domingo, 25 de diciembre de 2022

 

¡Un Perogrullo a la derecha!.




por Alberto Carbone

 

El Perogrullo es la obviedad. Muy pocas cosas suceden en la Argentina sin que lo obvio se manifieste.

El Poder Real está consolidado.

La opinión pública está cooptada.

Los jóvenes-viejos, que seríamos nosotros parecemos resignados y la juventud, parece que irremediablemente ha perdido su posibilidad de construir el futuro.

 

Si nos limitamos a investigar en la Historia Argentina , tratando de identificar entre nuestros connacionales a aquellos personajes que ciertamente no han estado a la altura de su pundonor como responsables del Poder Ejecutivo Nacional, nos encontraremos con variados ejemplos, más de los que imaginamos. Tanto es así, que para mejor organización del pensamiento, sería más oportuno y recomendable,  integrar a cada una de estas personalidades de acuerdo con la Centuria en la que han estado al mando y control de las decisiones políticas de gobierno.

Esta circunstancia nos ha acontecido en todos los niveles del Poder Ejecutivo.

Diversos individuos han ocupado el cargo de  responsabilidad, munidos de la suficiente necedad como para considerar que su preparación intelectual estaba acorde con la función a desempeñar.

Pero lo cierto es disímil y la verdad es Perogrullo.

Cuando los Grupos de Poder Concentrado se apoderan de los resortes de control del Sistema Democrático, determinando el nombre de quien tendrá la responsabilidad de ocupar el sitial de honor como candidato a la máxima magistratura del país, los verdaderos líderes nominan al personaje de quien están absolutamente convencidos que actuará en función de sus intereses de Sector y en favor de garantizar la permanente acumulación de ganancias y la consabida amortización surgida de la inversión generada a través de una erogación efectiva para solventar la campaña política de su celebridad.

Un pobre personaje, pobre de humanidad no de bolsillo, rescatado a veces del anonimato, o referenciado con la propia élite y seleccionado específicamente para aquellas lides.

No le interesa especialmente al Sector de Poder que la persona ponderada se haya preparado intelectualmente. Ni siquiera le parece importante su nivel de inteligencia o su nivel de estudio.

Todavía el dinero abre muchas puertas que invariablemente aparecen en un primer momento como herméticas.

El dinero bien utilizado es capaz de adquirir titulaciones universitarias. La de Ingeniero por ejemplo.

Durante este Siglo, el país votó para Presidentes a personajes que no eran capaces de hilvanar dos frases seguidas, impotentes para hacerse entender a través de la lectura en voz alta, discapacitados para coordinar ideas ante una simple y amena charla televisiva con un presentador especialmente compaginado en base a preguntas y respuestas pre elaboradas.

Sin embargo a ese tipo de personas las ha votado la gente y aún en la actualidad, después del paso del tiempo inexorable, que ha puesto en evidencia la falta de capacidad, la vergüenza internacional, la sinrazón de quien representando al país en el exterior ha banalizado la realidad o ha proferido banalidades.

 Aun así, estimado lector, un cuarenta por ciento del electorado ¡los volvería a votar!.

Es que nos hemos transformado en un país de Perogrullo.

Es una obviedad que quienes tienen el Poder Real, sean a la vez hábiles prestidigitadores y muevan los hilos suficientemente bien como para que todos pensemos que los valores de Verdad, Justicia y Ética se deletrean en sus páginas y se suceden a través de sus deseos y voluntades.

Claro. Uno puede preguntarse entonces.

¿Pero aquel cuarenta por ciento de referencia, es estúpido, pero quien escribe esta columna es inteligente y esclarecido?

Y la respuesta es NO.

Porque al caracterizar la situación nacional, no estigmatizo como estúpido a nadie.

Solamente estoy haciendo referencia al concepto de ignorancia.

¿Cuál es el problema en realidad entonces?

Me da la sensación, estimado lector, que el cuarenta por ciento de Clase Media que vota por los intereses de la Clase Social más alta, se ha acostumbrado, ha normalizado el discurso de los Medios de Comunicación dominantes.

Ese alto porcentaje del Padrón Nacional al que hago referencia, se persigna ante la posibilidad de que gane las elecciones el Populismo, porque lo estigmatiza como sinónimo de mala palabra, referenciándolo con la descripción que hacen de él los mismos Medios Masivos de Comunicación sustentados por el dinero de los grupos sociales más afortunados.

Esa Clase Media, que no pertenece al grupo selecto en cuestión, es convidada a sentirse parte integrante de la alta sociedad, es atraída con guiños de complicidad a compartir gustos, sabores, melodías, elecciones políticas y a través de esa caricia del alma, se le comparte también el odio por los sectores más humildes de la población, a cambio solamente de ser aceptados en las mismas verbenas de fina cortesía y distinción, pero sin abonarles la invitación.

Para colmo de males, como toda esta descripción está signada por el concepto de ignorancia, la Clase Media reniega de referenciarse con ese epíteto y se protege a través de la compulsión al sentimiento de necedad.

Porque en nuestro país, el concepto de ignorante es considerado mala palabra.

Podríamos describirlo como un tema de cuño cultural.

El los EE.UU de América, por ejemplo, identificar a una persona como “stupid” sigue siendo el peor de los insultos. También es un tema cultural.

En la Argentina en cambio, como sabemos, no sucede de la misma manera, existen otros calificativos considerados más ofensivos que la palabra estúpido.

Sin embargo, como diferencia, en nuestro país el concepto “ignorante” es verdaderamente gravoso.

Muy grave para la Clase Media justamente, imbuida en aquel afán de superación descrito por la mentalidad del inmigrante de principio de Siglo XX.

“M’hijo el Dotor”. Es la obra teatral escrita por el uruguayo Florencio Sánchez en el año 1903. Época fundacional del país, etapa expansiva de la inmigración.

 Un  asombroso y fenomenal incremento de la población que impulsó la radicación definitiva de miles de familias europeas de todas las regiones.

En la actualidad, sus descendientes, identificados con los grupos de Poder Político y Económico, que en el origen fueron explotadores de sus ancestros, rechazan a los sectores pobres y marginan a quienes todavía no lo son.

Y sabe una cosa. Un cuarenta por ciento del Padrón Electoral es mucha gente.

Con esos votos granjeados por quienes están decididos a privatizar todos los resortes productivos nacionales, menos la tierra que es de ellos, ¡por supuesto!, se abandonaría definitivamente cualquier intento de autonomía nacional.

Así estamos.

Es una Verdad de Perogrullo, pero creo necesario repensarla.

Para no resignarse a que pasen cosas inevitables y tengamos que volver a decir esa famosa frase Cervantina:

“Cosas Veredes Sancho”

 

 

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