domingo, 20 de marzo de 2022

 

El Acuerdo de la Discordia

por Alberto Carbone

Las cavilaciones referidas al esfuerzo de interpretaciones relacionadas con la historia contra factual no son recomendables.

Porque ante la incertidumbre frente a la realidad tendemos a pensar generalmente que en contextos disímiles seguramente hubieran acontecido procesos diversos.

En consecuencia, la incertidumbre de la vivencia cotidiana va abriendo paso a una nueva vacilación, al comprobar que indiscutiblemente se torna imposible dilucidar otra realidad que en forma invariable confluya con una escena paralela para cualquier acontecimiento. En definitiva, abrirse a esta presunción, a esa posibilidad de otorgarle potencia en acto a la contra factualidad, nos remitiría como único resultado a la viabilidad de abrir una caja de Pandora integrada con diversidad de oportunidades o eventos que seguramente conducirían hacia controvertidos resultados.

Pero la historia es la sucesión de hechos verificables y la realidad es una invariablemente.

No se puede elucubrar ningún evento basándonos en lo que no sucedió.

Sólo la realidad nos va determinando un camino razonable que nos impone interpretarla según y conforme se vayan precipitando los acontecimientos.

Sin embargo, a partir de la palmaria dicotomía argentina que sucesivamente se va expresando en las urnas y que constantemente traduce con una ecuación similar los apoyos para ambos bandos de un lado y otro de la grieta, podríamos animarnos a evaluar la actitud que hubiera desarrollado la oposición para con la responsabilidad de la firma del malhadado Acuerdo en caso de haber sido oficialismo. Nos ampara para ello la justificación de que el beneplácito recibido por Cambiemos en las dos últimas elecciones ha sido elocuente y significativo. Una razón más que suficiente como para sopesar la cuota de responsabilidad política que debería corresponderle a la actual oposición,  toda vez que ha sido Macri quien tomó el fabuloso crédito y que además sus legisladores han avalado con su voto favorable en una estimable participación, la firma de la restructuración actual por diez años.

Esta implicancias, decisiones no forzadas sino consensuadas en la Fuerza Cambiemos, nos anima a atrevernos a justipreciar la actitud que hubieran desenvuelto los miembros de Juntos por el Cambio de haber tenido la responsabilidad de refinanciar semejante erogación si hubiesen sido los responsables del Poder Ejecutivo.

Me animo a confesarle que a mi entender ambas coaliciones políticas hubieran llegado a los mismos resultados.

 

¿Usted se puso a pensar qué hubiera sucedido si la reestructuración de la deuda macriana la hubiera encabezado el propio responsable de haberla tomado?.

Seguramente Macri en cinco minutos lo hubiera resuelto. Hubiese firmado cada una de las exigencias históricas del Fondo para con los deudores y se habría terminado la conversación.

Pero la cuestión formal es otra. El problema constituyó en realidad que el propio Fondo Monetario le reclamó al gobierno que ese Acuerdo fuese avalado por el Honorable Congreso Nacional.

Seguramente el Frente de Todos en el lugar de oposición, jamás hubiera aceptado apoyar una refinanciación de la deuda histórica y humillante, que incluyera las considerables reformas sociales recesivas, las reducciones salariales, los recortes en las jubilaciones y en las inversiones destinadas al gasto público e infraestructura.

En consecuencia, el Frente de Todos en el lugar de la oposición, se hubiese negado a apoyar ese Acuerdo estableciendo la imperiosa necesidad de incluir modificaciones oportunas y urgentes que atendiesen la emergencia de los sectores vulnerables de la sociedad.

¿Usted cree de verdad que el FMI no pensó en ello?.

Imagine por un instante el papel sobredimensionado que ocupa aquel Organismo Internacional de Crédito en la vida de la dolorosa Argentina, capaz de haber recibido como préstamo sin apreciación ni cálculo de posibilidad alguno cuarenta y cuatro mil millones de Dólares que desaparecieron de las arcas del Estado y que ahora deberá comenzar a devolver sin posibilidad de cuestionamiento a los responsables, cuando paralelamente la Reserva Federal de los EE.UU ha estimado que la recuperación de Ucrania, que está en guerra, podría resolverse con aproximadamente trece mil quinientos millones de Dólares.

Evidentemente el FMI se ha convertido casi en un Dios para nosotros.

Pero usted sabe que Dios aprieta pero no ahorca.

El Organismo de Crédito ¡Quiere y necesita cobrar!.

¿En qué términos puede lograrlo si endurece sus reclamos?.

 

Es muy probable que los tecnócratas del Fondo Monetario Internacional hayan calculado dejarle al país alguna posibilidad de reacción, para que, como se dice vulgarmente, asomara la nariz por encima del agua.

Que hayan advertido la evidencia.

No podían presionar más sobre un cuerpo exánime.

Acuérdese: Los muertos no pagan, dijo el mismísimo Néstor Kirchner.

 

De todas maneras, si aflojó la presión de la pierna contra la cara, no alejó el pie del rostro.

Recuerde:

Este gobierno solicitó una quita en los montos nominales de la deuda.

Luego, ante la negativa del Organismo, reclamó una extensión de diez a veinte años en las facilidades de pago. Tampoco consiguió una respuesta favorable.

Al final, reclamó que no se le computaran intereses extra por la demora en el inicio de la fecha de del pago. La respuesta también fue negativa.

 

Con todos los vaivenes, a tiempo con los tiempos del FMI, el affaire ingresó al Poder Legislativo.

Al final el Honorable Congreso Nacional se expresó.

La Argentina ha resuelto comenzar a abonar la cuantiosa deuda macriana, reestructurada por el Frente de Todos, que a partir de ahora se constituirá en el único responsable de lo acordado.

Un triunfo brillante para Cambiemos y para el propio Fondo Monetario Internacional, porque ambos se desembarazan de su inobjetable responsabilidad. Uno por peticionar en forma desmedida, el otro por dejar hacer y no controlar el auténtico destino de los dineros entregados graciosamente.

Para cuando comience el desembolso es muy probable que Cambiemos o como se denomine en aquella oportunidad, tenga la vista buena de un electorado desconcientizado, desmotivado y profundamente ignorante de todo este proceso impúdico, desnaturalizado, desesperanzador y humillante y proclame la urgente reestructuración de los pagos incumplidos de una reciente refinanciación de  deuda, cuya responsabilidad será imputada al malogrado y desaparecido Frente de Todos.

 

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