Hay un niño en la calle
A esta hora, exactamente,
hay un niño en la calle.
A esta hora, exactamente,
hay un niño en la calle.
Importan dos maneras de concebir el mundo, Una,
salvarse solo, arrojar ciegamente los demás de la balsa y la otra, un destino
de salvarse con todos, comprometer la vida hasta el último náufrago,
no dormir esta noche si hay un niño en la calle. Armando Tejada Gómez.
no dormir esta noche si hay un niño en la calle. Armando Tejada Gómez.
Por ALBERTO
CARBONE
Hace muchos
años, en este país, hubo un Presidente que muy de madrugada o a altas horas de
la noche, salía a recorrer en auto las calles de la Ciudad de Buenos Aires de
incognito, sin ser notado. Un Presidente que al descubrir la inmensa cantidad
de menores que deambulaban o dormían en las calles, se consternaba y se
preguntaba junto con su ocasional acompañante, si podía ser posible que en una
ciudad tan cosmopolita, cabeza de un país tan rico y tan generoso, pudiera
observarse semejante arbitrariedad.
Un Presidente
argentino que dejaría una huella imborrable en los corazones de sus congéneres
y en los de las generaciones sucesivas.
Se trata de
un hombre que se recuerda como mentor y como ejecutor de una política,
destinada a modificar una realidad sumida en la desigualdad y que se asumía
como inmodificable.
Los
argentinos de primera que se establecían con sus intereses sobre las
necesidades de los argentinos de segunda. Y esa realidad, congénita, mentada
como perfecta, inmodificable, era aceptada con naturalidad por ambos grupos.
Uno, como testimonio de la normalidad social, del “deber ser”, el
otro en algunos casos, con la resignación propia de quien se cree
perteneciente a un estadio inferior y no apto para acceder a beneficios que no
le corresponden.
Esas
diferencias sociales que impuso e impulsó el Capitalismo en todo el
mundo y que los gobiernos de turno legitimaron en nuestro país generaron el
afianzamiento de dos relatos: el populista, encabezado hoy por el Kirchnerismo,
heredero directo de la Doctrina Justicialista, que reivindica como posible la
capacidad de la sociedad para transformar la realidad, dominada por los
beneficios de los herederos del Poder oligárquico y el relato conservador,
denominado también neoliberal, que se caracteriza por no poner ningún obstáculo
a las imposiciones del Capital internacional y local. Subsumirse dentro de las
exigencias de los Organismos Internacionales y aceptar de buen grado y con
normalidad los reclamos del exterior, sin evaluar si alguna decisión genera
colisión con los intereses nacionales.
Los intereses
nacionales pueden expresarse de dos formas: en la defensa del patrimonio del
Estado o en la reivindicación de los beneficios sociales, para esa vasta
cantidad de gente que durante la primera mitad del Siglo XX solamente esperó
una oportunidad para acceder a una vida mejor o en otras ocasiones libró crudos
combates en las calles por la defensa de sus reclamos.
Sea como
fuese, hacia la mitad de Siglo XX, un Presidente argentino sustentó la
posibilidad de que numerosos grupos humanos tuvieran una vida mejor y los niños
dejaron la calle y empezaron una nueva etapa.
Hubo en esa
época una dirigencia política que entendió por donde pasaba la realidad social
y tomo parte en el asunto.
Hoy el Papa
argentino, Francisco, reclama a la dirigencia mundial y nacional otra actitud
contra el Capitalismo salvaje.
Pero hoy, la
Argentina ha empezado a retroceder sobre sus pasos.
Ya hay
lugares donde no se puede transitar. La calle Corrientes en Capital Federal es
un ejemplo del abandono social, habitada por las noches después de años de
gobierno macrista.
Porque no
alcanza con tener un grupito de empleados que se limiten a visitar la ciudad
llevándole a la gente en situación de calle un tecito o un sándwich. Faltan
políticas sociales transformadoras. Esas que los dirigentes conocen muy bien
pero saben que no las van a aplicar.
Por eso,
mientras el presidente dirige o intenta dirigir su palabra al H. Congreso de la
Nación, hay un niño en la calle, sobre la Avenida Rivadavia. Otros sobre la
calle Combate de los Pozos, otros sobre calle Sarandí y seguiremos encontrando.
No han
elegido la calle es lo único que tienen. Mientras tanto, los seudo dirigentes
políticos oficialistas hacen promesas de excelencia en su gestión. Pero
mienten. Porque para estar en ese lugar de decisión, tuvieron que abalar las
políticas que los llevaron al gobierno. Pero también cabe preguntarse por la
otra posibilidad. Que no estén mintiendo. De ser probable esta premisa, habría
que reconocer que en realidad no entienden nada. Saben que hay pobres, pero
confían en la política del “derrame”. Ven a la gente durmiendo en la calle,
pero creen que arropándolos y con una comida calentita por día se va superando.
Mientras
tanto, los Fondos Buitre no se hacen esperar, exigen y el Gobierno atiende.
Mientras tanto, la gente queda sin trabajo desacreditada como ñoqui y el
gobierno hunde su dedo en la llaga. Mientras tanto, hay cada vez más niños en
la calle y el gobierno duerme el sueño de los incapaces.
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