El Acuerdo de la Discordia
por Alberto Carbone
Las cavilaciones referidas
al esfuerzo de interpretaciones relacionadas con la historia contra factual no son
recomendables.
Porque ante la incertidumbre
frente a la realidad tendemos a pensar generalmente que en contextos disímiles
seguramente hubieran acontecido procesos diversos.
En consecuencia, la incertidumbre
de la vivencia cotidiana va abriendo paso a una nueva vacilación, al comprobar
que indiscutiblemente se torna imposible dilucidar otra realidad que en forma
invariable confluya con una escena paralela para cualquier acontecimiento. En
definitiva, abrirse a esta presunción, a esa posibilidad de otorgarle potencia
en acto a la contra factualidad, nos remitiría como único resultado a la viabilidad
de abrir una caja de Pandora integrada con diversidad de oportunidades o
eventos que seguramente conducirían hacia controvertidos resultados.
Pero la historia es la sucesión
de hechos verificables y la realidad es una invariablemente.
No se puede elucubrar ningún
evento basándonos en lo que no sucedió.
Sólo la realidad nos va determinando
un camino razonable que nos impone interpretarla según y conforme se vayan
precipitando los acontecimientos.
Sin embargo, a partir de la palmaria
dicotomía argentina que sucesivamente se va expresando en las urnas y que constantemente
traduce con una ecuación similar los apoyos para ambos bandos de un lado y otro
de la grieta, podríamos animarnos a evaluar la actitud que hubiera desarrollado
la oposición para con la responsabilidad de la firma del malhadado Acuerdo en
caso de haber sido oficialismo. Nos ampara para ello la justificación de que el
beneplácito recibido por Cambiemos en las dos últimas elecciones ha sido
elocuente y significativo. Una razón más que suficiente como para sopesar la
cuota de responsabilidad política que debería corresponderle a la actual
oposición, toda vez que ha sido Macri
quien tomó el fabuloso crédito y que además sus legisladores han avalado con su
voto favorable en una estimable participación, la firma de la restructuración actual
por diez años.
Esta implicancias,
decisiones no forzadas sino consensuadas en la Fuerza Cambiemos, nos anima a atrevernos
a justipreciar la actitud que hubieran desenvuelto los miembros de Juntos por
el Cambio de haber tenido la responsabilidad de refinanciar semejante erogación
si hubiesen sido los responsables del Poder Ejecutivo.
Me animo a confesarle que a
mi entender ambas coaliciones políticas hubieran llegado a los mismos
resultados.
¿Usted se puso a pensar qué
hubiera sucedido si la reestructuración de la deuda macriana la hubiera
encabezado el propio responsable de haberla tomado?.
Seguramente Macri en cinco
minutos lo hubiera resuelto. Hubiese firmado cada una de las exigencias
históricas del Fondo para con los deudores y se habría terminado la conversación.
Pero la cuestión formal es
otra. El problema constituyó en realidad que el propio Fondo Monetario le
reclamó al gobierno que ese Acuerdo fuese avalado por el Honorable Congreso
Nacional.
Seguramente el Frente de
Todos en el lugar de oposición, jamás hubiera aceptado apoyar una
refinanciación de la deuda histórica y humillante, que incluyera las considerables
reformas sociales recesivas, las reducciones salariales, los recortes en las
jubilaciones y en las inversiones destinadas al gasto público e infraestructura.
En consecuencia, el Frente
de Todos en el lugar de la oposición, se hubiese negado a apoyar ese Acuerdo
estableciendo la imperiosa necesidad de incluir modificaciones oportunas y urgentes
que atendiesen la emergencia de los sectores vulnerables de la sociedad.
¿Usted cree de verdad que el
FMI no pensó en ello?.
Imagine por un instante el
papel sobredimensionado que ocupa aquel Organismo Internacional de Crédito en
la vida de la dolorosa Argentina, capaz de haber recibido como préstamo sin apreciación
ni cálculo de posibilidad alguno cuarenta y cuatro mil millones de Dólares que
desaparecieron de las arcas del Estado y que ahora deberá comenzar a devolver
sin posibilidad de cuestionamiento a los responsables, cuando paralelamente la
Reserva Federal de los EE.UU ha estimado que la recuperación de Ucrania, que
está en guerra, podría resolverse con aproximadamente trece mil quinientos
millones de Dólares.
Evidentemente el FMI se ha
convertido casi en un Dios para nosotros.
Pero usted sabe que Dios aprieta
pero no ahorca.
El Organismo de Crédito ¡Quiere
y necesita cobrar!.
¿En qué términos puede
lograrlo si endurece sus reclamos?.
Es muy probable que los
tecnócratas del Fondo Monetario Internacional hayan calculado dejarle al país
alguna posibilidad de reacción, para que, como se dice vulgarmente, asomara la
nariz por encima del agua.
Que hayan advertido la
evidencia.
No podían presionar más
sobre un cuerpo exánime.
Acuérdese: Los muertos no
pagan, dijo el mismísimo Néstor Kirchner.
De todas maneras, si aflojó
la presión de la pierna contra la cara, no alejó el pie del rostro.
Recuerde:
Este gobierno solicitó una
quita en los montos nominales de la deuda.
Luego, ante la negativa del
Organismo, reclamó una extensión de diez a veinte años en las facilidades de
pago. Tampoco consiguió una respuesta favorable.
Al final, reclamó que no se
le computaran intereses extra por la demora en el inicio de la fecha de del
pago. La respuesta también fue negativa.
Con todos los vaivenes, a
tiempo con los tiempos del FMI, el affaire ingresó al Poder Legislativo.
Al final el Honorable
Congreso Nacional se expresó.
La Argentina ha resuelto
comenzar a abonar la cuantiosa deuda macriana, reestructurada por el Frente de
Todos, que a partir de ahora se constituirá en el único responsable de lo
acordado.
Un triunfo brillante para
Cambiemos y para el propio Fondo Monetario Internacional, porque ambos se desembarazan
de su inobjetable responsabilidad. Uno por peticionar en forma desmedida, el
otro por dejar hacer y no controlar el auténtico destino de los dineros
entregados graciosamente.
Para cuando comience el
desembolso es muy probable que Cambiemos o como se denomine en aquella
oportunidad, tenga la vista buena de un electorado desconcientizado,
desmotivado y profundamente ignorante de todo este proceso impúdico, desnaturalizado,
desesperanzador y humillante y proclame la urgente reestructuración de los
pagos incumplidos de una reciente refinanciación de deuda, cuya responsabilidad será imputada al
malogrado y desaparecido Frente de Todos.
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