Martin Miguel de Güemes
El guerrillero gaucho
Don Martín Miguel de Güemes, muy probablemente a quien la
historia lo recordará siempre como el precursor de la denominada “Guerra
Gaucha”. Nació en el mes de febrero como el Gral. San Martín y de muy pequeño
vivió en Buenos Aires. Estudió en el Real Colegio de San Carlos como la gran
mayoría de nuestros patriotas y participó en la Defensa de Buenos Aires siendo
muy joven aún, como edecán de Santiago de Liniers. Inmediatamente después, fue
destinado al Alto Perú y de regreso a Buenos Aires participó del Sitio a
Montevideo. Esta secuencia abarrotada de datos, alcanzaría para encumbrarlo al
podio del recuerdo y del reconocimiento. Pero en verdad debemos consignar que
su mayor trayectoria personal la cursó en su Salta natal, cuando de regreso en
1815 a los 30 años de edad, se puso al frente de la resistencia popular contra
el invasor realista, que atacaba desde Perú y desde la actual Bolivia. Ese año
se constituyó en gobernador de su provincia, apoyado por Salta, Tarija y
posteriormente Jujuy.
Las diferencias políticas con Buenos Aires lo mezclaron en un
desafortunado desencuentro con Rondeau, quien a través de su cargo como general
del ejército del Norte intentó desarmar a los gauchos militarizados de Güemes.
El general porteño seguía designios de su Buenos Aires y
lamentablemente para el país, estaba más preocupado en vencer a Artigas que a
los españoles.
En 1816 sin embargo, el general gaucho efectivizó un encuentro
amistoso con la ciudad puerto y con el apoyo del nuevo Director Supremo, Juan
Martin de Pueyrredón, selló un acuerdo a partir del cual Salta continuaría con
sus escaramuzas contra los realistas, a su costo y sangre, o sea con ningún
aporte económico o de hombres desde Buenos Aires. Tal vez por ello, Don Martín
Miguel de Güemes ideó una demostración fenomenal de “guerra de guerrillas”, una
estrategia foquista que ahorraba hombres y armas para la defensa. Esa admirable
muestra de heroísmo y acción que a la postre evitaría el avance invasor por el
Norte de nuestro país.
El magno General de los Andes, nuestro Padre Patrio, lo
nombraría con el grado de coronel mayor a partir de aquella vibrante defensa y
le confiaría la frontera Norte al caudillo salteño.
Pero además, nuestro otro gran héroe nacional, el general Manuel
Belgrano, quien había sido nombrado general en jefe del ejército del Norte en
reemplazo de Rondeau, también le brindó su confianza y su amistad.
Los gauchos salteños impidieron durante más de cinco años
consecutivos que los españoles ingresaran a las provincias del Norte argentino.
El método salteño era atacar sin dar batalla, a través de un
empellón sorpresivo, un foco repentino que dejaba helados a los enemigos y con
escasas posibilidades de reacción.
Para sostener los costos de su empresa, el designado gobernador
Güemes, estableció tributos onerosos a los miembros de la Clase alta salteña,
la que se convirtió en su enemiga y en la aliada más directa de los españoles.
Al fin, en 1819, se produciría otro intento realista por
penetrar en la frontera Norte que duraría con intervalos hasta 1821. Güemes ya no
tenía de aliados a los porteños, porque el nuevo director Supremo José Rondeau,
su enemigo acérrimo, le negaba apoyo. Por otro lado, las hostilidades con los
sectores pudientes de la sociedad salteña eran insuperables.
Salta estaba en crisis económica. Los campos arrasados y el
comercio con el Alto Perú interrumpido. Para peor de males, en 1820 la lucha entre porteños y caudillos
del interior concluiría en la batalla de Cepeda, a través de la cual caería el
poder político porteño y se iniciaría la Anarquía del Año 20. En esas
circunstancias, un nuevo avance español llegó a Salta con el auspicio de los
ricos provincianos.
El ataque contra los gauchos de Güemes logró su cometido. El
gobernador salteño fue perseguido hasta la casa de su hermana Magdalena
“Macacha” y asaltado por la noche logró huir a caballo. Durante el tumulto fue
herido por la espalda y así llegó muy descompensado a su campamento del
“Chamical” donde moriría pocos días después, profundamente afectado por una
herida que no cerraba, en virtud de su carácter hemofílico.
El 17 de junio de 1821, a los 38 años se cegaba la vida de un
valiente luchador de características fuertemente populares, cuyo cuerpo fue acompañado
por miles de seguidores que no se resignaban a la infausta pérdida.
Dos días después de su deceso, el coronel José Antonio Fernández
Cornejo, quien lo reemplazara como jefe de su valiente gauchaje, expulsaría
definitivamente a los españoles de la provincia de Salta.
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