Los náufragos de la Calle de la Providencia
Por Alberto Carbone
Hay un viento voraz, licencioso, sacrílego.
Un profundo calor, insoportable, que se sumerge
tumultuoso
en el lecho donde se retuercen los náufragos.
¿Dónde estoy?. ¿Es todo esto un sueño?.
Sólo recuerdo que
durante doce largos años nos hicieron creer que vivíamos como no lo merecíamos.
Que aquel episodio había sido un sueño y que despertábamos por fin a
enfrentarnos con la realidad.
Pero ¿Esto es la
realidad?. ¿Está usted seguro?.
Centenares de personas
viven confortablemente una realidad que dicen merecer. Justificada a través de
su posición social y económica.
Miles de personas
están siendo arrojados a la calle, sin trabajo, sin seguridad social, sin
futuro.
El gobierno nacional
desguaza al Estado en nombre de un sistema “liberal”, que sin embargo no está
en el proyecto de ningún otro país.
Los EE.UU de América
están cerrando su economía, atrayendo inversiones para sí, evitando la
diversificación del Capital dentro de terceros países.
La Comunidad Europea
que siente el cimbronazo de la primera potencia mundial, hace lo propio,
privilegiando su producción para el mercado de consumo local.
¿Cuál es entonces la
propuesta de nuestro país?.
Abrir su economía a la
producción extranjera a expensas del vaciamiento de la industria nacional.
¿Puede ser cierto lo
que está pasando?.
¿No estaremos soñando
también en la actualidad, navegando por una pesadilla?.
Sin embargo, muchos
votantes eligieron este rumbo dos veces consecutivas.
Mucha gente asumió que
haber vivido mejor durante doce años fue una mentira.
Aceptó y defendió la
consigna “se robaron todo”, instalada por los Medios Masivos de Comunicación,
en contra de quienes dejaron la deuda externa más baja de la historia del país.
Es la misma gente que le cree a “Macriano” cuando afirma entre dislalia y
dislalia que durante los últimos dos años hubo inversión productiva.
¿Pero usted sabe hacia
dónde va el país?.
¿A usted le interesa
esta pregunta?.
Tal vez prefiere
seguir ignorando lo que sucede y defender su voto en una charla callejera
contestando un simple “se robaron todo”, cuando aparece en escena algún devoto
de la autodenominada “Década Ganada”.
Algunos por
ignorancia, otros por necedad.
Porque existe una
diferencia crucial entre ambas acepciones. El ignorante es quien simplemente no
conoce. No puede inferir nada al respecto sobre un tema porque no lo maneja, No
posee información. No sabe.
El necio, si me
permite, es peor. No le voy a dar ningún
sinónimo.
Prefiero al ignorante,
tiene tiempo para aprender, para sacar sus propias conclusiones.
Aparte. Todos
ignoramos algo. No es humillante. Siempre estamos a tiempo de aprender. Eso sí.
Si no somos necios.
Me impresiona mucho la
realidad social, porque mucha gente pobre, en condición de calle es invisible
para mucha otra que pasa a su lado sin importarle.
¿ Sabe que creo?. Que
hoy más que nunca estamos en manos de la Providencia. Que aquellos que
observamos la decrepitud del sistema social, quienes advertimos la delicada
línea roja por la que atraviesa la economía desbarrancada por el sistema
financiero, somos menos, significativamente un número menor que aquellos
quienes caminan desprendidos de compromiso por la calle con una venda en los
ojos y no atinan a entender, aunque más no sea, una mínima porción de la
realidad.
Parecemos náufragos
que esperan la Providencia, viviendo un calvario que cuando termine, además de
restaurar todo lo deshecho, deberá socorrer a tanto ciego, necio o ignorante,
que ni a tientas identifica adonde se está metiendo.
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