Hijos Putativos
Por Alberto Carbone
La palabra putativo proviene en su etimología del latín “putativus”, y a su vez del verbo
“putare”, que significa considerar, suponer, creer. Conforman la
misma familia de palabras, imputación o reputación. Podemos definir putativo como atribuir a algo
(cosa o situación) o a alguien,
por error excusable, una calidad que no tiene.
En abril de
2015 el economista Miguel Angel Broda expresó en una conferencia organizada por
Consejo Interamericano de Comercio y Producción:…”El programa del ministro Axel
Kicillof ha tenido éxito. El nivel de actividad dejó de caer, probablemente de
positivo el crecimiento del PBI verdadero de este año, se desaceleró la
inflación, bajó la brecha, subieron los bonos, tenemos las mismas reservas
libres y paramos de perder reservas”.
Sin embargo,
el economista atribuyó esos avances a meros logros coyunturales y auguró un
fracaso estrepitoso al nuevo gobierno, que no dudó sería del Frente para la
Victoria.
Para Broda, la
opinión pública optaría por la continuidad, atada a una política económica
basada en un programa que definió como astuto y perverso, que resolvía los
dilemas de la microeconomía pero nos dejaría expuestos a lo que denominó la
“venganza de la macroeconomía”.
Sujeto a la
necesidad de que le cierren los números, el economista Broda que más bien
parecería un contador, solo reparó en la enorme inversión que significó
recuperar el problema social en estos últimos doce años, tildándolo como gasto
público y atribuyó la generación de inflación derivándola de la emisión
monetaria.
En realidad,
para Broda como para todos estos economistas colonizados, lo único que
garantiza a un país solvencia y modernidad es el grado de relación estrecha que
demuestre con los Organismos Internacionales de Crédito. Sostiene que no existe
otra ubicación de la Argentina en el mundo que no sea la instalación en el
lugar que el Capitalismo internacional le designe.
Esto no es un
hecho novedoso. Siempre que estuvimos gobernados por representantes de la clase
social de más alto nivel socioeconómico sucedió lo mismo.
Recordemos que
en época del gobierno del general Agustín Pedro Justo (1932-1938), el ministro
de Economía de entonces, el Dr. Federico Pinedo, pariente del actual diputado
del PRO, promocionó para el país el Programa de Sustitución de Importaciones,
pero solamente hasta que “la gran rueda del Capitalismo mundial volviese a
ponerse en marcha”. A partir de ese momento, la Argentina volvería a ser un
engranaje de esa gran rueda, cumpliendo con el cometido que se le asigne.
Pero también deberíamos
recordar nuestro ingreso al FMI después de la caída de Perón en el año 1955, o
la deuda externa quintuplicada por la última dictadura militar del año 1976, o
la destrucción de la industria nacional propiciada por el gobierno de Carlos
Menem a partir del año 1989. Solo para hablar del Siglo XX, aunque durante el
XIX también tenemos duros ejemplos.
El gobierno de
Macri continúa esta ideología. Aunque él, como una importante proporción de
gente que lo ha votado, no lo entienda o no pueda explicarlo, el razonamiento
es heredero de esta estrategia.
Siempre nacen
hijos y estos en general terminan pareciéndose
a sus padres.
Históricamente,
la oligarquía argentina puede denominarse hija putativa del imperio. Durante el
Siglo XIX fue Gran Bretaña y en el Siglo XX los EE.UU de América. Pero la
disgregación de la oligarquía tal y como se entendía en el Siglo XIX y el
crecimiento significativo de la clase media nacional produjo un giro o viraje
en los valores de los sectores sociales que ascendían, acercándolos al ideario
de los sectores sociales más altos, reducidos en número pero multiplicados en
apoyo de quienes empezaban a estar en mejor situación económica. Así fue que se
produjo una fuerte corriente antiperonista en el año 1955 y en la actualidad una
férrea oposición al Kirchnerismo, ambas situaciones arraigadas en los sectores
medios, que habiendo emergido en esas épocas y consolidado con mayor poder
adquisitivo, le mordieron la mano a quienes habían influido con sus políticas
para favorecerlos y apoyaron la ideología conservadora.
En la
Argentina ostentamos dos clases de hijos putativos. Los herederos directos de
la oligarquía terrateniente, que gobernó el país durante el Siglo XIX y parte
del XX y aquellos que asumen roles defendiendo a los primeros pero que devienen
de otra extracción social.
Estos últimos
son los peores. Porque en el caso de los diputados por ejemplo, no defienden los
intereses de quienes deberían representar, vendiéndose al mejor postor,
entierran las convicciones que alguna vez dijeron poseer y al mejor ejemplo de
Groucho Marx comienzan a blandir otras.
El hijo
putativo quiere parecerse al padre, porque siente que le debe algo aunque nada
le debe. Siente que adoptar los valores del padre es parecerse, es ser uno más
de ellos, de los iguales, “primus inter pares” , los mejores.
Ser hijo
putativo también es una elección. Por eso, si los diputados eligieron ser hijos
putativos, para igualarse a los tremendos hijos putativos que forman parte del
actual oficialismo, deberíamos obligarlos a que presenten la renuncia a sus
bancas, porque no fueron elegidos para ello, para que se acomoden.
La
modificación de las Leyes de soberanía de la Deuda Pública, va a acarrear
desocupación, hambre y retraso al país y los mayores culpables de este
estropicio serán los nuevos hijos putativos quienes junto con los
tradicionales, sellarán la claudicación definitiva de la Argentina ante los
Organismos Internacionales de Crédito y las Corporaciones.
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