El Gigante Hidrocefálico
Por Alberto Carbone
En algunas Notas anteriores,
denominadas con título similar al actual,
hemos delineado las particulares características de la diagramación
política evidenciadas por nuestro país a lo largo de su evolución histórica y
llegado a la conclusión palmaria de que el sobredimensionamiento de su centro
de Poder, localizado en la provincia Puerto de Buenos Aires, ha caracterizado
la concentración de las decisiones políticas y económicas de todo el país a lo
largo de los últimos trescientos años.
Esta concentración fue y es
determinante, debido a que aún hoy delinea claramente los intereses de grupo que
se evidencian en relación con los objetivos de los sectores sociales que
neutralizan el acceso a la actividad económica única y eficiente que controlan,
en desmedro de los demás núcleos sociales, prestadores simbólicos o directos de
servicios a los factores de poder real.
El Puerto actúa desde tiempos
inmemoriales como palanca transmisora del poder económico, que desde la ciudad
centro se irradia caprichosa e impune hacia el interior del país. Esta
expansión se efectúa de acuerdo con los intereses de quienes monopolizan las
decisiones y controlan el acceso a la producción y al dinero.
De la misma forma acontece con
respecto al proceder de los países centrales del sistema Capitalista, que a lo
largo de su historia operan sobre las economía emergentes, regulando su
desenvolvimiento, controlando su acceso a la inversión y su capacidad de
autonomía económica de crecimiento. De la misma forma, también la ciudad Puerto
de Buenos Aires y eventualmente y según la etapa histórica, toda la provincia
homónima, ha concentrado el poder económico y las decisiones de ingreso de
capital desde el centro hacia el interior o periferia.
Las circunstancias que motivaron
esta singular organización política y económica del país de los argentinos,
está evidenciada en su ADN original.
El nacimiento del Virreinato del
Río de la Plata en 1776, fecha paradójica, año de la declaración de la
independencia de los EE.UU de América, reflejó la necesidad de la Corona
Española de controlar el acceso de mercancía que ingresaba de contrabando al
continente a través del Puerto de Buenos Aires.
En el año 1776, los españoles
propiciaron una fuerte organización burocrática en Buenos Aires y decidieron su
financiamiento a través de los recursos inyectados por la producción de la mina
de Potosí.
La ciudad de “Santa María del
Buen Aire”, a orillas del Rio marrón de amplio estuario natural, sin recursos
económicos propios o autónomos, se transformó en cabeza virreinal a partir de
los aportes de extracción minera llegados de la ciudad del cerro de la plata.
Mineral utilizado para financiar los altos costos de la inmensa burocracia de
funcionarios con asiento en el último Virreinato creado en el cono sur de
América, con la firme intención de abortar el tráfico de mercancías de
contrabando que ingresaban desde Europa.
Contrabando significa
etimológicamente, oponerse a la disposición de la Corona. Oposición al “Bando”
Real.
El tiempo, la historia, los
hombres y mujeres protagonistas de sus avatares, transcurrieron.
La Argentina agrícola
exportadora de gran crecimiento en el mercado mundial a comienzos de Siglo XX
vio frenada su expansión cuando la economía planetaria sucumbió al compás de la
caída de Wall Street en el año 1929.
La crisis norteamericana
clausuró el flujo de divisas y el intercambio a nivel mundial, provocando un
fuerte receso en la circulación de productos, corroyendo la fluida actividad entre
los continentes.
Los países que más dependían de
esa relación eran y siguen siendo hoy los proveedores de materias primas.
A partir de 1930, la Argentina se
vio envuelta en un proceso político que destruyó su incipiente democracia, con
el golpe de Estado contra la UCR e Yrigoyen, quien ostentaba el gobierno.
El golpe de Uriburu de 1930 fue
rápidamente sustituido por el gobierno electo del general Agustín P. Justo dos
años después, quien asumió a través de la proscripción de la UCR. Pero esta es
otra historia.
Lo cierto fue que el ministro de
Economía de entonces, el Dr. Federico Pinedo, abuelo del actual senador
homónimo, pero muy distinto fisonómica e intelectualmente, tuvo la capacidad de
leer la situación social mundial y abocó por consolidar una rápida salida económica
del país, adoptando el Plan de Sustitución de Importaciones. De esa forma, la
cuantiosa masa de mano de obra desempleada a consecuencia de la merma que
generaba la actividad agrícola para la exportación, podía acceder a un salario obrero
en las novedosas industrias que surgían y que proveían al mercado interno
aquellos productos que no ingresaban por importación.
El Dr. Federico Pinedo motivó
suficientemente a los capitalistas locales para que invirtieran en la consecución
de este Programa, advirtiendo que sólo sucedería hasta que la “gran rueda
maestra del Capitalismo mundial, en el cual la Argentina era apenas un
engranaje, volviera a circular”.
Lo concreto fue que los nuevos
emprendimientos fabriles se asentaron en su inmensa mayoría en la gran urbe
capitalina y en sus alrededores, lo que hoy conocemos como el conurbano bonaerense.
Grandes flujos de habitantes
provincianos llegaron hasta la zona laboral para ofrecerse como mano de obra. Los
obreros nuevos, como los denominara Juan Carlos Portantiero, sin pan y sin
trabajo, sin educación formal y sin vivienda, se alojaron en humildes tiendas
de campaña primero y posteriormente establecieron barriadas humildes, con
necesidades básicas insatisfechas, en construcciones de cartón y madera que
rápidamente fueron identificadas como “villas de emergencia”.
El tiempo y la historiografía
conservadora, asignará a los gobiernos peronistas el surgimiento de las Villas
Miseria. Pero eso también es otra historia.
Lo que consideramos preciso
destacar en esta Nota es simplemente que la fuerte concentración de Capital y
Trabajo asentada en la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores, propició el tremendo
crecimiento demográfico y de capacidad fabril instalada, consolidando una
situación de hecho. Esta zona se ha constituido en el más importante aporte al
Producto Bruto Interno nacional. La multiplicación y la diversificación de su
actividad, caracterizan el área como facilitadora de actividades heterogéneas
que debido a la concentración activa y febril, demanda en proporción, la mayor
inversión de infraestructura del país.
La concentración económico
productiva, sumado a la aglomeración habitacional, condujo a que se evidencien
dos realidades dentro de un mismo país.
Capital Federal y Gran Buenos
Aires se han conformado en el epicentro nacional, proveedores indispensables de
producción y actividad laboral, permanente demanda de inversiones y generadoras
de capital de trabajo y de crecimiento del mercado interno de consumo.
Esta es la inmensa cabeza de un
gigante, caracterizado por un cuerpo escuálido representado por el resto de las
Provincias.
La aspiración mayor es que se
establezcan políticas a mediano y largo plazo, que confluyan en el logro de la
integración natural y homogénea de todo el territorio, a través de un Proyecto
Nacional que lo integre en forma racional, equitativa y armónica, privilegiando
las particularidades regionales y sus autonomías.
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