sábado, 18 de agosto de 2012

17 de Octubre de 1945


Recuerdos del General
Extracto del libro “Yo Perón” de Enrique Pavón Pereyra
Capítulo “la primavera llegó tarde” <pag. 188 y subs.

Habían venido a verme varias personas con la intención de trasladarme las nuevas informaciones.. En un momento estábamos, el general Tanco, Quijano, Velazco, Antille, Pistarini, De la Colina, Benítez, Lucero, Molina, Uriondo, Herrera y yo. La gente entraba y salia, también estaba el Dr. Mazza y otros que ya no recuerdo. Mantuvimos una larga conversación. Estaban todos muy emocionados y con una confianza ciega en el futuro. Me dijeron sobre la gran marea humana, sobre los intentos infructuosos de Farrell para calmar a la multitud. Sobre las promesas de Avalos de que no se eliminarían las conquistas sociales. Yo lo miré a Tanco y le pregunté: ¿Hay mucha gente?...¿Realmente hay mucha gente…che?...Nunca lo había tuteado. Habría muchas cosas que a partir de ese día haría por primera vez.
Mientras tanto, Plaza de Mayo estaba sitiada y el general Avalos dentro de la Casa Rosada era un león enjaulado en el centro de la tormenta. Miles de trabajadores se habían instalado en las puertas del Hospital Militar. Al final, Avalos pudo salir del confinamiento popular y vino a hablarme. Conversó conmigo sobre la situación y me expresó sus deseos de que hablara al pueblo para calmarlo e instarlo a que se retirara de Plaza de Mayo. Al atardecer me llamó Farrell con el mismo objeto; y también me visitó Pistarini, siempre con el oportuno consejo y buen juicio de su experiencia. Después me enteré que Farrell. Avalos y Vernengo estuvieron virtualmente sitiados en la Rosada y sin saber qué hacer. Vernengo le propuso a Avalos disolver el problema a balazos a lo cual Avalos le contestó que lo debía decidir el Presidente. Farrell se negó. El no iba a tirar contra el pueblo. Claro, presos allí….¡Encima pretendieron dirigir alguna palabra y recibieron insultos…!.
Al final me fueron a buscar…Yo pedí varias condiciones: la primera fue que Vernengo se mandase a mudar. Después, desde allí, llamé a los dirigentes obreros, nos encontramos todos con Farrell y llegamos a un acuerdo. Los obreros sostenían que todos, incluso Farrell, habíamos sido traicionados por agentes de la oligarquía, entonces exigían la renuncia de todo el gabinete y de los traidores. Así se hizo.



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