miércoles, 12 de junio de 2013

AFIRMACIÓN DE LA DIGNIDAD NACIONAL
 EL ADN ARGENTINO.


Siempre dijimos que los elementos integradores del Ser Nacional están claramente expuestos en la idiosincrasia que comparten la inmensa mayoría de la ciudadanía.
Por Alberto Carbone, Profesor Historia, Facultad de Filosofía y Letras UBA
Los valores, las creencias, las costumbres de nuestra gente, son parte integral e indivisible de las características culturales que compartimos, convivimos y contribuimos a sostener cada uno de nosotros en forma cotidiana.
Esta afirmación es insoslayable y puede ratificarse para cualquier otro espacio cultural, por lo menos del planeta Tierra. Las notas esenciales de la “Culturalidad”, se expresan así, como una unidad de sentido que sintetizan como un fervor intimo, ese sentimiento individual, maravillosamente compartido por millones.
Podríamos decir, que la “Culturalidad”, pervive en el corazón del Ser Nacional, definido como un sentir único y subjetivo, de convicción unánime.
EL SER Y LA NADA
Por ello, cuando analizamos los acontecimientos de Mayo en el Río de la Plata, no podemos dejar de mencionar claramente aquel sentimiento de pertenencia que demostraron poseer los criollos de 1810, otorgando una expresa significancia a los valores de índole práctico y simbólico relativos al concepto de nacionalidad.
A partir de ese impulso abrazador de voluntades, compartido con todo el territorio latinoamericano, nacía el primer bosquejo de “Patria”.
Como todo lo que surge a la luz de las inclemencias de la realidad profunda y cambiante, que procede de los acontecimientos políticos mundiales, los criollos de entonces respondieron con voluntad de cambio y convicción de transformación a cada uno de los escollos que surgían.
España, en claro descenso a nivel político y económico, no pudo ni supo encarar el enfrentamiento que le propuso entonces la Francia napoleónica y se rindió al claro avance bélico galo sin descargar un solo arcabuz, en la “Farsa de Bayona”. Esa actitud, temerosa y cobarde, fue también una clara demostración de que la hispanidad declaraba desierto al concepto de Ser Nacional, rindiendo su propia “Culturalidad” ante la impronta y avance napoleónico.
La razón de Ser se transformaba en Nada. La enorme confianza del hombre y de la mujer ibéricos en sí mismos y en sus instituciones, quedarían por un lapso adormecidas, negadas, extraviadas.
Por otro lado, la autoestima gala, se precipitaba triunfadora y avasallante sobre la vieja Europa.
Mientras tanto, el Río de la Plata, se miraba el ombligo. Porque ante tamaña e incomprensible situación política internacional, los criollos se confabularon a favor de un proyecto de gobierno propio y propiciatorio.
NOCIÓN DE PATRIA
Muchas citas escolares recuperan los acontecimientos de Mayo como si se tratase de una secuela voluntarista de solventes idealistas con una clara noción de Patria. En verdad, basta con recurrir a los documentos de la época para advertir que muchos de los procesos que acontecieron en las regiones de América, encuentran su explicación en el derrumbe colosal que en todos los aspectos derivó de la ruptura de equilibrio europeo.
La disputa por el dominio de la economía internacional entre Gran Bretaña y Francia, las pretensiones de ambas por monopolizar su autoridad política y económica, precipitaron las decisiones.
Porque la Patria geográfica, física, continental, permanece definida como el lugar propio y determinado del nacimiento de los individuos y se identifica, se expresa y define a partir de sus límites y de sus delimitaciones cartográficas.
Pero también podemos y debemos definir a la Patria a través del corazón. Porque existe claramente una noción de Patria devenida a partir del sentimiento. Esta Patria del corazón, este concepto íntimo sólo relacionado al dolor y a la felicidad, es una convicción que nos iguala en el mismo lenguaje, en la misma interpretación del Ser Nacional a todos los argentinos de legítima extracción popular.
Convencidos como lo estamos, de que nuestra nacionalidad perfora las raíces de la idiosincrasia de la territorialidad delimitada en líneas fronterizas y se expande y asienta cómodamente en el concepto abarcativo y unánime de la Culturalidad latinoamericana, es que no debemos abstraernos de las obligaciones y deberes que nos impone la definición de “Nación ampliada”.
Toda la América de raíz ibérica debe fortalecer sus lazos de hermandad. Sus notas afines, sus necesarias reafirmaciones de nacionalidad plural.
(AFIRMACIÓN DE LA DIGNIDAD NACIONAL) EL ADN ARGENTINO.
Hijos de un mismo sentido de Patria, próximos a los mismos reclamos y merecedores de los mismos derechos, los argentinos de hoy aparecen ante la sociedad occidental, que padece el calvario de la opresión y la exigencia de los Organismos Internacionales, como los irreverentes que se atreven a contradecir el espíritu mismo de la racionalidad capitalista. Es la Argentina de hoy la que está emergiendo desde lo más profundo del sentido de la nacionalidad y define con su proceder el concepto de la Dignidad Nacional. Una definición inexplicable e improcedente para los detentadores del Poder económico mundial, que no cederán en la defensa de sus convicciones, porque son hijas de intereses corporativos que nada entienden de Patria o Soberanía.
Es por ello, que tan cerca del recuerdo de aquel 25 de Mayo glorioso, los argentinos de hoy debemos recordar y enorgullecernos por el proceder de los argentinos que nos precedieron y de nuestros contemporáneos, que a la altura de las circunstancias, recuperan con la acción aquel mandato popular. Esas voces, esa impronta, que nos han enseñado el camino de la auténtica libertad, que ha configurado una lucha tenaz, sembrada de mártires y valientes que pusieron delante de sus propios intereses, los derechos de todos y cada uno de nosotros, en pos de la vigencia permanente de una Patria Justa, Libre y Soberana.

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