lunes, 19 de febrero de 2018


Los náufragos de la Calle de la Providencia
 
 
 
 

Por Alberto Carbone

 

Hay un viento voraz, licencioso, sacrílego.
Un profundo calor, insoportable, que se sumerge tumultuoso
en el lecho donde se retuercen los náufragos.

 

 

¿Dónde estoy?.  ¿Es todo esto un sueño?.

Sólo recuerdo que durante doce largos años nos hicieron creer que vivíamos como no lo merecíamos. Que aquel episodio había sido un sueño y que despertábamos por fin a enfrentarnos con la realidad.

Pero ¿Esto es la realidad?. ¿Está usted seguro?.

Centenares de personas viven confortablemente una realidad que dicen merecer. Justificada a través de su posición social y económica.

Miles de personas están siendo arrojados a la calle, sin trabajo, sin seguridad social, sin futuro.

El gobierno nacional desguaza al Estado en nombre de un sistema “liberal”, que sin embargo no está en el proyecto de ningún otro país.

Los EE.UU de América están cerrando su economía, atrayendo inversiones para sí, evitando la diversificación del Capital dentro de terceros países.

La Comunidad Europea que siente el cimbronazo de la primera potencia mundial, hace lo propio, privilegiando su producción para el mercado de consumo local.

¿Cuál es entonces la propuesta de nuestro país?.

Abrir su economía a la producción extranjera a expensas del vaciamiento de la industria nacional.

¿Puede ser cierto lo que está pasando?.

¿No estaremos soñando también en la actualidad, navegando por una pesadilla?.

Sin embargo, muchos votantes eligieron este rumbo dos veces consecutivas.

Mucha gente asumió que haber vivido mejor durante doce años fue una mentira.

Aceptó y defendió la consigna “se robaron todo”, instalada por los Medios Masivos de Comunicación, en contra de quienes dejaron la deuda externa más baja de la historia del país. Es la misma gente que le cree a “Macriano” cuando afirma entre dislalia y dislalia que durante los últimos dos años hubo inversión productiva.

¿Pero usted sabe hacia dónde va el país?.

¿A usted le interesa esta pregunta?.

Tal vez prefiere seguir ignorando lo que sucede y defender su voto en una charla callejera contestando un simple “se robaron todo”, cuando aparece en escena algún devoto de la autodenominada “Década Ganada”.

Algunos por ignorancia, otros por necedad.

Porque existe una diferencia crucial entre ambas acepciones. El ignorante es quien simplemente no conoce. No puede inferir nada al respecto sobre un tema porque no lo maneja, No posee información. No sabe.

El necio, si me permite, es peor.  No le voy a dar ningún sinónimo.

Prefiero al ignorante, tiene tiempo para aprender, para sacar sus propias conclusiones.

Aparte. Todos ignoramos algo. No es humillante. Siempre estamos a tiempo de aprender. Eso sí. Si no somos necios.

Me impresiona mucho la realidad social, porque mucha gente pobre, en condición de calle es invisible para mucha otra que pasa a su lado sin importarle.

¿ Sabe que creo?. Que hoy más que nunca estamos en manos de la Providencia. Que aquellos que observamos la decrepitud del sistema social, quienes advertimos la delicada línea roja por la que atraviesa la economía desbarrancada por el sistema financiero, somos menos, significativamente un número menor que aquellos quienes caminan desprendidos de compromiso por la calle con una venda en los ojos y no atinan a entender, aunque más no sea, una mínima porción de la realidad.

Parecemos náufragos que esperan la Providencia, viviendo un calvario que cuando termine, además de restaurar todo lo deshecho, deberá socorrer a tanto ciego, necio o ignorante, que ni a tientas identifica adonde se está metiendo.

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario