domingo, 14 de enero de 2024

 

Almost Famous



 

por Alberto Carbone

 

La mamá se santiguó tres veces seguidas al enterarse.

Con auténtica sorpresa y profundo desconocimiento, cerró los ojos, apretó los párpados y se persignó, imprimiéndole al acto confesional una velocidad pasmosa, un inesperado vértigo sorpresivo, una convulsión anodina. Como quien procurase contener exclamaciones de júbilo, aletargadas, soñolientas. Expresiones súbitas que repentinamente se presagian escondidas y que oscilan entre sobrecogedoras e inesperadas.

Era para tanto, después de todo.

No podía creerlo.

¡Si viviera mi marido! Pensó. Inmediatamente se miró fijo en los ojos de su hija y se descubrió otra vez como casi siempre, tan próxima y tan lejana, atravesadas ambas por una seriedad poco habitual, como si de repente se redescubrieran absortas y por penetrar en un instante por una puerta desconocida, por un sendero inexpugnable.

La madre repitió la Señal de la Cruz mientras recorría a su hija toda con la mirada atónita, estupefacta y envuelta en profundo silencio. Entonces, perpleja, emocionada y conmovida, se le acercó a la mejilla y le dio un beso prolongado, un poco emulsionado con secreción salivar, pero profundamente conmovedor e imperecedero.

Casi famosa. Mi hija es casi famosa.

Se dijo a sí misma y se repitió para volver a oírse.

Porque sabemos que existen sorpresas en la vida que de vez en cuando uno se permite elucubrar, calcular. Especular con beneplácito.

Pero cuando acontece lo inesperado, es apabullante, es complacido y dichoso.

 Mi querida hija catapultó a la fama. Repitió alegre para sí misma.

La verdad, no estaba en los cálculos de nadie.

Eso creo sinceramente. No sé cómo explicarlo.

Porque una cosa es participar en elecciones generales e ir acumulando con el tiempo alguna repercusión social, una presencia en la calle, con la gente, con la circulación del nombre y de la foto del candidato o candidata. Pero otra cosa, muy distinta es triunfar para quedar consignada, establecida en la historia como Vicepresidenta del país por cuatro años.

Ay, creo que no se dice Vicepresidenta, no. A la nena no le gusta.

Bueno, ya me acostumbraré. Por otra parte, tampoco acepta que siga diciéndole nena.

Mi marido y yo hemos hecho un sacrificio enorme para solventar el camino de su progreso personal.

Es muy probable que sus allegados, ese grupo que frecuenta su mismo ámbito de actividades, hayan ido observando su desenvolvimiento, sus condiciones y eventualmente se hayan convencido progresivamente de que nuestra nena, hoy toda una mujer, ya estaba en condiciones de transformarse en una figura digna de destacarse en esa función tan significativa.

De todas formas, la sorpresa fue mayúscula. Conociéndola tanto, sabemos de sus silencios, de su juicio, de su carácter reservado. Por lo tanto y a pesar de estar familiarizados con sus capacidades, nos hemos sorprendido para bien.

Es que por otra parte, sucede que los pareceres de ambos integrantes de la fórmula son tan disímiles. Yo a él lo conozco más por sus apariciones mediáticas.  En persona aparenta otro semblante, otra fisonomía.

No sé. Prefiero mucho más el carácter de ella, porque elige un tema y lo desarrolla con seriedad y desapasionadamente, él es a veces un poco cambiante y si en la mitad de una reunión envuelto en un clima de debate, comienza a presentir que alguien lo contradice, precipitadamente eleva el tono de la charla y de súbito, aquello que había comenzado como un diálogo concluye asemejándose a una discusión.

En aquella oportunidad, a la que me refiero, me pareció entender que su discurso dejaba traslucir que había conversado in extenso con su perro sobre temas de índole política.

En sueños, lógico, porque además, el animal había fallecido hacía algunos años.

Pero ojo, porque también es probable que yo no haya comprendido muy bien toda esa circunstancia. Mi hija me aclaró entonces aquellas consideraciones, atenta y medida como para cada situación. Recuerdo bien que me ordenó que no me preocupara.

Ella y los demás, me dijo, sus más leales camaradas, estarán siempre presentes alrededor del Presidente para garantizarle que permanezca en satisfacción y rodeado de lo indispensable para su bienestar. Me aseguró asimismo que eventualmente, su personal está preparado y bien dispuesto para emprender el rumbo urgente e imprescindible que el país necesita para consolidar su destino.

No dejo de sorprenderme por su claridad conceptual y por la transparencia de sus objetivos. Se trata de una cualidad especial en ella, una condición particular, específica, que la identifica y singulariza.

Su desenvolvimiento es tan distinto a aquella pretensión forzada y evidente que intentó imponer la protagonista anterior que ocupara ese digno sitial.

Se trató, recuerdo, de una vergonzosa intención a todas luces revelada como impostada que pretendió influir sobre el inconsciente colectivo de la población para justificar el accionar de una mujer egocéntrica, casi una actriz de comedia, elevándola como persona irreemplazable y elegida, predestinada por la Santidad.

En síntesis, el devenir de los acontecimientos derivó en que la ambiciosa conductora política auto referencial y de proverbial verborragia concluyó descubierta ante la opinión pública como malsana, prepotente y corruptora. Una sucesión de epítetos resumidos por el vulgo con el desagradable apelativo de Yegua, como rápidamente la bautizaran en las barriadas.

Mi hija en cambio, no porque se trate de mi hija, posee los atributos necesarios para manifestarse como componedora, proverbial ingeniera armónica, dialoguista y constructora de consensos. Una persona necesaria.

La nena me dice todos los días que por ahora habrá que esperar.

Después de finalizada definitivamente la administración anterior, contando con la decisión irrevocable de abandonar la actividad política por parte de aquella maligna e insalubre personalidad, desarticulando la impostura propia y de su familia.

Después de los desagradables acontecimientos que atentaron contra su seguridad personal y expusieron cabalmente el hartazgo padecido por gran parte de la ciudadanía, cansada de tolerar mentiras y actos de corrupción, la pérfida y desleal descubierta por fin como líder negativa e impropia,  abandonó su íntimo propósito de perpetuarse en el Poder a la sombra de su hijo y de sus acólitos.

Por ahora habrá que esperar, me repite la nena. Y ella sabe.

Me doy cuenta cabal cada día que pasa. Fíjese si no es así. Todavía puede decirse que no comenzó a precipitarse todo su proyecto político, su maravillosa ansiedad por revivir un país grande, pleno y necesario. Su objetivo más ambicioso, edificar en la República un auténtico Proceso de Reorganización Nacional que nos empodere y perpetúe como los auténticos forjadores de la Libertad y la Democracia.

La gente acompaña, me dice siempre.

La comunidad vota convencida por la defensa de la construcción de un Cambio definitivo, visceral, inteligente, forjado con orden y progreso.

Por eso debe ser que ya somos casi famosos.

 

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