domingo, 22 de diciembre de 2024

 

El Estado de las cosas

 


por Alberto Carbone


Nunca creí que después de tantos años de construcción y fortalecimiento del Estado, la sociedad argentina optaría por votar a los hijos de la reverenda especulación.

Sabe que pasa, que existen ignorantes y sumisos que adhieren a las consignas contrarias a sus propios intereses porque sencillamente no entienden nada. Ni de política, ni de historia, ni de sentido común.

En realidad el problema es que nos perjudicamos todos.

Porque la grave consecuencia es que los que votan en contra de sí mismos nos perjudican al conjunto de la sociedad.

Acá en la Plaza San Martín, el otro día, esperando en la cola de la verdulería, que se instala al conjuro de la Feria, una vecina se quejaba delante de mí, con referencia a la carestía de la vida.

Yo la miré y le dije: Eso es Milei. ¿Se da cuenta?

Me contestó: ¿A sí? ¿Y a quién íbamos a votar?. ¿A la chorra?

Eso mismo dijo. Me contestó lo que le dictó TN o La Nación Más.

Entonces le repliqué:

Si el Peronismo no sirve señora, ¿Por qué entonces está usted acá en la cola de la verdulería con la intención de abonar con Cuenta DNI?

No me respondió. Miró fijo hacia adelante y optó por el silencio.

Entonces arremetí:

¿Usted votó para Diputado Nacional a un profesor de Ping Pong?

¿Votó para el Congreso a una cosmetóloga?

¿Usted apoya a una tarotista con la pretensión de transformarse en Jefa de Gobierno de CABA?

La señora no respondió.

Me miró y como quien no se resigna a caer en la volteada afirmó como único pretexto:

“…No hay peor ciego que el que no quiere ver”.

O sea que la pobre mujer el que no entiende la realidad soy yo.

Mientras tanto, si usted observa, el Estado se destruye.

Las PyMes desaparecen.

El consumo interno nacional se derrumba y los hijos putativos de los intereses económicos privados hacen su agosto.

Creo que es hora de preguntarse por el país que les quedará a nuestros hijos y nietos. Porque el electorado está alucinado, desquiciado y descreído.

Nosotros lamentablemente vemos todo esto y perplejos nos descubrimos sin herramientas para reconstruirlo.

Para colmo de males adivinamos que peores temporales se avecinan.

Por ello en medio de la zozobra y de la angustia, seguiremos repitiendo las palabras de Don Miguel de Cervantes Saavedra:

"Cosas Veredes Sancho que non Saperes"

 

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