Mario. El tipo que supo
por Alberto Carbone
La infausta noticia referida a la pérdida de uno de
los periodistas más destacados en el ambiente político nacional sobrevuela
aquella impiadosa sensación determinista que dimensiona un desgraciado sino en
la Argentina.
Aquel que dice que los buenos, los imprescindibles,
nos abandonan pronto.
Es cierto que todavía quedan voces de elevado valor
capaces de descifrar y ayudar a entender nuestra problemática situación social,
económica y política, pero también es verdad que giran, conviven y hacen su
agosto alrededor de estos temas, desafortunados pseudo periodistas que por
migajas algunos o por cuantiosos emolumentos otros, aplican su palabra una y
otra vez a satisfacer las conveniencias de quienes les abonan.
Mario Wainfeld no era de esa calaña.
A los setenta y cuatro años de edad continuaba
contribuyendo con su locuacidad e inteligencia a mejorar la interpretación de
la realidad contemporánea, alejado de intereses particulares y aportando su
valioso análisis para comprender nuestro incesante devenir.
Él supo bien qué lugar debía ocupar el periodismo de
investigación.
Su aguda observación política surgida de su profunda
sinceridad y de su ponderación objetiva
se radicó definitivamente en la vereda opuesta de la obsecuencia e interés
pecuniario de los grandes Medios que concentran aún el patrimonio de la
rentabilidad.
Todavía quedan algunos periodistas que demuestran ser auténticos
escritores como Mario.
Su desenvolvimiento profesional es de prever se
multiplique entre los jóvenes quienes se están formando, para que se sientan
capaces de seguir andando tras sus pasos.
Su huella imborrable deseamos marque el camino.
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