierra y con metodología del viejo continente. La elite precisaba cuantiosos brazos que conocieran ese sistema de labranza, que estuvieran dispuestos a desplegarla y sobre todo, que no preguntaran respecto de la legitimidad propietaria de quienes les ofrecían el trabajo.

La instalación de los inmigrantes europeos en el sistema productivo argentino solucionó el dilema de la mano de obra. Gente dócil y sumisa, acostumbrada a la más antigua labor humana y a sobrevivir con las necesidades básicas insatisfechas.

La marea humana inmigrante se transformó en una verdadera explosión. Los censos sucesivos indican que la población creció exponencialmente, que el arribo de los europeos superaba el crecimiento vegetativo. La Pampa Húmeda sobretodo, escuchaba multiplicidad de lenguas y regionalismos.

¿Pero qué sucedió con los indios?. ¿Alguien se preocupó por la situación de aquellos originales de cuño ancestral, grandes derrotados del sistema de imposición productivo basado en la política agrícola extensiva?.

Nadie se preocupó. Nadie hizo alguna referencia, acaso sólo si había que maldecir que aún siguieran existiendo a pesar de las balas y el hostigamiento de los blancos.

Los inmigrantes europeos, extrañados y desposeídos, que también eran blancos, no opinaron sobre ese tema. Jamás fue su pelea, su guerra.

Los herederos de aquellos pobres inmigrantes luchadores incansables, que en general murieron sin volver jamás a pisar suelo materno, han progresado. ¿Han progresado?.

Ahora, un Siglo después de consumados los hechos, estos descendientes, muchos profesionales universitarios de toda laya, políticos, senadores por ejemplo, miran al interior del país y a los habitantes de los países limítrofes de la Argentina y vislumbran en esa gente a los herederos culturales de los perdedores.

Pero resulta que hoy los “Pichettos” ya no son lo que hubieran sido un Siglo atrás. Lo recuerdan, claro, pero no se sienten parte de aquella herencia de dolor y hambre, de sometimiento sin descanso.

Los ”Pichettos” están férreamente asimilados a los amos de sus predecesores. Sienten una especial atracción por incorporarse en aquellas familias que otrora no les dirigían la palabra a sus abuelos.

Si usted repiensa bien estos conceptos, descubrirá que la Argentina está configurada por el poder económico que sólo manejan los “Chetos” y los “Pichettos”. Los primeros, aducirán que es así por “legítima razón”, por ser descendientes de los fundadores de la Argentina moderna. Los segundos, por haber constituido una nueva lógica de reconocimiento, basada en lo que denominan el esfuerzo personal y la capacitación.

Los primeros merecedores del bienestar por su sangre y herencia valiosa. Los segundos, por haber adoptado la cultura de la elite, el ascenso económico y en algunos casos su apellido. Entre “Chetos y Pichettos” se derrama con nostalgia, el sentido último del país que somos y del país que podríamos haber sido.