La Conjura de los Necios
Por Alberto
Carbone
“La sandez de esa gente es tal que
aún hoy, si yo dijera que les he tomado el pelo, no me creerían.”
Umberto Eco.
El Cementerio de Praga
pág. 501.
Hace tres años, recuerdo haber escrito una nota con el mismo título.
Humildemente, sin grandes estertores, como mero observador de la realidad de
entonces, traté de describir la tremenda sinrazón que planteaba el panorama
político.
Hace sólo tres años y parece un siglo.
Mucha gente, en aquel momento, se bañaba en las aguas de la “moralina”
que inundaba patios, zaguanes, cafeterías, o aquellos lugares donde alguien
estuviera leyendo el diario Clarín o mirando TN y consecuentemente se imbuían
de la “realidad” que les plantaban los Medios.
Aquellos hombres y mujeres, pertenecientes a la Clase Media,
profesionales o miembros del sector fabril, con total ignorancia de lo que
significa el tratamiento de la “cosa pública”, acataron el mensaje de los
“Medios Concentrados” y decidieron un “Cambio”. Jamás supieron explicar de qué
se trataba, pero lo adoptaron como sinónimo de regeneramiento social.
Claro. Usted se preguntará. ¿Cómo puede ser?. ¿Sólo se dejaron llevar
por el mensaje de los Medios?. ¿Ese grupo de gente no tiene opinión propia?.
La verdad, a mi modo de ver, es que existe una doble lectura de esa
situación.
La presión Mediática fue muy fuerte como para imponer su impronta sobre
la sociedad civil más vulnerable ideológicamente. Pero la otra lectura es que
invariablemente existe una postura individualista e insolidaria en amplios
sectores de nuestra gente.
El votante común, el hombre y la mujer de la calle, vota. Nada más. Esa
es la única exigencia de la “Democracia Burguesa”. Pero deberíamos decir que en
verdad, para que una democracia se transforme en eficiente y representativa, la
participación del electorado debería ser más palpable. Con el voto simple y
lavado de un amplio número de personas que emiten el sufragio sin otro
conocimiento que la identificación de la ranura de la urna no alcanza. Porque
si el votante es un ignorante político y así se califica a sí mismo, es también
necesariamente propenso a adoptar y creer a pie juntillas todo lo que los
Medios Concentrados opinan. Acto seguido, como lo afirmado sale por la TV se
considera prueba de veracidad.
Pero además, esa porción del electorado cree fervientemente en su propia
capacidad para salir adelante y ganarse la vida con su propio esfuerzo, sin
ayuda del Estado. Y condena a quienes necesitan del salvataje Estatal para
subsistir.
Cuántas veces hemos escuchado el viejo apotegma que dice: “no le regales
el pescado, dale la caña y enseñale a pescar”.
Primero confunden al concepto de Estado con el de Gobierno. Cuando
aclaran sin ayuda estatal quieren decir sin solvento gubernamental. El Estado
debe configurar políticas para todos los sectores sociales y los gobiernos
deben llevarlas adelante, negarlas o modificarlas.
No pienso escribir sobre este punto, porque es una diferencia pedestre
que quienes la ignoran deberán investigar oportunamente y luego votar bien.
Lo que sí quiero dejar en claro es que visualicemos la problemática que
se presentará en la próxima votación. Porque existe un núcleo fuerte, preciso y
duro de gente que votó en 2015 y 2017 con el convencimiento de que había que
fortalecer ese “Cambio” proclamado por los Medios, y ahora el país está en colapso total aún para aquellos perseverantes
votantes. Gente que reconoce que está peor que en 2015, que votó el “Cambio”
como le pareció su “leal saber y entender”, que reconoce no estar en tema sobre
la cuestión política y que empieza a advertir que el “cuco” derrotado en 2015
puede retornar.
Esta gente que ignora los conceptos: Estado, Nación, Política, Sociedad,
Solidaridad, Participación y que es como usted y como yo, que vota y su voto
vale uno como el nuestro, que trabaja y su sueldo no alcanza como a nosotros,
que quiere ser feliz, tener trabajo, seguridad y bienestar, le quedan sólo dos
caminos.
O abandona la postura necia y reconoce su error, aprende que el
Neoliberalismo es una troupe de gerentes que hacen negocios para ellos mismos y
los erradica del Poder de gobierno, o sin proponérselo le da la razón al
general Perón, acepta que el órgano más sensible del Ser Humano es el bolsillo
y vota en consecuencia.
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