domingo, 29 de julio de 2018


Ave Cesar. Los que van a morir te saludan
 

Por Alberto Carbone

 

Dios nos libre de los lobos vestidos de ovejas, del odio detrás de una sonrisa, de la envidia disfrazada de amor, y de la falsedad disfrazada de amigo.

 

Quizá deba estar reservado al campo de la psicología el estudio de lo que sucede con tantos individuos en la Argentina. Me refiero a los sobrevivientes de casi tres años de un mandato constitucional antológico, sin precedentes en nuestra historia que continúan afirmando que volverían a votar la actual Alianza gubernamental a pesar de reconocer no estar viviendo una etapa positiva, so pretexto de renegar de la anterior administración nacional.
Las referencias son variadas. El caballito de batalla gira en torno a la crítica respecto de la corrupción. Así nomás, a secas.
Si usted osa reclamar definiciones, puntualizaciones respecto de los casos ocurridos, intenta que alguien defina la magnitud e implicancias de lo acontecido, que se establezcan comprobaciones, etc., la respuesta a todo reclamo de evidencia es a través de la misma fórmula: la ambigüedad, la generalidad, la mención de algún caso emblemático ampliamente difundido por los medios periodísticos concentrados y la negativa a reconocer las evidencias acontecidas durante este mandato constitucional.
Vivimos en una sociedad complotada contra sí misma que no quiere advertir la evidencia de la manipulación mediática, para no aceptar su necedad, para no reconocer su ignorancia.
Las vicisitudes por las que atravesamos exceden el trauma económico y social. Los parámetros medidos por el Indec actual y circunscriptos a la etapa renombrada como “Década Ganada” que expresan una movilidad social ascendente, con la consecuente elevación de la calidad de vida e incremento salarial acompañando a la inflación entre otros guarismos, no son siquiera advertidos por un amplio sector del cuerpo social o directamente son negados o desmentidos, recurriendo a los datos suministrados por los medios masivos de comunicación que respaldan al gobierno.
Párrafo aparte. ¿Ante la formidable concentración mediática que ha permitido el gobierno de Macriano, el próximo gobierno “democrático” tendrá que rendirse ante la evidencia y sellar un pacto de no agresión con el Sr. Magneto?.
Reflexione respecto de cuántos medios locales opinan sobre la fabulosa concentración mediática actual.
La excesiva alza de los servicios básicos actuales son aceptados con la irónica frase: “lo que pagábamos era muy poco”. A nadie le interesa si lo que pagamos ahora repleta las arcas de las empresas prestatarias a cambio de ningún beneficio para el consumidor. Todo es justificado sin ninguna explicación racional.
A usted; ¿ni siquiera le parece extraño?. Seguro que no. Porque si votó un cambio, debe estar contento con que el veinticinco o treinta por ciento de su salario sea tragado por los costos de los servicios públicos esenciales, o tal vez no se detenga a pensarlo.
“A mí me cuesta pagar las tarifas, pero por lo menos los vagos “planeros” que mantenía la “yegua” van a tener que buscarse un trabajo si quieren tener luz, agua y gas”. Esta es otra respuesta que he escuchado de los “eminentes intelectuales” de la Clase Media argentina.
“Yo no entiendo nada de política, pero voté a Cambiemos porque quería un cambio”. Otra genialidad de los mismos cráneos.
Cuando se les recuerda que el Dr. González Fraga, actual Presidente del Banco Nación exclamó: “Se acostumbraron a la mentira de que con un sueldo “medio” de un ciudadano “medio” podían cambiar celular, auto y viajar al exterior”, contestan no haber escuchado la frase.
Sabe una cosa. Yo también soy Clase Media. Pertenezco a un reducido núcleo de ese sector que piensa en los demás, que advierte que siempre existe alguien que está en peor condición, que necesita empleo, alimentarse, una mano de su congénere. Que cree en la solidaridad como instrumento de vida.
No todos somos necios e ignorantes. No ignoramos que es posible un país plural, en el cual cada quien tribute lo que le corresponde según sus ingresos,  donde los pobres puedan seguir viviendo incorporándose a la sociedad con posibilidades y aspiraciones a elevar su condición. Como le sucedió a la inmensa mayoría de los inmigrantes paupérrimos que llegaron a la Argentina entre los años 1876 y 1910. Más de cuatro millones de almas con hambre y sin trabajo que lograron ascender socialmente a través de la mejora que obtuvieron en la formación de sus hijos y nietos, a pesar de que quienes los trajeron para trabajar, antecesores de Macriano, no lo deseaban e instrumentaban políticas que contribuían a achatarlos y perpetuarlos en su condición miserable, promoviendo que permanezcan dentro del más oscuro pozo de ignominia para consolidar la mano de obra barata. El viejo proyecto liberal de edificar un país para pocos, tal y como persiste en ese empeño el gobierno actual, con la complicidad de muchos descendientes de aquellos inmigrantes, que ahora como Clase Media, amparados en la necedad, ignoran que la gran mayoría de pueblo argentino no puede sobrevivir con hambre e injusticia y ciegos persisten en votar a quienes terminarán con todas sus expectativas.
La Clase Media argentina que vota a “Macriano” me recuerda lo que sucedía con los gladiadores en el Circo Romano durante el emperador Tito. Antes de afrontar a los leones ingresaban a la arena y exclamaban; “Ave Cesar, los que van a morir te saludan”.

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