domingo, 30 de diciembre de 2018


El Gigante Hidrocefálico

 


Por Alberto Carbone

 

En algunas Notas anteriores, denominadas con título similar al actual,  hemos delineado las particulares características de la diagramación política evidenciadas por nuestro país a lo largo de su evolución histórica y llegado a la conclusión palmaria de que el sobredimensionamiento de su centro de Poder, localizado en la provincia Puerto de Buenos Aires, ha caracterizado la concentración de las decisiones políticas y económicas de todo el país a lo largo de los últimos trescientos años.

Esta concentración fue y es determinante, debido a que aún hoy delinea claramente los intereses de grupo que se evidencian en relación con los objetivos de los sectores sociales que neutralizan el acceso a la actividad económica única y eficiente que controlan, en desmedro de los demás núcleos sociales, prestadores simbólicos o directos de servicios a los factores de poder real.

El Puerto actúa desde tiempos inmemoriales como palanca transmisora del poder económico, que desde la ciudad centro se irradia caprichosa e impune hacia el interior del país. Esta expansión se efectúa de acuerdo con los intereses de quienes monopolizan las decisiones y controlan el acceso a la producción y al dinero.

De la misma forma acontece con respecto al proceder de los países centrales del sistema Capitalista, que a lo largo de su historia operan sobre las economía emergentes, regulando su desenvolvimiento, controlando su acceso a la inversión y su capacidad de autonomía económica de crecimiento. De la misma forma, también la ciudad Puerto de Buenos Aires y eventualmente y según la etapa histórica, toda la provincia homónima, ha concentrado el poder económico y las decisiones de ingreso de capital desde el centro hacia el interior o periferia.

Las circunstancias que motivaron esta singular organización política y económica del país de los argentinos, está evidenciada en su ADN original.

El nacimiento del Virreinato del Río de la Plata en 1776, fecha paradójica, año de la declaración de la independencia de los EE.UU de América, reflejó la necesidad de la Corona Española de controlar el acceso de mercancía que ingresaba de contrabando al continente a través del Puerto de Buenos Aires.

En el año 1776, los españoles propiciaron una fuerte organización burocrática en Buenos Aires y decidieron su financiamiento a través de los recursos inyectados por la producción de la mina de Potosí.

La ciudad de “Santa María del Buen Aire”, a orillas del Rio marrón de amplio estuario natural, sin recursos económicos propios o autónomos, se transformó en cabeza virreinal a partir de los aportes de extracción minera llegados de la ciudad del cerro de la plata. Mineral utilizado para financiar los altos costos de la inmensa burocracia de funcionarios con asiento en el último Virreinato creado en el cono sur de América, con la firme intención de abortar el tráfico de mercancías de contrabando que ingresaban desde Europa.

Contrabando significa etimológicamente, oponerse a la disposición de la Corona. Oposición al “Bando” Real.

El tiempo, la historia, los hombres y mujeres protagonistas de sus avatares, transcurrieron.

La Argentina agrícola exportadora de gran crecimiento en el mercado mundial a comienzos de Siglo XX vio frenada su expansión cuando la economía planetaria sucumbió al compás de la caída de Wall Street en el año 1929.

La crisis norteamericana clausuró el flujo de divisas y el intercambio a nivel mundial, provocando un fuerte receso en la circulación de productos, corroyendo la fluida actividad entre los continentes.

Los países que más dependían de esa relación eran y siguen siendo hoy los proveedores de materias primas.

A partir de 1930, la Argentina se vio envuelta en un proceso político que destruyó su incipiente democracia, con el golpe de Estado contra la UCR e Yrigoyen, quien ostentaba el gobierno.

El golpe de Uriburu de 1930 fue rápidamente sustituido por el gobierno electo del general Agustín P. Justo dos años después, quien asumió a través de la proscripción de la UCR. Pero esta es otra historia.

Lo cierto fue que el ministro de Economía de entonces, el Dr. Federico Pinedo, abuelo del actual senador homónimo, pero muy distinto fisonómica e intelectualmente, tuvo la capacidad de leer la situación social mundial y abocó por consolidar una rápida salida económica del país, adoptando el Plan de Sustitución de Importaciones. De esa forma, la cuantiosa masa de mano de obra desempleada a consecuencia de la merma que generaba la actividad agrícola para la exportación, podía acceder a un salario obrero en las novedosas industrias que surgían y que proveían al mercado interno aquellos productos que no ingresaban por importación.

El Dr. Federico Pinedo motivó suficientemente a los capitalistas locales para que invirtieran en la consecución de este Programa, advirtiendo que sólo sucedería hasta que la “gran rueda maestra del Capitalismo mundial, en el cual la Argentina era apenas un engranaje, volviera a circular”.

Lo concreto fue que los nuevos emprendimientos fabriles se asentaron en su inmensa mayoría en la gran urbe capitalina y en sus alrededores, lo que hoy conocemos como el conurbano bonaerense.

Grandes flujos de habitantes provincianos llegaron hasta la zona laboral para ofrecerse como mano de obra. Los obreros nuevos, como los denominara Juan Carlos Portantiero, sin pan y sin trabajo, sin educación formal y sin vivienda, se alojaron en humildes tiendas de campaña primero y posteriormente establecieron barriadas humildes, con necesidades básicas insatisfechas, en construcciones de cartón y madera que rápidamente fueron identificadas como “villas de emergencia”.

El tiempo y la historiografía conservadora, asignará a los gobiernos peronistas el surgimiento de las Villas Miseria. Pero eso también es otra historia.

Lo que consideramos preciso destacar en esta Nota es simplemente que la fuerte concentración de Capital y Trabajo asentada en la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores, propició el tremendo crecimiento demográfico y de capacidad fabril instalada, consolidando una situación de hecho. Esta zona se ha constituido en el más importante aporte al Producto Bruto Interno nacional. La multiplicación y la diversificación de su actividad, caracterizan el área como facilitadora de actividades heterogéneas que debido a la concentración activa y febril, demanda en proporción, la mayor inversión de infraestructura del país.

La concentración económico productiva, sumado a la aglomeración habitacional, condujo a que se evidencien dos realidades dentro de un mismo país.

Capital Federal y Gran Buenos Aires se han conformado en el epicentro nacional, proveedores indispensables de producción y actividad laboral, permanente demanda de inversiones y generadoras de capital de trabajo y de crecimiento del mercado interno de consumo.

Esta es la inmensa cabeza de un gigante, caracterizado por un cuerpo escuálido representado por el resto de las Provincias.

La aspiración mayor es que se establezcan políticas a mediano y largo plazo, que confluyan en el logro de la integración natural y homogénea de todo el territorio, a través de un Proyecto Nacional que lo integre en forma racional, equitativa y armónica, privilegiando las particularidades regionales y sus autonomías.

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